La película del pasado domingo fue «Gente de Roma» el nuevo trabajo de Ettore Scola, un veterano director italiano del que, a pesar de haber dirigido ya una treintena de películas, nunca había oído hablar (qué atrevida es la ignorancia, amigos). La propuesta, sin embargo, era muy atractiva: una sucesión de historias encadenadas a lo largo y ancho de la ciudad de Roma.
Desagraciadamente salí del cine algo decepcionado y me pareció que le faltaba gancho. Los temas que se tratan la verdad es que están bastante vistos y se pueden resumir en el choque cultural provocado por la inmigración en las capitales europeas, aunque se tocan muchos otros aspectos de la vida urbana moderna, como el papel de la tercera edad en la sociedad, la pobreza o la política. La conclusión que saqué es que en Roma pasa exactamente lo mismo que en Madrid, pero con ruinas detrás (hay que reconocer que tiene un efecto muy llamativo ver cómo un grupo de orientales hacen Tai-Chi en el parque Vittorio Emmanuele. Al tratar de contar tantas historias distintas no se llega a profundizar en ninguna, y además el tratamiento resulta un tanto ingenuo y optimista. Lo mismo es que estoy ya muy curtido con cine español social «de abrirse las venas». Eso sí, el retrato social es verosímil y lleno de emotividad.
Debo dejar claro que la película tiene momentos geniales y, lo que es más importante, permite a uno recrearse la vista con bellas imágenes de la Ciudad Eterna, motivo verdadero por el que quería verla y que la hace recomendable para todo enamorado de la capital italiana.