Moradores del blogoplancton:
Estaba yo dándole vueltas al cabezón para ver qué chorradas puedo ir añadiendo a la colección acumulada cual pelusas debajo del sofá cuando tuve una feliz idea. Durante una etapa de mi infancia (digamos, entre los 8 y los 12 años) tuve una larga saga de peripecias surrealistas. En su mayoría están protagonizadas por las mismas personas: un grupo de 4 familias residentes en el mismo bloques de pisos en una ciudad dormitorio de la periferia de Madrid. He pensado que lo mismo está curioso que las relate de vez en cuando (especialmente las más surrealistas o morbosas) desde la perspectiva infantil.
Así pues, sed todos bienvenidos a las Crónicas épicas a metro y medio.
Todas las historias son, aunque no lo parezcan, absolutamente verídicas aunque he cambiado los nombres por si esta gente, con la que no me veo desde hace años, se molesta.
Personajes
Los mayores
Los mayores somos los protagonistas de estas crónicas. Todos teníamos más o menos la misma edad y por tanto compartíamos intereses comunes.
Marcos (el mayor y más espabilao), Lucas (el de los palos y los juguetes bélicos) y yo mismo (Flipado y fácilmente impresionable. Además estaba Katerina: el destino quiso que perteneciera a los mayores por su edad, pero su sexo le dificultó la integración en el grupo y a menudo prefería pasar de nosotros.
Los pequeños
Ultrajados y humillados hasta la extenuación por su edad (3-4 años menos que nosotros), nuestras 3 hermanas y el hermano de Katerina eran también denominados con el ofensivo y astuto nombre de gugutatas. Aunque casi siempre estábamos en guerra, hubo fructíferas treguas.
Los padres
Nuestros sufridos progenitores tienen un papel más bien negativo en estas crónicas. Su intervención suele estar relacionada con el fin de la misma (a veces de forma brusca y violenta). Por eso y por ser la personificación de la justicia divina infantil, los padres vienen a ser los dei ex machina.
El escenario: el parque
Un buen parque debería ser obligatorio para la correcta educación de todo crío periurbano. En nuestro caso era un parque grande (200×100 m), pero para un mico de 8 años un parque así es una inmensidad, con vida propia y lleno de misterios.
Posiblemente fue aquí donde completé mi formación más útil. En el parque se podía aprender arquitectura de embalses, botánica aplicada, primeros auxilios y estrategia militar.
Pues con esto es suficiente para empezar.
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con el del cadaver has empezao fuerte… a ver como es el de los tomatitos…. jajaj
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Crónicas épicas a metro y medio
Por: Rafa | -General- | Comentarios (0) | Referencias (0)
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