El País ha publicado hoy un reportaje muy interesante sobre una expedición zoológica a Guinea Ecuatorial. Digo que es interesante en primer lugar porque está muy bien escrito y no contiene las habituales imprecisiones, exageraciones o errores flagrantes que cometen a menudo los periodistas cuando hablan de ciencia en general y de biología en particular. Quien la lea recordará, posiblemente, una noticia similar que apareció en todos los medios de comunicación sobre el descubrimiento de un nuevo mundo en Nueva Guinea como consecuencia de otra expedición biológica. En su día quise escribir algo sobre el tema pero estaba muy liado, aunque aprovecho para decir que la noticia estaba mucho peor transmitida, con sensacionalismos (el bombo que se le daba era excesivo) y algún que otro error garrafal, consecuencia de una mala documentación.
En este caso se trata de una expedición de zoólogos españoles que se han traído de vuelta, así de entrada, 6 taxones nuevos para la ciencia: dos arañas, dos mariposas y dos ranas. Antes de nada hay que aclarar que el trabajo de campo es, al menos para mí, uno de los principales alicientes de la biología. Son temporadas de trabajo muy intenso, muy duro y muy caro. Cuanto más lejos se va, más intensivo es el trabajo y más muestras es necesario acumular para justificar el desplazamiento y la inversión, ya que además nunca se sabe si se volverá a muestrear en el mismo lugar. Por lo general, cuando se acaba el trabajo de campo uno tiene una idea muy superficial de lo que se ha recolectado y sólo tras años de trabajo de laboratorio se consigue asimilar la vasta cantidad de datos que se han recogido en el campo. Por desgracia es muy frecuente que parte importante del material se acumule durante años o décadas en los laboratorios y museos hasta que alguien tenga tiempo-opotunidad-financiación para investigarlo. Así pasa después: una parte importantísima de los descubrimientos sobre biodiversidad no se hacen en montañas ni selvas, sino en laboratorios y herbarios tras examinar materiales recogidos por otras personas (a menudo completos desconocidos o gente que lleva ya muchos años muerta). En general el trabajo de campo es la punta del iceberg, es lo más bonito aunque también lo más duro y exige tanta preparación como el trabajo de laboratorio, pero tiene su contrapartida: por cada día de trabajo de campo se pueden generar de semanas a meses de trabajo de laboratorio.
Sabiendo esto y volviendo al reportaje, los zoólogos de la noticia estiman en 6 nuevos taxones el resultado de su expedición sin haber comenzado el trabajo de laboratorio, son unos resultados a ojo. Podemos suponer que tras varios años de estudio exhaustivo (y con la participación de la correspondiente legión de becarios que nunca estuvieron en Guinea Ecuatorial, muy a su pesar) las nuevas especies para la ciencia pueden ser algunas más, por no hablar de la infinidad de datos ecológicos y corológicos que una sola campaña de campo habrá aportado al conocimiento humano.
Con esto sólo quiero decir que hay que saber valorar este tipo de trabajo. Lo digo porque luego hay gente que me dice que no ve con buenos ojos que se financien expediciones biológicas con fondos públicos, vamos, como si la gente se fuese allí de merienda (sí Edu, esto va por ti).
Aprovechando que estamos en faena voy a dejar en el aire una pregunta, a ver si cuando vuelva de vacaciones a alguien le ha dado por contestar.
Un grupo de biólogos se va de expedición al lugar que más os guste. Tras acabar el muestreo los participantes estiman que traen de vuelta 5 especies nuevas de animales (un pájaro (paseriforme), una rana, una araña, una mariposa y una esponja) y 3 de plantas (una palmera, una orquídea y un musgo). El periodista de turno necesita sólo dos fotos (una de un animal y otra de una planta) para ilustrar la noticia y los biólogos deben llegar a un acuerdo. Si decidieran poner las fotos de aquellos descubrimientos más valiosos (y no más fotogénicos) ¿cuáles creéis que deberían elegir?
Nos vemos en unos días.
El musgo suena como más interesante, pero soy fan de las ranas. Claro, que yo soy la de los tetruños, mi opinión científica no vale.
No sé si arriesgarme, yo me decantaría por todo aquello que no se encuentre en la selva amazónica.
Mi voto va para la esponja y quizás para la palmera (después de todo un musgo es insignificante ¿no?) ;)
Se te olvida mencionar al pobre becario que pasa largos meses ordenando una pequeña fracción de todo lo recogido en las expediciones y al final eso no vale para nada (que levante la mano todo aquel que se sienta identificado)
Seguramente los descubrimientos más valiosos son la esponja y el musgo. Sólo por el hecho de que parecen los especies menos conocidas de las que mencionas.
P.D: Me encanta tu blog. Es mi visita obligada de todos los días. Sigue así.
Pues seguramente lo más valioso sea el musgo y la esponja o la araña. Aunque como es probable que quede estas vacaciones con una amiga que estudia biología, se lo preguntaré (ya, ya sé que ss trampa :-P)
El periodista querría el pájaro y la palmera. O la mariposa y la orquídea, en plan poético.
Que sepas que vuelvo a leerte todos los días.
:-D
Hola! Pienso que serían más valioso: la foto del ave, ya que no ha habido un nuevo descubrimiento de estas en bastante tiempo. Asimismo, apoyo la publicación de la foto de la orquídea, por lo mismo. Ah! y aprovecho para enviarte un cordial saludo desde México,y para confesarte que yo tambien me he convertido en una lectora frecuente de tu espacio. Me encanta lo que escribes!!!. Y pensar que empezo por buscar un ciclo de vida en la red…..
Pues nada MIKIIV, yo encantado de que te guste esto, nunca se sabe cómo puede llegar uno a este sitio :-D