Una verdad incómoda (An Inconvenient Truth)
Davis Guggenheim, 2006
Pues sí, la vi y me gustó mucho. Ya sé lo que muchos estaréis pensando. Creéis que “Una verdad incómoda” es una película de propaganda para que los estadounidenses asuman que el calentamiento global es una realidad, y puesto que vosotros ya lo sabéis poco cabe esperar de ella. Bueno, pues sí, pero no. Efectivamente está pensada especialmente para los yankis incrédulos, y así lo pensaba yo cuando deposité mis seis eurazos en la taquilla (hay películas que veo por obligación), y sin embargo me sorprendió muy gratamente. Por si no lo sabíais el documental está presentado por Al Gore (“el ex futuro presidente de los EE.UU.”) que desde que le robaron las elecciones de 2000 mediante un tamayazo judicial del que todos parecen haberse olvidado ha retomado su tarea “evangelizadora”. Efectivamente, parece ser que Al Gore lleva muchos años sensibilizado con el tema del calentamiento global y con el paso del tiempo ha pulido y perfeccionado una conferencia sobre el tema que sólo puede describirse como magistral. El metraje viene a ser esa conferencia divulgativa salpicada de pequeños incisos destinados a despejar la mente del espectador de la parte teórica y humanizar al susodicho ex-candidato (que nos cuenta lo que hizo durante su niñez, la ocasión en la que casi pierde a su hijo, etc). A mí me dio la sensación de que estos entreactos restaban bastante objetividad al documental y los hubiese eliminado sin piedad junto a las referencias a la amistad de Gore con los científicos citados en la conferencia. Quizá por eso he dejado la valoración en cuatro estrellitas (sí, soy bastante rácano con las estrellas). Sin embargo, examinando el contenido de estas valoraciones personales uno llega a la esencia del enfoque de la película: asumir la responsabilidad del calentamiento global y sus consecuencias en un futuro nada lejano no es una decisión política sino moral, y aquí es donde se llega al higadillo de la sociedad estadounidense, porque ya no se trata de consecuencias económicas o de la relatividad del progreso sino de vidas humanas (incluyendo a los propios estadounidenses, claro, eso es importante).
A mí, que no tenía el gusto de haber oído hablar a este señor más de cinco segundos seguidos, Al Gore me ha parecido un comunicador nato repleto de carisma, y su conferencia es sencillamente extraordinaria en cuanto a la capacidad de transmitir de manera efectiva grandes cantidades de información compleja. Por eso la considero recomendable incluso a pesar de estar informado (como estoy seguro de que todos los lectores de DDUC lo están) sobre los peligros de un posible cambio climático a escala planetaria. Otra cuestión añadida es la “doble moral” de los europeos en este sentido. Puede que los EE.UU. sean los que más contribuyan al calentamiento global, pero ¡leches!, que la M-30 no está llena de carromatos precisamente; aquí también nos merecemos muchos tirones de orejas. Yendo a lo particular me quedo con algunos momentos concretos:
Es fundamental tener en cuenta que el clima del planeta es un sistema muy complejo. Una idea central que preocupa a los expertos es que las variaciones en sistemas complejos no son proporcionales a las perturbaciones que sufren: si las alteraciones en el efecto invernadero sobrepasan un umbral de forma que las corrientes marinas y atmosféricas se vean alteradas, las consecuencias no sólo podrían ser muy rápidas (del orden de unos 10 años) sino, además, impredecibles. Me gustó especialmente la explicación de la famosa “cinta transportadora”, como se denomina a una corriente marina profunda y fría que desplaza agua desde el Índico y la hace ascender en el norte del Atlántico y la relación de ésta con la llamada “Pequeña Edad del Hielo” que vivió Europa en la Edad Media. Un ejemplo muy claro de las consecuencias que tiene la alteración, en ese caso natural, de las corrientes.
Otro detalle importante es que el documental desacredita convenientemente a aquellos pseudocientíficos que niegan, bien el fenómeno en sí, bien su origen artificial, o bien las dos cosas simultáneamente. Esto es básicamente porque hay bastantes bulos que hablan de que el cambio climático está dentro de los parámetros habituales (lo que no tiene nada que ver, mucho ojo, con que se satanicen las sequías mediterráneas, que ese es otro tema). Si andáis con la duda, la película es doblemente recomendable.
El dramático retroceso de los glaciares, una realidad tangible a escala de pocos años, es especialmente aterrador si se piensa en el Himalaya, cuyas nieves dan de beber al 40% de la población mundial (si no os lo creéis mirad aquí). Los efectos de la desaparición de estos glaciares causarían posiblemente la mayor masacre de la historia de la humanidad, más grave incluso que la crisis mundial provocada tras una elevación del nivel del mar, que sin embargo es mucho más conocida sin dejar de ser terrible. Aquí además se mete un golpe de efecto muy bueno al señalar que el monumento conmemorativo a las víctimas del 11-S quedaría sumergido… (¿hay que protegerse de algo más que de los botes de champú en los aviones?).
Bueno, pues que me reafirmo en la recomendación ¡ah! Y el tono de la conferencia-documental, al menos en su conclusión, es bastante optimista por lo que uno no sale del cine con ganas de cortarse las venas, y eso es de agradecer (al margen de que se piense en el fuero interno). En fin amigos, que ojalá toda la propaganda política fuera de esta calidad; estad seguros de que algo nuevo os aportará, y posiblemente os preguntéis a la salida, como hice yo, si el mundo sería hoy un lugar mejor de haberse convertido este señor en el habitante de la White House en lugar del xenoturbélido con ojos que ostenta el cargo en la actualidad, para vergüenza de todos.
A mi también me encantó, es un documental de esos que te deja sentado en la butaca, y de los que luego da mucho que hablar tomando unas cañitas, te hacen reflexionar.
Bueno, ya me la habia recomendado Gabi, ahora veo tu comentario favorable… habrá que ir a verla. Despues te comento
A mí también me ecantó… salí del cine con ganas de hacerlo todo para reponer el hielo de Groenlandia, menuda obsesión, ¡pero es que es verdad!
Ñas, no la he visto aún. Prometo que en breve comentaré con algo de conocimiento.
Pingback: Argumentos ad hominem y cambio climático « Diario de un copépodo