Recientemente y con motivo de la reconciliación amorosa entre ZP y Maricomplejines tuvimos ocasión de escuchar un discursito de este último que podemos encontrar íntegro aquí. Me alegré de que el jefe de la oposición decidiese al fin cumplir el famoso Pacto por las libertades y contra el terrorismo, que le comprometía a no usar electoralmente el hecho terrible de que unos desquiciados vayan por ahí matando gente, aunque la alegría me duró poco. No es ese el tema del que quiero hablar. Vamos a subrayar el contenido de uno de los últimos párrafos de su intervención:
Por último, quiero decirles que España es una gran nación, con más de cuarenta millones de habitantes, y que unos terroristas no pueden ni van a doblegar la voluntad mayoritaria de los españoles, que quieren vivir en libertad y ejercer sus derechos como los ciudadanos de cualquier país democrático, como es el nuestro.
A estas alturas seguro que sabéis lo que dijo en realidad es que «ETA es una gran nación«, gazapo que no tiene mayor interés que la naturalidad con la que ha sido pasado por alto, como es lógico, aunque me hubiese gustado saber la reacción de ciertos medios si llega a ser ZP el del lapsus.
Yo lo que me pregunto es qué quiere decir Rajoy con eso de «España es una gran nación, con más de cuarenta millones de habitantes». En primer lugar, ¿cómo se evalúa la grandeza de una nación? ¿Por la estatura de sus habitantes? ¿Por su extensión? ¿Es Eslovaquia una gran nación? ¿Y Brasil? ¿Y Luxemburgo?, en segundo lugar, ¿influye la grandeza de una nación en su posible éxito frente a una banda terrorista? ¿Tendremos más posibilidades por ser grandes? Acudir al nacionalismo (español, claro) para combatir el terrorismo me parece un mecanismo falaz y pobre. Si merecemos la paz es por nuestra naturaleza de ciudadanos de un Estado de Derecho ¿no? ¿O es que merecerían menos la paz los malteses si se viesen en una tesitura semejante? ¿Y los andorranos? Y la guinda del pastel la pone el dato demográfico: «con más de 40 millones de habitantes»… será que Rajoy no ha podido resistirse al dato del nuevo censo, pero vamos, que así me apunto yo también a hacer discursos políticos:
Pi es aproximadamente igual a 3.1416, y en ningún caso vamos a tolerar que se reduzcan los impuestos directos porque va en contra de nuestra política de izquierdas.
La fuerza gravitatoria que experimentan dos cuerpos es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa y la vivienda será asequible al bolsillo de los ciudadanos.
Pues sí, me jode que se invoque a la patria para infundir coraje, o para predecir éxitos de este tipo, qué queréis que os diga. A mí el Reino de España me importa en la medida en que está lleno de ciudadanos y de patrimonio natural y artístico; si se llamase República de Chorrilandia y hubiese sido fundado por un tuerto jorobado en el siglo XVIII vendría a darme más o menos lo mismo, y si yo hubiese nacido vietnamita seguro que no andaría rasgándome las vestiduras por no ser español (a no ser que probase el jamón serrano, claro).
Casualidades de la vida, Jaime Mayor-Oreja (ese señor al que la ciudadanía vasca tiene tanto aprecio) presenta estos días un libro que se intitula precisamente «Esa gran nación» que, como habéis adivinado es España. El libro está escrito por César Alonso de los Ríos y consiste en un diálogo didáctico (en plan Sócrates-Parménides, y que me perdone Platón) entre el autor y el ex-líder del PP vasco. Vamos, una fiesta de libro en el que podemos encontrar perlas como esta:
…el reto ya no es denunciar los abusos del nacionalismo, o desmontar su mitología, sino pensar en una alternativa capaz de derrotarlo. Para ello, sería bueno que los demócratas pudiésemos contar con una izquierda que no fuera tan inconstante, que tuviera un proyecto claro y único para España, pero, desgraciadamente, lo dramático es que la actual referencia de la izquierda, que es el PSOE, haya renunciado al proyecto de España.
Qué gracioso es que los peperos no se reconozcan a sí mismos como nacionalistas y que vean las mitologías en el ojo ajeno y no las águilas imperiales en el propio. Qué tristemente irónico es que etarras y «demócratas de la mano dura» (de derechas o de «izquierdas») recurran a los mismos conceptos decimonónicos para encauzar sus discursos (y sus bombas, en el caso de los primeros). Me resulta ingenuo pensar que el cáncer de nuestra gran nación se va a solucionar aplicando presión policial e ilegalizando partidos políticos (resulta escalofriante la tranquilidad con la que se dicen juntas estas últimas palabras) con más de 150.000 votantes, que no son precisamente 5 ó 6. Ya sé que es tabú mentar el caso de Irlanda, sé que no es lo mismo, pero quizá sea lo más parecido ¿no? ¿O hay que recurrir a los Balcanes para encontrar una analogía comparable?
Pues nada, mientras esperamos casi expectantes el inminente atentado en Madrid o Valencia en una situación de espera macabra que no recuerdo de otras ocasiones similares, toca tragarse con patatas llamamientos a la grandeza de la nación como argumento antiterrorista, cuando pocas cosas hay más fortuitas que tu lugar de nacimiento. Esto ya se ha hecho antes, y no me gustaría que aquí se tomara ejemplo de ello, precisamente porque siempre se ha conseguido mantener la cabeza fría con el asunto terrorista y no se nos ha ido la olla con recortes de libertades ni estrategia del miedo, pero vete tú a saber, que el brazo del aposematismo rojigualda es alargado.
ACTUALIZADO: Tiene que ver sólo marginalmente, pero quiero enlazar este post cojonudo de Materias Grises.
Eso, lo gazapos no son más que eso, igual que tonterías como si en el 11-M uno llevaba o no la corbata negra. Capulladas.
Pero lo importante es lo que creen algunos: si Rajoy dice eso, es un lapsus mental sin importancia, si Zapatero dice algo mucho menos grave, está reflejando los deseos de su inconsciente. Son los mismos que dicen que «en mi nombre no», pero luego admiten que si el PP vuelve al gobierno entonces y veremos, porque es un partido «de los decentes», mientras que del PSOE sólo se puede esperar que intenten terminar lo que no pudieron hacer en el 34 con la Guerra Civil.
Apriorismo puro.
Yo no me considero un homo politicoi o como diablos lo definiera Platón (que me perdone Sócrates o Parménides, jejeje), pero me ha acojonado bastante lo de «La inteligencia militar cifra en 70 los integrantes de los cinco comandos y añade que se trata de «legales a sueldo», es decir, que no han sido fichados. Uno de los datos más relevantes del dossier es que estos «jóvenes radicales» han recibido formación en Sudamérica.» de la noticia que has enlazado. Por otro lado, no te digo yo que no pueda tener cierto regustillo romántico eso de irse a la selva Venezolana o la altiplanicie Boliviana (no me preguntéis por qué se me ocurren estos dos países, que me perdone Evo y el puto chalado de Chaves) y que le instruyan a uno en el noble arte de la bomba lapa, el tiro en la nuca y el bombazo de mil pares. Lo malo es que a quien le pones la bomba es gente inocente. Lástima que no fuesen soldados imperiales desindividuaduos con sus trajecitos. Eso molaría mogollón, claro. Pero no es el caso.
Personalmente me saca de mis casillas casi cualquier truhán o truhana que pretende mi voto para hacer lo que se le antoje o lo que buenamente puedan para mantenerse ahí en todo lo alto. Si hubiera siquiera algún político que no pretendiera eso nadie le votaría, sin duda. Así que es todo una mierda. Perdonadme, pero es que soy profundamente antidemócrata. Y no lo veo el menos malo de los sistemas, no empecemos con ese rollo otra vez. Yo sería el tirano perfecto, el oligarca magnánimo que gobernaría con puño de hierro. Un perfecto déspota ilustrado. Todo para vosotros, oh, plebe, pero sin vosotros…
:D
Bueno, lo dejo ya, que no digo nada más que tontás.
Un abrazo, Rafita.
> Acudir al nacionalismo (español, claro) para combatir el terrorismo me parece un mecanismo falaz y pobre.
A mí me parece, además, peligroso.
Yo no sé si es que me vuelvo paranoico, que se nota más o que tengo mejor ojo, pero cada vez veo más perlas casi fascistas (y sin casi) en boca de gente que presuntamente no lo es.
SuperSantiEgo: ¿Estabas pensando, por un casual, en cuando Zapatero llamó «accidente» al atentado de la T4? La que se lió…
Fer: Eres una figura del crimental. Y yo aquí con timideces… otro abrazo para ti
Lanarch: Sí, se antoja peligroso, desde luego, y a mí me da dolor de hígado. Es como si el españolismo para ETA fuese como unos ajos para Drácula o algo así. «Sacad vuestro patriotismo y venceremos a los terroristas…» Acojonante.
Lo del crimental llega más lejos todavía:
Como si de una guerra de Oceanía contra Eurasia se tratara, toda la derecha parece haber olvidado de golpe su apoyo a la penosa «teoría de la conspiración».
El problema de la derecha de este país es que no tiene principios conservadores: directamente no tiene principios. Se preocupa más por «VENCER», por «GANAR» que por arreglar las cosas aunque fuera a su manera.
Supongo que es ola que toca ahora, además como viene de EE.UU. (o al menos huele a) seguro que es buena, como todo lo demás. ¡A copiar chorradas!
Que se nos ha ido la olla lo vengo notando desde hace, más-menos, 5 años.
Esto del patriotismo también me toca a mí mucho los cojones, por ser más españoles que nadie no se va a solucionar nada, en realidad es una idiotez muy grande; aquí lo que cuenta es actuar de forma inteligente para encontrar las mejores soluciones posibles y no tanta parafernalia.
Yo es que, qué queréis que os diga, me considero como los románticos, «ciudadana del mundo», y cuando alguien apela a mis sentido patriótico me parto de risa. Además, que el patriotismo sólo nos nace de verdad a los españoles para apoyar a la selección o en Eurovisión, que son casi los únicos espacios en los que me parece inocuo. En el resto, ver a la gente enarbolar esa bandera me produce bastante inquietud.