Seducción y estigma en la cultura cañí: Don Juan y La Dolores

jude-law-as-alfie.jpgUlises, Don Quijote, Fausto,… la literatura de vez en cuando pare un personaje que trasciende a la obra de la que nace y explora nuevos territorios una y otra vez. En términos modernos, siempre en clave mercantilista, diríamos que el libro original recaudó tanto que sale rentable hacer un remake, pero en el fondo estamos ante un suceso trascendente: el nacimiento de un arquetipo.

Sin duda uno de los arquetipos cañís más conocidos es Don Juan. Este personaje encarna al libertino por excelencia: seductor irresistible, insumiso a la autoridad, nómada incansable y máximo exponente del carpe diem hasta el punto de desafiar a la propia muerte y de mirar sólo para sí mismo ignorando las leyes humanas y divinas. Quizá la encarnación literaria más conocida de Don Juan es «Don Juan Tenorio» de Zorrilla (1844), pero en realidad este personaje es mucho más antiguo y tracidionalmente su origen se suele situar en «El burlador de Sevilla» de Tirso de Molina (1630). La cosa, sin embargo, va mucho más allá de estos dos textos y especialmente en la tradición literaria europea hay una jugosa lista de obras inspiradas en el arquetipo de Don Juan que llega a dilatarse hasta nuestros días con canciones de los Pet Shop Boys y películas hollywoodienses protagonizadas por el cañoncete de turno. ¿Es posible que la leyenda del macho ibérico, de Pajares, Esteso y compañía luciendo pecholobos en las playas de Benidorm, esté relacionado con la tradición donjuanesca? Dejemos eso para alguna tesis doctoral y sigamos con lo nuestro.

Pese a mis reservas, que enseguida explicaré, no se puede negar que el Tenorio es una muy digna versión de las andanzas de un Don Juan, sobre todo cuando aún lleva su autenticidad por bandera:

En Roma, a mi apuesta fiel,
fijé entre hostil y amatorio,
en mi puerta este cartel:
Aquí está don Juan Tenorio
para quien quiera algo de él.

[…]

Nápoles, rico vergel
de amor, de placer emporio,
vio en mi segundo cartel:
Aquí está don Juan Tenorio
y no hay hombre para él.
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba,
y cualquier empresa abarca
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie que le ataje,
a ver si hay quien le aventaje
en juego, en lid o en amores.

[…]

Por donde quiera que fui,
la razón atropellé
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.

Sí señor, con dos cojones. Digo que tengo mis reservas porque el Tenorio, como muchas otras versiones de Don Juan, incluye al final un elemento absoltamente apócrifo al carácter de este personaje como es la redención espiritual. Antes de continuar razono este spoiler imprevisto que no necesita justificación alguna: si, querido lector, no conoces el argumento del Tenorio, ya iba siendo hora de que lo hicieses y no me haré yo responsable de las lagunas que haya por ahí. Hay libros que hay que saber qué cuentan incluso aunque uno no se los haya leído. Como iba diciendo, Don Juan Tenorio, al final de su vida (y de hecho, más allá de la misma) acaba arrepintiéndose y el amor le redime de sus pecados.

estupefaccion.jpg
Errrrr, ¿cómo?

Pero, pero, ¿pero esto qué es? ¡Esto es una estafa! ¡No! ¡Me niego a ver así denigrada la imagen de Don Juan! ¿Arrepentido por su modo de vida? ¡Jamás! Estamos ante un personaje íntegro, ¡nada de ñoñerías ni medias tintas! El verdadero Don Juan acabaría su vida con una sonrisa de oreja a oreja, ora comido por la sífilis, ora herido mortalmente en un oscuro callejón, pero orgulloso de su propia identidad y capaz de decir en su último estertor: YO HE VIVIDO.

¿Por qué tan recurrentemente se pervierte de esta forma a nuestro personaje? Pues porque en realidad todos lo admiramos secretamente, y aunque la mayoría no podamos hacer sus tropelías (porque están mal visto y porque cuando uno vuelve del trabajo está muy cansado como para andar por ahí subiéndose a los balcones de las monjas) en el fondo vemos en él un espíritu libre que nunca seremos. Hay quienes no soportaron esta contradicción íntima del alma humana, inexplicable moralmente, y le pusieron puertas al campo humillando a Don Juan, haciéndole arrepentirse e intentando que nos inspirase pena y compasión, pero amigos del blogoplancton, no os dejéis engañar: admiramos secretamente a Don Juan, muriendo feliz y auténtico tras una vida intensa.

Dejemos aquí a Don Juan de momento y presentemos a la que es, en realidad, la verdadera protagonista de esta entrada: La Dolores, y no me refiero a ninguna de estas señoras…

dolores1.jpg dolores2.jpg

sino de nuevo a un personaje arquetípico, si bien posiblemente con una inspiradora real y no literaria.

Si váis a Calatayud (Aragón, Spain) y preguntáis por «La Dolores» posiblemente os calcen un guantazo de cuidado, porque estarán hasta las narices de escuchar la misma bromita de siempre procedente de una célebre copla que reporduzco a continuación:

(en este punto, si nunca antes has escuchado «La Dolores» te recomiendo encarecidamente que pongas a trabajar a tu animal de carga preferido para sellar ese abismo que tienes en tu cultura musical)

I

Porque era amiga de diversiones
porque fue alegre en su juventud,
en coplas se vio la Dolores,
la flor de Calatayud
Una jotica recorrió España
pregón de infamia de una mujer
y el buen nombre de aquella maña
yo tengo que defender.

RECITADO

La Dolores de la copla
-me dijo un día mi padre-
fue alegre, pero fue buena,
fue mi mujer, fue tu madre.

REFRAN

Si vas a Calatayud, (bis)
pregunta por la Dolores;
una copla la mató
de vergüenza y sinsabores.
Di que te lo digo yo,
la hija de la Dolores!

II

Dicen al mozo de la ribera
que por mi calle lo ven rondar
-¿Tú sabes su madre quién era?
Dolores la del cantar.

El me quería con amor bueno
mas su cariño él mismo ahogó
y no supo limpiar el cieno
que la maldad me arrojó

RECITANDO

Copla que vas dando muerte
¡con el alma te maldigo!,
fuiste dolor de mi madre,
pero no podrás conmigo.

REFRAN

Si vas a Calatayud, (bis)
pregunta por la Dolores;
y en ofrenda de mi amor
en su tumba ponle flores.
Ves que te lo pido yo,
la hija de la Dolores!

Un breve comentario de la letra: Se supone que la canta la hija de la tal Dolores intentando limpiar el honor mancillado de su madre, que por ser de vida alegre se vio retratada en coplas populares que la ponían a caer de un burro. Estamos, por lo tanto, ante una metacopla (una copla que habla de otras coplas anteriores). He aquí la materialización del daño que causa la infamia, el cotilleo y el malhablar de la gente que por desgracia es uno de nuestros deportes nacionales hasta el punto de hacer heredables los estigmas.
La historia de «La Dolores» es, por tanto, una auténtica tragedia. Al parecer todo se debe a la vida de María Dolores Peinador Narvión, nacida en 1819 (sí, en Calatayud) que después de heredar una fortuna y de un matrimonio mal avenido, tuvo una vida «desordenada». Pero no es la Dolores real la que nos interesa, sino el arquetipo que engendró y que acabó por convertirse en una ópera y docenas de coplas. La Dolores (una chica muy guapa, amiga de hacer favores) es la mujer destruida por los rumores, por una mala reputación e injurias. ¿Fue de verdad La Dolores una fresca? Nunca lo sabremos porque ya sólo queda el chascarrillo, el daño se ha consumado. Quien más quien menos todos podemos hacernos una idea del infierno que tenía que ser hace doscientos años (y hace veinte, y hoy mismo) vivir en Calatayud, o en cualquier lugar de la España profunda, y ser una mujer con fama de fresca o vividora sea o no merecida esa fama.

Y aquí volvemos a empalmar con Don Juan. En efecto, acaba de surgir ante nuestros ojos que La Dolores es el reflejo femenino de Don Juan, pero si bien es cierto que Don Juan, de una u otra manera es admirado, La Dolores parece ser el blanco de toda la mala baba de la sociedad, y reconozcamos que esta asimetría aún existe en nuestros días. Por cincuenta euros: apelativos con los que condecorar a una chica que disfruta del sexo consentido entre adultos con quien le da la gana y las veces que le da la gana, como por ejemplo, GUARRILLA, un dos tres, responda otra vez.

jessica-alba-as-dolores.jpg

Hola, me llamo Dolores. Soy una chica muy mona, amiga de hacer favores.

Amigos del blogoplancton: la plena igualdad entre sexos, la verdadera recuperación de la memoria histórica a través de nuestros arquetipos literarios y populares más cañís, no llegará hasta que, cuando veamos a una moza seducir, abusar físicamente hasta el multiorgasmo y pirarse tan fresca a por otro dejando a su compañero de instituto, de trabajo o albañil de turno con el corazón destrozado, no hagamos otra cosa más que quitarnos el sombrero como si estuviésemos ante el mismísimo Don Juan y decir con el respeto que tal ocasión merece: Ahí va La Dolores, flor de Calatayud.

12 comentarios en “Seducción y estigma en la cultura cañí: Don Juan y La Dolores

  1. A mí me encanta llamar guarrillas a mis amigas, es tan deliciosamente cariñoso…

    En cuanto a lo de la igualdad, están en eso que dices, en mayor o menor grado, un buen montón de series de televisión (y el Popomundo XD ).

  2. Vamos como ZP lea este post te vas tu fama pasará fronteras, viva la igualdad, viva la discriminación positiva. Ahora cuando queramos decir, que algo es aburrido diremos, vaya pollazo. OLE.

  3. ciertamente una muy interesante reflexión. efectivamente en todo el mundo de habla castellana a las mujeres que por las circunstancias o su carácter son dueñas de su propio cuerpo y proclives a los placeres carnales se les discrimina de una u otra forma, practica que me parece deberíamos de terminar empezando por nosotros mismos y dejarnos de tonterías doble-moralistas.

  4. Yo adoro a Don Juan Tenorio. Me encanta, admiro muchísimo a ese inteligentísimo Zorrilla (fíjate tú, «zorrilla» también se puede añadir a tu lista undostresera) que logró escribirse esta maravillosa obra de teatro en dos patadas (quizás si se la hubiera pensado más, le habría salido más rollera)… Me gusta tanto, que hasta le perdono el final redentor.

    Y sí, tienes mucha razón en lo de que una Tenoria no cuadra bien con la cultura cañí (y a veces me pregunto si con lo español in general), pero chico, por lo menos, la tal Dolores se dio un gusto al cuerpo, aunque luego la vilipendiaran (ande ella caliente, etc.)… Que le quiten lo bailao. A mí se me abren las carnes más con protagonistas literarias como la tía Tula, que se quedó a vestir santos, Yerma o la pirada de Bernarda Alba, y todas sus pobres hijas (que si llegan a conocer a la Dolores, se habrían muerto de la envidia…).

    A pesar de todo, tampoco creo que sea una cuestión de forzar el lenguaje… Lo importante es el pensamiento que hay detrás la palabra… ¿Llegará un día en el que muchos de esos apelativos injuriosos se considerarán anacronismos o los utilizaremos en plan cariñoso, como el guarrilla de Lanarch? En fin… No olvidemos que nuestras madres mamaron de la filosofía de la Sección Femenina y que eso es difícil de superar…

    ¡Por cierto, la Dolores apócrifa está clavá!

  5. Pues según el libreto del Don Juan de Mozart, acaba de cabeza en el infierno. En su momento y con buenos efectos especiales, teniendo en cuenta la devoción religiosa habitual en la población, el público se tenía que hacer pis de puro miedo.

  6. Te has salido copepodo, me ha gustado mucho. Cierto es que los estereotipos se repiten y seguimos anclados en las visiones tradicionales del Macho y la Guarra. Si bien últimamente se ha acabado aceptando el lado femenino del hombre (está bien visto que lloren, se maquillen, sean sensibles, se arreglen; valores tradicionalmente femeninos); en cambio que una mujer adopte roles masculinos sigue siendo mal visto por la sociedad. Aún queda mucho por hacer tío!!!

  7. De hecho, creo que en el mismo Tirso ya había una especie de figura femenina donjuanesca (me vas a perdonar la ausencia de título, que ese tema de las opos aún no lo controlo bien) En el Burlador, Tirso aúna dos tradiciones folclóricas: la del burlador de mujeres y la del convidado de piedra (con esta última entroncan casi todas las réplicas europeas, menos la de Zorrilla que en plan márketing quiere que acabe bien)(nota curiosa sobre Zorrilla: vendió los derechos de autor de su Don Juan, creo que aún se está dando cabezazos en la tumba)

    Me he pasado media vida intentando convencer a los col’ladeños y aldeanos (así como a mis queridos alumnos) de esta disparidad entre el chulo putas y, a secas, la puta. Viene a ser como lo del hombre y la mujer depilado o sin depilar: él es un metrosexual o un ubersexual, ella es una mujer o una guarra con pelos.

  8. La noche de difuntos pasada montamos una representación casera del Don Juan de Zorrilla (servidor, en el papel de Don Luis Mejía, el rival segundón del Tenorio), y he de decir que el personaje no le llega a la suela de los zapatos del Don Giovanni de Mozart. Ése sí que tiene un par de buebos, diciéndole al fantasma del comendador aquello de «viejo loco, que no me arrepiento; anda y que te den» (en traducción libre, pero respetuosa del subtexto), y hundiéndose en el infierno escoltado por un coro de demonios. A su lado, el zorrillesco me resulta un pobre meapilas.

  9. Fantástico post, Copépodo de mis entretelas. Nunca defraudas. En serio, los que no conozcáis la copla, buscadla. A mí es que se me ponen «los vellos en punta» cuando oigo eso de: «la Dolores de la copla, me dijo un día mi padre, fue alegre, pero fue buena. Fue mi mujer, fue…TU MADRE» (sí, en plan: «yo soy tu verdadero padre»). ¡Imagínate lo que supone que te digan que la guarrilla (dicho en plan despectivo) que anda en boca de todo el mundo ¡era tu madre! ¡Nada menos! Mu fuerte.

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