Moraleja: si vas a buscar plantas, no te quedes sólo en la cuneta

Hoy me he propuesto aburriros hasta que deseéis estar muertos. Avisados quedáis.

¿Qué tienen en común el médico de Napoleón, la península de Kamchatka y el uso del asfalto en las carreteras? Bueno, prácticamente nada, pero yo voy a sacar el calzador de dinosaurios y voy a hacer que todo gire en torno a… (tachán)… una planta. Una planta de la que, muy probablemente nunca habéis oído hablar y que, aún más probablemente, jamás tengáis el gusto de conocer en persona, y no porque os pille en la otra punta del planeta (al menos a los lectores ibéricos) sino porque la planta en sí es fea de narices y le gusta vivir en lugares inhóspitos donde nada se nos ha perdido salvo que nos dediquemos al estudio de la biodiversidad de las quenopodiáceas. La planta es esta:

Que como podéis comprobar es un matojo soso y anodino que nada bueno puede traerse entre manos con esas pelusas que me lleva. ¿Cómo se llama? Responder a esta pregunta tiene su miga. El primero en describirla fue el gran Linneo, que la llamó Axyris ceratoides aunque ha sido nombrada también como Eurotia ceratoides, Diotis ceratoides y de otros muchos modos. Sin embargo nos quedaremos con el que sin duda es su denominación más espectacular, o al menos la que más me gusta a mí con diferencia: Krascheninnikovia ceratoides, nombre sonoro donde los haya otorgado para honrar la figura de Stepan Petrovich Krascheninnikov, geógrafo ruso del siglo XVIII en cuyo curriculum podemos destacar la primera descripción completa de la península de Kamchatka (primer elemento a relacionar).

Arriba aparece la primera referencia científica a nuestra planta protagonista como Axyris ceratoides tal y como aparece en el Species Plantarum (1753) de Linneo, “kilómetro cero” de la nomenclatura vegetal. Se nos dice claramente que el matojo en cuestión habitat in Tataria (Asia central) y Moravia (en la actual República Checa). De hecho esta Krascheninnikovia es una planta muy común en toda Asia central, desde las costas del Mar Caspio hasta el Océano Pacífico en una extensísima banda que ocupa el norte del Tibet, interminables estepas rusas o el desierto del Pamir, entre otras muchas regiones.


Krascheninnikovia ceratoides, planta dominante en una estepa perdida en algún rincón de China, más o menos donde da la vuelta el aire, tirando a la derecha

En la actualidad sabemos que, además, está presente de forma muy localizada en puntos de Anatolia, Oriente Medio, el-país-que-no-debe-ser-nombrado, la región panónica, Egipto, Marruecos… y España. Como se puede apreciar, le gusta vivir en climas muy secos, fríos en invierno y con una buena solanera en verano, y de hecho así de inhóspitos son los lugares donde aparece, verbigracia, el desierto de Los Monegros. La presencia de esta planta típica de las estepas rusas en distintos puntos de Europa y Norte de África es tan excepcional que se considera una verdadera joya botánica. Las posibles explicaciones de esta circunstancia las veremos al final. Mientras tanto, continuaré con divagaciones.

Distribución conocida de K. ceratoides, así, en general

La presencia de la Krascheninnikovia en Los Monegros fue detectada por primera vez por Jean-Marie Léon Dufour, médico francés y naturalista aficionado que entró a servir a Napoleón para su campaña en la Península Ibérica durante los años 1808 a 1814 (y segundo elemento a relacionar). Dufour, durante su periplo ibérico, realizó muchas recolecciones, principalmente de artrópodos, en las Españas mientras que los suyos se entretenían esquivando piedras y fusilando españoles. En algún momento encontró tiempo para recoger este matojo en el desierto de Los Monegros, aunque quizá fuese mucho después de la guerra, y lo describió como Atriplex assoi. Hay un ejemplar depositado en el herbario de Ginebra recolectado por el propio Dufour que data de 1841. Es una pena que Dufour no participase también en la campaña rusa, porque muy probablemente habría reconocido en las estepas a la planta de marras.

Correspondió interpretarla correctamente a Heinrich Moritz Willkomm, el botánico alemán que hizo el primer intento serio de sintetizar la flora de la Península Ibérica en un libro que intituló Prodromus Florae Hispanicae seu synopsis methodica omnium plantarum in Hispania sponte nascentium vel frequentius cultarum quae innotuerunt (la Flora Hispanica, para los amiguetes). La ciencia española tiene una deuda impagable con este señor. Quizá os sorprenda esta suerte de colonialismo científico mediante el cual botánicos y zoólogos europeos describían las plantas españolas en lugar de que lo hiciesen los nuestros. Esto no es muy difícil de entender si tenemos en cuenta que España cuenta con la flora más rica de toda Europa (quizá con el permiso de Grecia) y que era un pastel golosón, golosón para los naturalistas decimonónicos que se atreviesen a cruzar los Pirineos. Por otra parte cabe recordar que los españoles estábamos liados con otros asuntillos, poniendo y quitando reyes, inquisiciones varias y nuestras cosicas, por lo que a la cosa científica nadie le hacía ni caso. Pero ya estoy desvariando otra vez.

Si cogemos el Prodromus jarepeich y su suplemento y buscamos a nuestra amiga la Krascheninnikovia (alias Eurotia ceratoides, en este caso) encontramos esto:

Efectivamente, Willkomm interpretó correctamente la Atriplex assoi de Dufour (Duf.), valora en su justa medida esta planta que él conocía bien y que no duda en calificar de speciem rarissimam y la localiza en los Monegros, entre Zaragoza y Fuentes [del Ebro]. Si buscamos un poco más…

vemos que nos cuenta su distribución al completo (Moravia, Siberia, Mongolia, alrededores del Mar Caspio, Cáucaso, Persia, Arabia e Indias Orientales) y ¡sorpresa! Una localidad en Granada: inter Guadix et Fiñana, ¡en plena comarca del Marquesado! Esta región, al norte de Sierra Nevada, continental y bastante seca, reúne teóricamente las condiciones para la vida de esta planta que se comentaban con anterioridad, y junto on otra localidad en Teruel constiuía el tercer y último núcleo ibérico de este bomboncito botánico (que en realidad fue el primero en descubrirse, pero eso es otra historia). Casualidades de la vida, es precisamente aquí donde se rodaron algunas escenas de “Doctor Zhivago” que pretendían evocar con bastante buen tino la Siberia profunda.

Pese a que otros botánicos además de Willkomm la habían encontrado en Granada en distintos momentos del siglo XIX, fue llegar el siglo XX y a partir de 1917 de las Krascheninnikovias de Granada nunca más se supo. La población más occidental de la distribución de esta especie fue dada por extinta hace ya muchas décadas.

Sin embargo, hace un par de años se publicó el redescubrimiento de la especie en la clásica localidad granadina: un par de intrépidos botánicos se dispusieron a encontrar la quenopodiácea peluda a toda costa, y para ello hicieron un razonamiento sencillo. Puesto que la planta es citada con frecuencia en el siglo XIX, no debía ser escasa ni vivir en lugares muy recónditos. De hecho, sabiendo que los botánicos también son personas, no vuelan, y suelen tener mucho lío cuando van de campaña recolectora, es bastante probable que recogiera Krascheninnikovia en la cuneta del camino. ¿Merece la pena comprobar que el camino inter Guadix et Fiñana no era el mismo en el siglo XIX que el que se recorre en la actualidad? ¡Bingo! Con la llegada de las carreteras asfaltadas y el automóvil se construyó una nueva carretera que une ambos pueblos y que no coincide con el camino antiguo que entró en desuso en el siglo pasado y que constituía la vía comercial entre Granada y Almería. Nuestra amiga era fácilmente accesible a los viajeros de la época, y pasó inadvertida durante casi un siglo para los botánicos que, deslumbrados por la impresionante flora de Sierra Nevada, no se tomaron la molestia de herborizar en profundidad el Marquesado. Y de esta forma la llegada del asfalto se relaciona con Kamchatka y con el médico de Napoleón a través de Krascheninnikovia ceratoides, como prometíamos al principio.

Finalizada la divagación, queda el enigma: ¿Cómo llegó hasta Los Monegros y el Marquesado una planta de las estepas asiáticas? Hay varias hipótesis:

Hipótesis preglaciar: Cuando se secó el Mediterráneo, durante el periodo Messiniense, extensísimas regiones muy continentales y áridas quedaron expuestas formando un “corredor estepario” entre Oriente Medio y el resto de las áreas donde se encuentra en la actualidad. Esta es la posibilidad más factible.

Hipótesis glaciar: Durante los periodos glaciares del Cuaternario también podrían haberse formado corredores secos y continentales, tanto en el sur de Europa, como en el Norte de África, que permitiesen a la Krascheninnikovia su espectacular migración.

Hipótesis “yo llevo las plantas donde quiero”: Basándose en la presencia de la planta cerca de antiguos enclaves árabes, así como en el nombre común que recibe en Aragón (Alarba), hay quien postula que en realidad fueron los árabes los que la trajeron a Iberia durante la Edad Media, aunque la ausencia de usos tradicionales hacen de esta hipótesis la menos plausible.

Distribución conocida de la alarba en la Península Ibérica

Hoy en día sabemos que la Krascheninnikovia ceratoides lleva asociados varios invertebrados que viven a sus expensas y que incluso también presentan una distribución disyunta como la de la planta hospedadora, lo cual sólo sirve para aumentar el interés biológico de este matojo. En la actualidad está incluida en el catálogo de especies en peligro de Aragón y Andalucía. Sus principales amenazas son la expansión de los regadíos, el pastoreo incontrolado y los complejos de casinos.

Bibliografía:

COSTA, MORLA & SÁINZ (2000). Fitoecología y corología de Krascheninnikovia ceratoides en el Valle del Ebro. Actas del Congreso en Homenaje a Francisco Loscos Bernal. Instituto de Estudios Turolenses. 497-511

DOMÍNGUEZ, FRANCO, GALICIA, MORENO, ORUETA, SÁINZ & BLASCO (2001). Krascheninnikovia ceratoides (L.) Gueldenst. (Chenopodiaceae) en Aragón (España): algunos resultados de su plan de conservación. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. 96(3-4): 15-26

DEL RÍO & PEÑAS (2006). Krascheninnikovia ceratoides (L.) Gueldenst., redescubierta en el Marquesado del Zenete (Granada). Acta Botanica Malacitana 31: 200-202

WILLKOMM & LANGE (1870). Prodromus Florae Hispanicae seu synopsis methodica omnium plantarum in Hispania sponte nascentium vel frequentius cultarum quae innotuerunt

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19 comentarios en “Moraleja: si vas a buscar plantas, no te quedes sólo en la cuneta

  1. Una entrada fascinante, de esas de releer!!

    Pero se me ocurre una cosa, conociendo las habilidades viajeras de otras quenopodiaceas -aunque esta familia siempre la evité en mis excursiones herborizadoras, por su dificultad a la hora de la identificación-, no es factible el trasnporte por aves migratorias, las estepas son pasos por estas aves, que aprovenchan los boom estacionales y después se va a lugares mejores.
    En mi más absoluta ignoracia entiendo que si una planta llegó aquí en períodos tan pretéritos, ya habría cambiado al menos a sub-especie, no?

  2. Xema: La verdad es que en la bibliografía de la que dispongo no se menciona nada sobre la dispersión de la planta. Atendiendo a sus frutos peludos yo me atrevería a especular que no deben ser muy apetitosos para las aves y que son más bien anemócoros, pero incluso aunque fuesen, en efecto, dispersados por aves o ganado, el planteamiento seguiría siendo el mismo: ¿qué ruta siguió y cuando? Dado el caso que planteas, muchas aves esteparias podrían haber extendido hacia el occidente su área de distribución a lo largo de un Mediterráneo desecado, trayendo consigo semillas de plantas lejanas, con lo que estamos en el postulado de la hipótesis preglaciar igualmente. Una dispersión reciente trans-mediterránea parece poco probable, si es eso a lo que te refieres. Dar respuesta a esta cuestión es algo asequible para los medios de hoy en día mediante un estudio filogeográfico (que yo sepa no se ha hecho para esta especie y, desde luego, promete resultados muy jugosos).

    La tasa de evolución de distintas especies puede ser muy variable. Desde luego no parece que nadie haya descrito una subespecie distinta sobre los materiales ibéricos; la Krascheninnikovia de aquí debe ser muy similar a la asiática. No es especialmente llamativo que la planta esta no haya especiado en su viaje a occidente, diría yo.

    Así que evitabas herborizar quenopodiáceas, ¿eh, pillín? Bueno, no creo que nadie se extrañe :-P

  3. No se, es que se me hace raro que una planta se haya dispersado en un periodo de cambios tan brutal de la tierra y no haya cambiado nada.

    Yo estaba pensado que se transportarían en el plumaje de las aves, gracias a su plumosidad, no me extrañaría que aves tipo avutarda, o pequeños frigílidos esteparios la usaran como material para sus nidos, no se, las posibilidades son enormes desde luego.

    Las quenopodiaceas y yo siempre tubimos una mala relación, en todos mis herbarios de malashierbas -así es como denominamos a todo lo que no es leñoso o perenne en mi rama- hay un tremendo hueco en quenopodios y poligonaceas….
    La geobotánica es un tema apasionante, conozco bien la flora arvense y ruderal de la andalucia más oriental, que es donde me formé en este aspecto. Pero cuando me trasladé de nuevo a Cádiz, me dí cuenta de lo intrincado de las distribuciones y de lo que queda por saber, en menos de 300km la flora es totalmente diferente, al menos ruderalmente hablando. Uno de los ejemplos que más me fascina es el Hedysarium cononarium, una leguminosa que crece profusamente en pirmavera por todas las cunetas de aquí a Sevilla, y allí deja se aparecer… a saber porque…

  4. Hace tiempo escuché una de esas curiosidades de la Historia que también ligaba a Napoleón, las carreteras y otra planta…

    No se si será cierto pero en la guerra de independencia en España contra Napoleón, el de Córcega sufrió muchas bajas por culpa del hambre y de la ignorancia de la flora.
    Los soldados franceses acuciados por el hambre se comían cualquier hierbajo que encontraban a su paso y muchos murieron por ingestión de una planta, que actualmente se planta muy a menudo en las medianas de las autopistas…

    Un dato curioso, y aunque conozco la planta cuando la veo en las carreteras, no sabría decirte cuál es el nombre científico de la misma.

    Un saludo

  5. Xema: supongo que a ti te convence más la hipótesis glaciar, que es más cercana en el tiempo, y entiendo tu razonamiento porque de hecho es una de las hipótesis que se manejan. Sin embargo, que no te extrañe que el reloj evolutivo funcione a ritmos muy diversos: hay muchos ejemplos de plantas que no han especiado pese a manifestar una disyunción semejante que data de tiempos muy anteriores al Messiniense, del mismo modo que las hay de especiación realmente mucho más reciente. Ninguna de las dos opciones es descartable. Mientras no haya un estudio filogeográfico de por medio, nos dedicaremos a especular (muy sanamente, eso sí), y puestos a hacerlo, lo de las aves sigue sin convencerme. Yo a las esteparias las veo más bien sedentarias o migradoras norte-sur: el viento es un agente de dispersión sobradamente eficaz para explicar esta disyunción.

    Irreductible: esa historia me suena, pero un poco distinta. Como bien dice Xema, si es un arbusto de flores rosas que está en casi todas las medianas, muy probablemente hablas de la adelfa. Yo había oído que fueron los españoles de las guerrillas los que echaron adelfa en la comida de los caballos franceses, y que eso fue lo que acabó provocando bajas, pero vete tú a saber si eso pasó de verdad o no. Entre otras cosas por aquel tiempo la adelfa no se plantaba en cualquier carretera, sino que estaría más restringida a su distribución natural, así que ese capítulo sólo podría haber ocurrido en Andalucía y zonas costeras del Levante. Habría que contrastarlo con alguna fuente fiable, aunque como chascarrillo para el bicentenario de la guerra de la independencia no está mal.

  6. En la entrada sobre la adelfa en la Wikipedia cuentan lo siguiente:

    Existe la anécdota de que en España en tiempos de la ocupación francesa por tropas napoleónicas y que consistió en una invitación por parte de los españoles a una abundante comida a los soldados de Napoleón , en la que, en los preparativos de la carne se usaron estacas peladas de adelfa para ensartarla y asarla, lo que provocó una gran mortandad en la tropa napoleónica.

    No se citan fuentes, pero de ser verdad es una forma muy ingeniosa de envenenar franceses (resulta difícil creer que se pusieran a comer adelfas de forma espontánea; en ese caso verdaderamente merecían morir envenenados)

  7. Por Valencia se decía hace tiempo: «Xiquetes de les covetes/si voleu matar un lladre/poseu aigua a la serena/amb fulletes de baladre» O, lo que es lo mismo: «Muchachas de las cuevecillas/si queréis matar a un ladrón/poned agua a la serena/con hojitas de adelfa».

    En «El Rodaballo», Günther Grass cuenta otro envenenamiento culinario de franceses, esta vez con un relleno de setas. Es que a nuestros vecinos les perdió la gastronomía…

  8. Pingback: Tras la pista de la Leuzea rhaponticoides « Diario de un copépodo

  9. Casualidades de la vida, hace dos días he tenido la fortuna de conocer en persona a la Krascheninnikovia ceratoides, y gracias a esta entrada, he podido apreciarla y disfrutarla un poco más.

  10. Pingback: El “regreso” de dos viejos conocidos « Diario de un copépodo

  11. Pingback: El gazapo botánico de Tarantino – Diario de un copépodo

  12. Increible hallazgo el post. No conoceré a Eurotia en persona. Pero la sobrevolare muchas veces yendo desde Bcn a Canarias. Me gusta mucho el modo de redactar interrelacionar y amenizar la ciencia que ejerces. Un saludo

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