Este fin de semana hemos estado en Boston muy bien acompañados por Eulez y Juliacgs que pasaban por allí de vacaciones (sin olvidar la cortesía de César). Es una de las ciudades más “históricas” de los Estados Unidos y un lugar muy agradable de visitar, donde al contrario que en Hartford hay gente por las calles incluso los fines de semana. De todos los encantos que la ciudad puede ofrecer, además de pasear por su puerto, sus calles y sus parques, disfrutamos especialmente del New England Aquarium. Tiene un enorme tanque central de varios pisos de altura que recrea los arrecifes coralinos del Caribe, un pequeño pingüinario y una exposición muy interesante dedicada a distintas especies de medusas. En suma, un sitio muy recomendable que visitar si se pasa por Boston.
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La actividad estrella de estos días fue, sin embargo, un avistamiento de ballenas (whale watching). Desde Boston y otros puertos de la costa de Massachusetts hay posibilidad de pagar por acercarte en un barco al santuario de Stellwagen (izquierda), una extensa región marina protegida frente a la costa de Nueva Inglaterra, declarada reserva biológica en 1992.
La importancia de esta área se debe a las surgencias de aguas profundas ricas en nutrientes. Estos afloramientos suelen estar muy localizados en determinadas zonas de los océanos y tienen una enorme repercusión biológica, ya que los aportes de nutrientes provocan explosiones de vida planctónica, que se suele traducir en enormes cantidades de larvas trocóforas, eufausiáceos, copépodos y demás moradores del plancton marino, fuente de alimento para animales más grandes. Grandes bancos de peces y cefalópodos encuentran aquí su alimento, al igual que las ballenas: es en estos afloramientos donde encuentran el krill que necesitan para vivir.
Ni cortos ni perezosos los yanquis han montado toda una industria alrededor de la observación de ballenas que, sinceramente (y obviando la evidente paradoja que supone poner en duda la actividad a la vez que participo de ella) parece bastante masificada. Ignoro si la flota de barcos, llenos hasta los topes, que salen de Boston y alrededores varias veces al día afectan a la vida de las ballenas, pero por otra parte hay que decir que sí que da la sensación de que es una actividad controlada. Al menos en nuestro barco se llevaba un control de los avistamientos con propósito científico y la tripulación parecía conocer muy bien aspectos de su biología y tomarse en serio la conservación de estos animales. En todo caso el barco se llena hasta la bandera y para conseguir un buen sitio tienes que tener suerte y un poco de morro. Eso sí: de una forma u otra, todo el mundo acaba bien ballenas, y las ve bien y de cerca.
Salimos del puerto a eso de las 14:30, y en unos tres cuartos de hora, después de atravesar la bahía, llena de islas plagadas de gaviotas y cormoranes, nos plantaron en el santuario de Stellwagen y comienzó la espera. Por la zona se pueden observar diversas especies de cetáceos, tanto de odontocetos (cetáceos con dientes) como de misticetos (cetáceos con barbas), pero la especie estrella sin lugar a dudas es la ballena jorobada, yubarta o ‘humpback whale’, que la llaman ellos, aunque Megaptera novaeangliae es su nombre oficial. No tardaron en aparecer varios de estos bicharracos que pueden medir más de 20 metros y pesar 90 toneladas, si bien normalmente se quedan en 15 metros y 40 toneladas. Aunque todos tenemos en mente los saltos espectaculares que pegan estos cetáceos, lo más frecuente suele ser que se les vea en el momento en el que salen a respirar, lo que ocurre cuando uno menos se lo espera, o como mucho avisado por masivos borbotones de burbujas previos. Lo normal es que la ballena jorobada asome de improviso sus orificios nasales, expulse una espectacular exalación, tome de nuevo aire y vuelva a sumergirse (no es nada fácil hacer buenas fotos). En este proceso se advierte durante un tiempo su perfil dorsal, algo giboso como el nombre de la especie da a entender, con una pequeña aleta.
Este perfil es suficiente para identificar la especie de cetáceo en cuestión para la gente que sabe de esto, pero además, los tubérculos que cubren su cabeza y otras marcas sirven para identificar a los distintos individuos (algo muy difícil de hacer con los cetáceos) por lo que es una de las especies de ballena más estudiada y mejor conocida.
Al volver a sumergirse, la ballena puede regalarnos unas emocionantes vistas de su cola antes de volver a sumergirse.
Se trata de una de las especies de misticetos de más amplia distribución, presente en todos los océanos del Mundo. De cuerpo entero resulta fácil de reconocer por sus larguísimas aletas pectorales.
Foto: Wikicommons
La ballena jorobada sólo se alimenta en verano. La ingente cantidad de kril que consume hace muy difícil que estos mamotretos puedan permanecer en grandes grupos, sin embargo ocasionalmente sí se pueden avistar dos o tres individuos juntos, generalmente una hembra y su cría, ocasionalmente acompañados de algún macho.
Debido a la secular persecución que ha sufrido esta especie por parte de la industria ballenera, fue incluida en la Lista Roja Mundial de especies amenazadas, si bien su número se ha recuperado considerablemente en los últimos años. Eso no impide que aún sea considerada una especie amenzada en los Estados Unidos.
Enlace muy recomendable: Humpback Whale (Wikipedia inglesa) con archivos de sonido con sus cantos y mucha información de su biología.
Este post está dedicado a «Tectonic», nuestra ballena preferida.
Qué suerte! Gracias por compartirlo.
Por mucha molestia que suponga para las ballenas la masificación de turistas, siempre será mejor que si las arponean. Supongo que en el equilibrio está la clave, explotarlas turisticamente las hace rentables económicamente y favorece su conservación, luego solo hay que vigilar no pasarse y evitar acabar matando a la gallina de los huevos de oro.
Por otro lado, cuando no se persigue y dispara a los animales, es sorprendente lo bien que toleran la presencia humana. Este finde estuve fotografiando cabras montesas (Capra pyrenaica) en Sierra Nevada, y sorprende cómo dejan que te acerques a 8-10 metros de distancia sin inmutarse. Esto es porque llevan años viviendo en un entorno protegido donde la gente no supone una amenaza. En cambio en el Pirineo, en las zonas de caza mayor, los sarrios salen despavoridos cuando te ven a varios kilómetros de distancia. Esos mismos sarrios, en el entorno protegido del Parque Nacional de Ordesa, los he visto quedarse ramoneando a 6 o 7 metros de distancia. Que cada uno saque conclusiones.
Que envidia me das Copépodo… jejejeje. ¡Quien pudiera estar ahora avistando ballenas en vez de mandando a callar a una panda de alumnos incorregibles! jejejeje. Un saludo! ;)
¡TECTOOONICCC! (dígase con acento yanqui-nasal)
Nada, estuvo bien. Una pena que «these animals», como decía la «naturalista» que venía en el barco, no se acercasen más. Muy bonitas las fotos, costó conseguirlas, eh? con todo el mundo corriendo de un lado para otro.
En cuanto a la masificación, es lo que dice Macroinstantes. En realidad el turismo es una cosa buena, porque es una actividad pacífica donde la gente va, se deja el dinero y se pira. A veces turistear es aburrido por lo de la masificación y a veces se está al límite de dañar lo que se visita de tanta gente que lo hace a la vez. Pero no creo que este sea el caso. Estos «animals» ya han demostrado que son unos tipos resistentes. Seguro que pueden aguantar a unos cuantos homínidos haciéndoles fotos.
Jo, qué maravilla. De pequeño alucinaba una y otra vez con un libro de Elige tu propia aventura titulado «Tu clave es Jonás», que iba de espías rusos, CIA y ballenas gibosas de esas. La clave estribaba en averiguar el lenguaje secreto de las ballenas…
mooooola, al final conseguiste buenas fotos, al menos desde aquí parece dificil, que envidia, aunque como las del «dragón azul de Petra» jeje
Como estos últimos meses…solo da envidia! Es normal que atraiga turismo…la próxima vez te vienes a ver ballenas a la costa de Gales (Wales in Whales, funny eh?) donde se ve Balaenoptera acutorostrata y calderones a puñaos…Eso sí, hace gris.
Pues sí es verdad, qué asco doy ¿no? Para la próxima un poco de lo sosainas que son los yanquis, o algo así para compensar.
Pues sí, monsieur Copépodo. Que los que tenemos una vida gris sin necesidad de ir a Gales, cada día nos cuesta más levantarnos por la mañana, sin tener siquiera la garantía de que acaecerá un presunto apocalipsis zombi que nos salve del tedio y la rutina.
¿Y no tienes nada más que decir de Boston? A mí me encantó esa ciudad… y especialmente en domingo.
¡Ayyyyssss! ¡Qué jetlagazo tengo!
Pero ha merecido la pena, entre otras cosas, por hacer la excursión ballenera… Por cierto, ¡gracias por el post, Copépodo! Seguro que en los próximos meses nos acordaremos muchos de esa divertida tarde en el acuario y en compañía de Tectoooonic.
De todos modos, la próxima vez nos liamos la manta a la cabeza y nos cogemos una barquichuela como la de la foto, que a mí los turistas corriendo en plan desaforado, cámara en mano, de babor a estribor también me saturaron un poco, sobre todo al principio.
Por cierto, ¡qué bonitas las fotos!
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