2. Flora
En la segunda entrega de esta miniserie voy a ilustrar superficialmente cómo es la flora que podemos encontrarnos en un paseo por los bosques de Nueva Inglaterra. Por desgracia, mi visión está muy limitada, tanto por los lugares que pude visitar en mi tiempo libre (demasiado escasos como para representar toda la región) como por la época del año, ya sin flores. Por tanto esta entrada de nombre tan rimbombante se queda reducida sobre todo al ámbito de las leñosas y los helechos, pero menos da una piedra.
Todas las fotos se pueden ver ampliadas clickeando para mayor detalle.
Los árboles, verdaderos protagonistas de los densos bosques de Nueva Inglaterra, resultan familiares al naturalista europeo, que no encontrará difícil identificar los distintos géneros aunque disfrutará del «exotismo» de especies muy distintas. Otro aspecto a tener en cuenta es que, en general, Europa suele presentar una diversidad un tanto empobrecida en ciertos linajes de organismos si se compara con Norteamérica. Esto se debe a que, si comparamos el relieve de ambos continentes, las grandes cordilleras norteamericanas (Apalaches y Rocosas) son predominantemente norte-sur mientras que sus equivalentes europeas (Pirineos, Alpes, Cáucaso,…) son este-oeste. Durante las glaciaciones estas barreras actuaron como obstáculos geográficos para la migración de muchos organismos provocando la extinción de aquellos que no pudieron sortearlos con éxito una y otra vez. Para muestra un botón: los bosques mixtos (integrados por una mezcla de árboles, a veces superando la decena) son habituales en el continente americano, de forma especialmente llamativa en algunas regiones centrales de los Apalaches; en Europa, por el contrario, es habitual que hablemos de «hayedos», «robledales» o «pinares», bosques donde una especie es claramente la predominante.
Comencemos el repaso con algunas de las frondosas más frecuentes: los robles. El género Quercus está bastante diversificado en la región y se citan unas 16 especies, todas ellas caducifolias. Al igual que aquí son frecuentes las hibridaciones y no siempre es fácil identificarlos, pero a grandes rasgos es fácil diferencias dos grandes secciones: la del roble rojo (Rubra) y la del roble blanco (Alba).
La sección Rubra comprende robles cuyas hojas presentan en su margen unas (a veces sutiles) cerdas puntiagudas. Sus bellotas tardan dos años en madurar y el follaje suele ser muy rojizo y oscuro en otoño. No es fácil distinguir las distintas especies pero en las zonas que visité, y atendiendo principalmente a caracteres de las yemas, distinguí Quercus rubra, Q. palustris, Q. velutina y Q. coccinea.
Hojas de Quercus rubra y Quercus palustris
La sección Alba la integran robles con hojas de margen lobulado a entero pero nunca con cerdas espinosas. Sus bellotas maduran en un año y adquieren colores pardos o amarillos en otoño. Algunos ejemplos: Quercus alba (a la sazón el árbol oficial de Connecticut) y Q. bicolor.
Hojas de Quercus alba y Quercus bicolor
Siguiendo con géneros que nos son familiares: hay un haya que adquiere mucho protagonismo en las «Green Mountains», Fagus grandifolia, y betuláceas como Carpinus caroliniana, Ostrya virginiana, Alnus incana, Corylus americana ¡y hasta una docena de especies de abedules! (género Betula). También hay una buena representación de arces (8 especies nativas) entre las que destacaría Acer rubrum, de espectacular color rojo vivo en otoño, y Acer saccharum, árbol nacional de Canadá y de cuya savia se obtiene el verdadero, genuino y delicioso sirope.
Fagus grandifolia, Carpinus caroliniana, Acer rubrum
Por supuesto hay que añadir álamos, sauces, castaños y otros muchos árboles familiares, pero pasemos a cosas un poco más especiales. Algunos de los géneros que voy a mencionar a continuación no están presentes en Europa pero lo estuvieron en la era Terciaria, antes de la masacre glacial, y otros son más propios de zonas continente americano. Así tenemos Hamamelis virginiana, Sassafras albidum (una aromática laurácea de la que se suele obtener una infusión), o integrantes de los géneros Morus o Liriodendron. Merece la pena, además, mencionar que algunos de los géneros mencionados también están presentes en el Este de Asia.
Esta disyunción Este de Noerteamérica-Este de Asia fue destacada por algunos botánicos del siglo XIX, entre ellos el estadounidense Asa Gray (que llegó a destacar que, florísticamente, el este de Norteamérica es más similar a Japón que al oeste norteamericano), por lo que a veces se emplea su nombre al nombrar esta distibución. La así denominada «disyunción Asa Gray«, en realidad no suele ser producto de vicarianzas recientes, sino de distribuciones terciarias de géneros de amplia distribución por todo el Holártico que fue fragmentándose por las perrerías pleistocenas hasta quedar acantonadas en estas dos regiones.
Unos protagonistas muy conocidos de esta disyunción son los nogales del género Carya, presentes, efectivamente, en el este de Asia y Norteamérica y ausentes de Europa. Sus nueces son muy apreciadas y están muy ricas y se reconocen distintos nombres en función de la especie, como «hickory» o «pecan«.
Carya ovata, un nogal americano
Pasando a las coníferas, la verdad es que no tienen un protagonismo muy llamativo en el paisaje a la altura de Connecticut, pero como se comentó en la entrada previa de la serie, de hecho hay transiciones interesantes con la taiga canadiense hacia el norte, especialmente en las montañas, con abetos, pinos y píceas. Los habituales que pudimos ver con frecuencia un poco más abajo son Pinus strobus (el «pino blanco», de piñas largas y cinco acículas por braquiblasto) y Pinus rigida (o Pitch pine, de tres acículas por braquiblasto).
Pinus strobus y Pinus rigida
A los pinos se le suman Juniperus virginiana, Tsuga canadensis o Thuja occidentalis. Por desgracia no puder ver esos fantásticos pantanos con Taxodium distichum, ya que no alcanzan Nueva Inglaterra, pero sí disfruté de un ecosistema algo similar en el llamado «Santuario de los Rododendros» (en Pachaug State Forest, CT): un área encharcada dominada por Chamaecyparis thyoides, Tsuga canadensis y sotobosque de rododendros (Rhododendron maximum, Kalmia latifolia).
Chamaecyparis thyoides, Rhododendron maximum y Kalmia latifolia.
Los arbustos son igualmente diversos. Para no alargar esto demasiado los ilustro con un par de géneros que, de nuevo, nos son bastante conocidos, pero cuya diversidad norteamericana nos sorprendería, y muchas de sus especies adquieren mucho protagonismo en los sotobosques: Ilex (el género del acebo), con cinco especies, tanto caducifolias como perennifolias, que a menudo guardan escaso parecido con nuestro familiar acebo; y Viburnum (el género del durillo), con 11 especies, nada menos.
Ilex verticillata (un acebo caducifolio) y Viburnum lantanoides (parecido a nuestro V. lantana, como su nombre indica)
Para acabar con las fanerógamas, un breve comentario acerca de la presencia de especies introducidas: al tratarse de un área que ya lleva a sus espaldas una nada despreciable historia de interacción con el ser humano, no es raro que, especialmente en áreas más o menos pobladas nos encontremos con especies exóticas, algunas de ellas europeas, irónicamente (como Acer platanoides).
Euonymus alatus y Berberis thunbergii, dos plantas asiáticas naturalizadas en Nueva Inglaterra
Algunas pinceladas criptogámicas: en los bosques hay un buen elenco de helechos, la mayoría de ellos de géneros que nos resultan familiares. El helecho más llamativo (y raro) del área es Lygodium palmatum, una preciosidad que recuerda más a una hiedra que a un helecho y que es propio de Nueva Inglaterra. Una pena no habérmelo encontrado. Unas fotillos de algunos que sí pude ver, incluyendo los licopodios (bastante abundantes, por cierto):
De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Polypodium appalachianum, Polystichum acrostichoides, Huperzia lucidula y Dendrolycopodium hickeyi
Los briófitos son todo un mundo aparte, y no tan fáciles de fotografiar, y aunque sus áreas de distribución suelen ser más extensas que las de las plantas vasculares, también es posible encontrar especies cuyos géneros conocemos pero que no están presentes en nuestro entorno, como Climacium americanum.
Leucobryum glaucum y Climacium americanum
Y para terminar con este capítulo: los hongos,que aunque no son precisamente mi especialidad, sí que se dejan ver en todo su esplendor durante el otoño.
Polyporus versicolor y Scleroderma citrinum
Y con esto doy por terminada esta pequeña aproximación florística. Próximamente: la fauna.
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La naturaleza de Nueva Inglaterra contada para europeos:
Muy interesante tu explicación sobre las consecuencias de las glaciaciones en la flora.
Preciosa entrada, y más aún para los aficionados a la botánica.
Genial como siempre. Tan solo poner en su conocimiento que al hablar de los ilex, hay una pequeña errata: «cinco especies, tanto perennifolias como perennifolias». Nada, que me he levantado quisquilloso esta mañana… Feliz Navidad!
Pues sí, en qué andaría yo pnsando. ¡Gracias por avisar!
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Ilex verticilata tiene una aparición realmente estelar en la película de Shyamalan «el bosque».
Ahora lo que me ha dejado descolocado es que metas a las Hamamelidaceas dentro de las Fagaceas, no están ni siquiera en el mismo Orden. Por estas fechas los bosques de Hammamelis deberían de empezar a estar en su máximo esplendor así que quiero un reportaje gráfico completo…
Pvaldes: pues no sé en qué estaría pensando, la verdad. Muchas gracias por la corrección.
Hola! pretendo ir en el proximo octubre a recorrer Nueva Inglaterra y me sirve mucho tu conocimiento y experiencia en esta zona privilegiada del planeta. Muchas gracias por compartir tu saber.
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