Continuando con el material acumulado durante estos días en la Palma (siento estar tan monotemático), paso a contaros cómo nos fue el asunto del buceo. Efectivamente conseguimos sacar unas horas para bautizarnos en el Atlántico, que estuvo lleno de nuevas experiencias, así que continuando con mi hábito de hacer crónicas de mis inmersiones (::1::, ::2::), aquí tenéis la que toca esta vez.
Acostumbrados al buceo en mares interiores (Mediterráneo, Caribe, Mar Rojo), calentitos y tranquilos, la primera novedad de bucear en Canarias fueron los 18ºC del agua primaveral. Al final de la segunda inmersión ya se empezaba a echar de menos estar sequito y en la costa. Además, el tiempo no estuvo del todo favorable: durante los días anteriores el mar anduvo un tanto picado, y a pesar de que el día en cuestión la cosa se había tranquilizado bastante, había mar de fondo (que para el que bucea se traduce en un molesto vaivén contínuo) y por lo tanto mucho material en suspensión y una visibilidad relativamente mala, de sólo 15-20 metros (esto empeora mucho la calidad de las fotos). Como además, uno es marinero de agua dulce, me mareé bastante en la barca. A pesar de todo la experiencia fue muy interesante y pudimos ver bastantes cosas.
Un primer comentario sobre el área de inmersión, al oeste de la isla, cerca del Puerto de Tazacorte. Se trata de un área muy adecuada para practicar el buceo por varias razones. La primera es que se encuentra al abrigo de los vientos dominantes (los alisios del noreste). Además, las corrientes son menos intensas en esta zona, ya que en los estrechos que se forman entre las distintas islas el flujo del agua es más rápido. Por último, la temperatura del agua del archipiélago tiende a aumentar conforme nos alejamos del continente africano, ya que cerca de esta costa hay una corriente de agua fría.
En cuanto a los fondos, eran rocosos, así que no tuvimos ocasión de ver ninguno de esos sebadales (praderas de la fanerógama marina Cymodocea nodosa) que tanto parecen entorpecer a algunos politicuchos canarios. Estos fondos de roca están normalmente cubiertos por distintas especies de algas, a excepción de las zonas en las que prolifera el erizo de mar Diadema antillarum, un voraz herbívoro que a menudo deja las rocas totalmente peladas de algas dando lugar a los llamados «blanquizales». Su proliferación es un verdadero problema en algunos lugares del archipiélago y hay voluntarios que se dedican a erradicarlos, pese a todo no he leído en ningún sitio que el erizo en cuestión sea una especie invasora en sentido estricto.
Diadema antillarum
Había bastantes peces: doncellas, roncadores, sargos, lábridos, y las vistosas viejas, pero los que más disfrutamos fueron los jureles, que formaban bancos numerosos a los que te podías acercar mucho.
Jureles (Pseudocaranx dentex)
Lo mejor (¿acaso lo dudábais?) son, como siempre, los invertebrados. Aunque la profundidad a la que bajamos no era suficiente como para poder admirar las paredes llenas de coral negro, me quité un poco el gusanillo con la gorgonia roja (Leptogorgia ruberrima) y con alguna liebre de mar (Aplysia dactylomela).
Y de regalo, un fascinante poliqueto: Hermodice carunculata, el «gusano de fuego».
LA parte más interesante de la segunda inmersión fue el interior de una cueva, o mejor dicho, de un enorme arco de piedra (entrar en cuevas es peligroso y sólo se debe hacer cuando se está debidamente instruido, y no es el caso). La oscuridad de este entorno favorece la presencia de otros organismos, y así, aunque a primera vista el fondo no tenía nada de particular, a la luz del flash se descubrían los colores de un mosaico de esponjas.
En uno de los rincones de la cueva pudimos ver una cosa curiosísima: una surgencia de agua dulce, que se podía percibir gracias a los borbotones que producía en la arena. Grabé un pequeño video; la calidad es bastante mala porque no me dejaba enfocar bien la arena.
Y básicamente, eso fue todo… bajo el agua, porque mientras nos desplazábamos entre un punto y otro nos topamos con una nueva sorpresa, muy agridulce:
Una preciosa tortuga boba (Caretta caretta) que había sufrido una herida con bastante mal aspecto producida por las hélices de alguna barca. La herida estaba llena de crustáceos parásitos y la tortuga apenas podía sumergirse. La recogimos y nos estuvo esperando en la barca mientras hacíamos la segunda inmersión. De regreso al puerto la recogieron y se la llevaron a un centro de recuperación de fauna en Tenerife, así que quizá esta historia tenga un final feliz.
¿No tienes el teléfono del centro de recuperación? Me da pena la pobre tortuga :(
Ay bribón, si yo sé muy bien lo que os gusta: os pongo un poliqueto y pasáis, pero os pongo a un pobrecito quelonio herido y se os hace el culo pepsicola. De hecho estoy intentando saber qué ha sido de ella, si me entero de algo os lo contaré.
No me esperaba que las aguas de Canarias tuvieran atractivo para el submarinismo, pues dada su orografía, son como montañas sobre el lecho del océano. A poco que te alejes de la costa, la profundidad debería ser considerable.
Hace dos años hice un viajecito en un submarino turístico por aguas de Gran Canaria. Estuvo bien por la novedad. Pero debo reconocer que vi bien poca fauna y flora. En cambio, basura no faltó.
Nunca había oído hablar de surgencias de agua dulce bajo el mar. Me figuro que provendrá bolsas de agua subterráneas y submarinas alimentadas por cavidades subterráneas provinientes de la isla, y por tanto, de agua de lluvia ¿no?
Hombre, las Canarias no tienen arrecifes de coral, ni las praderas de Posidonia del Mediterráneo, pero no le faltan atractivos, tanto de peces como de invertebrados. De hecho, la isla de el Hierro es posiblemente la meca española del buceo. Busca fotos en internet y verás.
Lo de la excursión en submarino, pues es como todo. Yo de niño hice uno parecido por las islas Medas, en Gerona y no vi nada, pero claro, es que para ver las paredes llenas de gorgonias de colores hay que saber dónde están… y sumergirte 25 metros. De la cloaca del Mar Menor a los fondos de Calblanque hay sólo unos kilómetros… y quién lo diría. Por suerte el españolito lo que sigue buscando es sol y playa.
Lo de la surgencia es un misterio para mí, yo tampoco había oído hablar de esas cosas. Durante la inmersión, de hecho, creía que había un bicho debajo, sólo en la superficie nos contaron qué era aquello que habíamos visto borboteando.
¡Qué bonitas las fotos! (El poliqueto mola un huevo, que lo sepas) ¡Pobrecita la tortuga!
¡Pobrecillos crustaceos! estaban tan tranquilo viviendo y vas tu y entregas la tortuga para que se los carguen.
No tiene que ver pero te dejo este video por aqui http://www.youtube.com/watch?v=HYIK1Idl-Og
Gracias, Julia
Maqu, ¡ese sí que es un comentario de un amante de los invertebrados, bravo! Sí, la canción esa ya la había oído.
Me gusta la tortuga… ¿se sabe algo de su recuperación?
Veo que te lo pasaste muy bien por estas islas (bueno, por aquella), ¡felicidades!
Notita informativa a cuenta de los erizos: actualmente hay dos opiniones entre los expertos; la primera nos dice que el erizo de lima (Diadema antillarum) vino desde el caribe, probablemente en alguno (o varios) de los numerosos barcos que han comunicado las Islas con el Caribe desde el «descubrimiento». La segunda (y que según tengo entendido es la más probable y la que tiene más apoyos entre los investigadores) es que no es una especie invasora, ha estado desde «siempre» por aquí, pero la degradación del medio (exceso de pesca, contaminación, etc…; por algún lado tengo una entrada sobre los blanquizales) ha eliminado (o casi) a sus depredadores naturales.
Muy adecuada la nota de los erizos, me disipa algunas dudas que tenía. Sigo sin noticias de la tortuga.
La entrada que te decía (http://infiernocanario.blogspot.com/2008/06/postea-en-verde.html); amplía un fisco más, aunque tampoco en exceso. Salud.