Seguro que alguna vez habéis visto alguna imagen de un ave con una anilla en la pata, y muy probablemente sepáis que se trata de una práctica con la que los ornitólogos investigan la biología de estas aves. Sin embargo quizá nunca hayáis tenido la ocasión de conocer cómo se realiza exactamente y en qué consiste el proceso. Como este bloj, además de divertidísimo y sin abuela, es más educativo que el puzzle de un mapamundi, hoy os voy a sacar de esa incertidumbre con este reportaje temático sobre anillamiento.
Aunque hay muchas formas de anillar, que dependen sobre todo del tipo de aves que se quieren capturar, la típica jornada de anillamiento empieza temprano, muy temprano, ya que hay que estar listo preferiblemente antes del amanecer en el área elegida, desayunados, sin legañas y con todo el equipo preparado. En las primeras horas del día es cuando la mayoría de la aves muestran su máxima actividad, y si queremos una jornada productiva hay que tenerlo en cuenta.
Prados donde se colocaron las redes el pasado sábado por la mañana
Influye también la meteorología. En el caso que nos ocupa se trató de una mañana fría y lluviosa de mayo en el valle del Lozoya, unas condiciones que distan mucho de ser las adecuadas, pero aún así la jornada fue relativamente fructífera. La zona escogida la ocupan unos prados muy húmedos junto al embalse de Pinilla recorridos por setos y lindes arboladas. De las distintas formas de captura se emplearon redes de unos 12 metros de largo, sostenidas por postes a modo de pancartas en las zonas próximas a las lindes donde había más actividad pajaril. Se trata de redes muy finas que pasan bastante desapercibidas para las aves.
La red colocada. No, no es fácil de ver
Para mejorar el éxito y dirigir las capturas hacia especies que resulten más interesantes para los anilladores, es muy habitual el uso de reclamos sonoros. No son imprescindibles, ya que en la red suelen caer aves de todas formas, pero es un recurso útil si se van buscando especies en concreto. En un MP3 se puede archivar prácticamente todos los reclamos que necesitemos; seleccionando uno de ellos en repetición continua y conectándolo a un altavoz, tendremos el reclamo deseado sonando junto a la red (izquierda).
Y después, a esperar. Periódicamente se van recorriendo las distintas redes colocadas, donde nos encontraremos con esto:
Normalmente, las aves que chocan contra la ella se quedan enredadas e inmóviles. Aunque pueden quedarse así durante muchos minutos sin sufrir ningún daño, conviene hacer que pasen por el mal trago lo más rápida e inocuamente posible, para lo cual entra en juego la habilidad y experiencia del anillador.
Las manos expertas del anillador sacan al pájaro de la red en menos de lo que desenredarías los cascos de vuestro iPod
Con cuidado, se desenreda al ave y se la coloca en una bolsa de algodón, o colector (izquierda). Además de mantenerle en la oscuridad (lo que evita que intente huir y aletear y pueda dañarse o fatigarse) mantiene el calor corporal del ejemplar, que puede permanecer sin peligro aquí sin sufrir innecesariamente. Una vez más (y pensando también en posibles pollos o huevos que tenga que atender), se intenta que, pese a todo, las aves pasen sólo el tiempo estrictamente necesario siendo manipuladas.
Una vez trasladada el ave a la zona deseada, donde no se interfiera con las redes, comienza el anillamiento propiamente dicho. Lo primero es colocar la anilla, de la que hay varios diámetros disponibles en función del tamaño del ave, lógicamente.
Anillas listas para ser usadas
Zorzal (Turdus philomelos) en un momento crucial de su vida
Cada anilla incluye un remitente que permite identificar la entidad que produce la anilla (en el caso de España puede tratarse de la Sociedad Española de Ornitología, o del antiguo ICONA, por ejemplo) junto a un número que nos permitirá identificar de forma inequívoca al especimen capturado.
Carbonero (Parus major), recién anillado
Seguidamente se procede a tomar una serie de datos estandarizados sobre el animal, entre los que se incluye evidentemente, la especie y el sexo.
Algunas de las perrerías que se les hace a las aves en beneficio de la ciencia: arriba, midiendo la longitud de las rémiges primarias y el tarso; abajo pesando a un carbonero y comprobando a soplido limpio la presencia de una placa incubatriz en una curruca mosquitera. Dos anilladores experimentados pueden completar el procedimiento en apenas dos minutos.
De vital importancia son los datos del plumaje. No sólo la longitud máxima de las rémiges primarias (normalmente la tercera) y de las rectrices, sino el patrón de muda, ya que es este dato el que permite, en muchas especies, estimar la edad, o al menos conocer si el individuo ya se encuentra en edad reproductiva.
Curruca capirotada (Sylvia atricapilla)
Otros datos son el peso, la presencia de una placa incubatriz (diferenciación de la epidermis en la zona pectoral que se usa para mantener calientes los huevos en especies que los empollan) o el grado de acumulación de grasa (muy informativo durante las migraciones).
Una vez que se tiene registrada convenientemente toda la información, se libera al animal, que huye despavorido sin haber sufrido ningún daño, aunque después de haber pasado el susto de su vida.
Mirlo (Turdus merula), por fin libre
Los datos recopilados por los anilladores los reune el ministerio y están libremente accesibles para los investigadores. La información obtenida de esta forma es valiosísima, especialmente si se tiene en cuenta la gran cantidad de anilladores que constantemente (y de forma voluntaria) contribuye a nuestra mejora del conocimiento ornitológico.
Carbonero (Parus major) y herrerillo (P. caeruleus)
Si el anillamiento en sí supone mucha información, imagináos lo valiosa que es una recuperación, es decir, capturar un ejemplar que ya está anillado. Como la identificación que provee la anilla es única para cada animal, podemos comparar los datos tomados en la primera captura con la de las subsiguientes; esto permite comprobar aspectos del desarrollo de la especie, variaciones de los parámetros a lo largo del tiempo o de las épocas del año y, evidentemente, su ubicación geográfica. Las recapturas, en general, son bastante raras, pero en el caso de las aves migratorias permiten el seguimiento detallado de ejemplares, que puede llegar a ser espectacular. En la web euring es posible comprobar de algunas de estas migraciones. Gracias al anillamiento y recuperación se ha descubierto, por ejemplo, que un petirrojo puede desplazarse 2000 km en apenas 5 días.
Animación que representa los movimientos migratorios del cormorán (Phalacrocorax carbo) en Europa a lo largo del año basado en anillamientos y recuperaciones (fuente: euring)
Si alguna vez os topáis, por el motivo que sea, con un ave anillada (o el cadaver de la misma) y queréis colaborar con la ornitología, podéis hacer llegar por correo electrónico (cma[arroba]seo[punto]org) el número que figura en la anilla junto con todos los datos que podáis (fecha y lugar donde se encontró, lo más detalladamente posible, junto con la especie del ave, si se conoce, y las condiciones en las que se halló). La SEO se compromete a comunicar los datos de quién, cuándo y dónde anilló al ave por primera vez.
Esto no habría falta decirlo, pero me voy a curar en salud: la vida del ave es mucho más importante que la información de la anilla. Que nadie tenga la brillante idea de cargarse un pájaro para conseguir la anilla. Esto puede parecer una perogrullada, pero conozco historias reales en las que un señor envió los datos de la anilla de una cigüeña a la SEO junto a una foto en la que salía él con la escopeta en una mano y agarrando por el pescuezo a la cigüeña muerta con la otra. Avisados quedáis.
Por último, si alguien está interesado en hacerse anillador, puede leer la información de esta página. Se requiere superar un examen teórico así como un montante de 1000 anillamientos de al menos 50 especies distintas certificadas por otro anillador. Más que una afición, esto es una pasión (y si no, decídmelo cuando suene el despertador a las cinco de la mañana).
Pareja de verdecillos (Serinus serinus)
Nuestra jornada terminó con un total de 21 capturas: un zorzal común, dos mirlos, tres carboneros, cinco currucas mosquiteras, un mosquitero papialbo, un herrerillo, cuatro verdecillos, tres currucas capirotadas y un petirrojo. No está mal para una mañana de lluvia.
Genial caballero, tan sencillo como divulgativo. Sin tu permiso he enviado la dirección de tu bloj/g al tooooooodos los monticoleños e interesados en anillamiento (n = 160 personas). Juancho
Parece hasta que hicimos muchas cosas, jejejeje.
Muy chulo, sí señor!
Bea.
Las fotos son preciosas. Y el post didáctico a tope, como siempre.
Saludos.
La posición del bicho en la báscula parece sacado de un tebeo de Mortadelo
Tienes razón, Jmongil. Está en una postura muy cómica.
Tengo que decirte varias cosas, amigo copépodo (te has pasado al lado oscuro, con los vertebrata…). Una, que la entrada me ha gustado mucho y me ha dado mucha envidia (yo nunca he ido a anillar, pero ya he tomado nota de todo). Otra, que el Zorzal común es Turdus philomelos, y la otra te la he puesto en una foto de una curruca mosquitera en tus fotos.
¡Qué bonicos los pajaricos!
Coincido con Dr. Moriarty: muy aleccionador el post, como ya nos tienes acostumbrados.
Gracias, chicos.
Lo de meter los pájaros en un carrete de fotos o en un cilindro de cartón también me pareció muy divertido. Gracias por las correcciones, Joselez.
Jajaja muy bueno el post, y real como la vida misma. Yo he visto parte del proceso: pesado y anillado, y ver al pobre pájaro metido dentro de un tubo de rollo fotográfico era cuando menos gracioso… claro que habrá que ver lo que opina el animalico
Saludos
Primero felicitar por el blog, me parece bastante completo. No obstante no me gusta esta entrada, ya que no comparto en absoluto la filosofía del anillamiento de aves ni de ninguna otra especie salvaje.
Cada vez que he asistido a alguna jornada de anillamiento he podido comprobar que las aves sufren bastante. En una ocasión un aves murió en la red. Con decir que es con fines científicos no es suficiente. Cualquiera no es científico pero cualquiera se cree anillador…
Las aves no son un apendice del hombre y no tienen porque llevar atributos humanos, como son esas anillas. Ya sabes lo suficiente de ellas, pero lo que no hemos aprendido es a dejarlas en paz…
Para protegerlas mejor, mantengamonos a una distancia prudente. Somos nosotros sus enemigos y no sus benefactores…
Anzaga: gracias por comentar. Es razonable que lo veas así, pero no estoy de acuerdo contigo. No hay nada que haga pensar que una anilla dificulte o entorpezca la vida del ave, más bien al contrario, todo indica que las aves continúan su vida con normalidad. Es cierto que accidentalmente se producen muertes durante el anillamiento, pero o has ido a muchísimas jornadas de anillamiento o has tenido muy mala suerte, ya que por lo que tengo entendido esas muertes son casos verdaderamente excepcionales.
Por lo demás, todos los anilladores que conozco son personas que sin obtener a cambio nada más que la satisfacción por contribuir a un conocimiento sobre la ornitofauna, se dedican al anillamiento teniendo como prioridad el impacto mínimo en la vida de las aves. No somos benefactores de las aves, esto se hace por nuestro deseo egoísta de conocer el funcionamiento del mundo. Es una aspiración innata de una parte de la humanidad y como científico me parece irrenunciable (especialmente cuando, insisto, el impacto sobre la vida de las aves es insignificante). Es posible que haya anilladores incompetentes, pero ello no es argumento en contra de la actividad en sí, del mismo modo que la existencia de médicos incompetentes no menoscaba la medicina en sí.
Además del valor intrínseco del conocimiento que aporta el anillamiento, que es incuestionable (y en absoluto es un conocimiento «ya concluido»), sí que es cierto que se puede usar en el propio beneficio de las aves. El conocimiento es el primer paso para cualquier tipo de gestión ambiental.
Por último, tan incorrecto me parece pensar en el hombre como benefactor natural de las aves como enemigo «porque sí». Si la actividad humana daña y altera la biodiversidad, no es menos cierto que una parte de la humanidad se está dedicando a investigar e intentar solventar o minimizar estos desatinos. ¿Acaso dudas a qué grupo pertenecen los ornitólogos? ¿La nefasta influencia humana en el equilibrio de la biosfera es motivo para que no se intervenga en la naturaleza, incluso cuando el objetivo es el estudio y la conservación?
me parece un tipo de condena que se le ponga un anillo en la pata, ni tampoco dejar hasta que se muera junto con ella.
como un preso que se ba con las esposas en la mano hasta morir.
en mi opinion resumo que dichos animales no son unos especimenes raros, ni tampoco venidos de otro planeta para experimentarlos de esa forma. ya que hay aves muy delicadas que pueden perder la vida en ese proceso de experimentación o lesiones que puedan causarle la muerte.
Carlos, ¿te has leído la entrada? tus temores no están justificados. El anillamiento científico de aves no se hace por capricho, sino que es la fuente de una información muy valiosa que permite conocer mejor la biología de las aves, aspecto que resulta vital para cualquier otro tipo de consideración, incluyendo las enfocadas a la conservación. A las aves no les supone ningún impedimento tener una anilla ni son «presas» ni «esposadas» ni le va a causar ningún percance en su vida ni mucho menos la muerte. Los anilladores son gente con formación específica que tienen en mente en todo momento el buen estado de los animales (no es una experimentación).
Me alegra haber leído los comentarios de Anzaga y Carlos.
Me indigna la falta de ética de algunos científicos, también algunos de los comentarios como que…
«Es gracioso y divertido ver al pájaro metido dentro de un tubo de rollo fotográfico»