Naturaleza capense contada para europeos (2/3): el fynbos

Fynbos en De Hoop(click en todas las fotos para ampliar)

En esta segunda entrega sobre naturaleza de la región capense llegamos al que es el ecosistema más idiosincrásico de la región y, de alguna forma, al que define qué es el Reino Florístico Capense. Al contrario de lo que os dije del karoo suculento, el fynbos es la esencia de este rincón del mundo con clima mediterráneo.

Desde lejos, el fynbos es muy similar a una garriga mediterránea de las nuestras y se puede sentir una falsa sensación de familiaridad. A esa distancia es una vegetación que no impresiona mucho, hay que acercarse a mirar un poco con detalle las plantas o permanecer un momento en silencio a la espera de que los animales olviden nuestra presencia para dejar que el fynbos nos seduzca.

fynboshotspotDesde luego, las cifras no es que sean seductoras, sino que suponen un orgasmo instantáneo para los botánicos: en una superficie similar a la de Andalucía viven 9000 especies distintas de plantas vasculares, de las cuales el 70% son endémicas (no viven en ninguna otra parte del mundo). Recordemos que las Islas Británicas cuentan con menos de 2000 especies y la endemicidad es mínima, o que en toda la Península Ibérica habrá unas 8000 especies (que ya es una barbaridad a nivel europeo). El fynbos supone la mayor concentración de diversidad de plantas fuera de los trópicos de todo el mundo. Sólo en Table Mountain, junto a Ciudad del Cabo, ya hay 2200 angiospermas distintas. Por supuesto, el Reino Florístico Capense, en general, y el fynbos en particular se considera otro de los «puntos calientes» de diversidad mundial.

Bueno, y ¿por qué? ¿Por qué un área del mundo tan concreta constituye casi un universo paralelo en cuanto a la evolución vegetal? ¿Qué explica esta concentración tan sobresaliente de plantas? No hay respuestas definitivas a estas preguntas, pero se habla de varios factores.

En primer lugar, la región capense es una suerte de isla biogeográfica al estar rodeada de agua y de áreas más o menos desérticas. Vale que no es como ser una isla de verdad, pero esta situación ha mantenido relativamente aislada la flora local.

Además, la zona es bastante montañosa. Podéis comprobar en un mapa físico que las provincias del Cabo están surcadas por largas arrugas montañosas que a menudo superan los 2000 metros y que son paralelas a la línea de costa. Este relieve es relativamente reciente, y de nuevo ha favorecido la aparición de muchos nichos nuevos, a menudo aislados unos de otros, como escenarios paralelos donde se interpretan distintas representaciones evolutivas. Muchos de los endemismos capenses son de distribución muy reducida, a menudo localizada en determinadas cadenas montañosas.

Montañas cerca de Robertson
Swartberg Mountains

Por último, parece ser que el clima mediterráneo (sequía en verano) tiene una especie de efecto potenciador de la especiación en las plantas, como comenté por encima aquí. Es como si al estar puteadas, pero sólo a medias, supusiera un estímulo para la evolución.

De todas formas el fynbos es una zona mediterránea un poco especial. Hay que mencionar de forma obligada el papel del fuego. Es cierto que hay muchas especies pirófilas en otras zonas de clima mediterráneo, pero los incendios periódicos son para el fynbos más importantes, si cabe. De no ocurrir, el matorral se iría cerrando poco a poco hasta perder gran parte de su diversidad, ya que un número muy alto de plantas son incapaces de florecer o germinar si no ha ocurrido un incendio recientemente. Las cenizas abonan un suelo que es extremadamente pobre en nutrientes. Los niveles de fósforo, por ejemplo, son bajísimos, y de hecho muchas plantas del fynbos morirían si se trasladaran a un sustrato con una cantidad de fósforo aceptable, pues éste les quemaría las raíces. En jardinería se necesita un sustrato especial para plantas del fynbos por este y otros motivos.

Sea la combinación de estos factores suficiente o no para explicar la abrumadora diversidad de plantas, el naturalista europeo que llega al fynbos por primera vez, tiene que apañarse como puede con estas cifras astronómicas. Tratar de identificar las plantas hasta nivel de especie es una osadía a la que al menos yo no me he atrevido en la mayoría de las ocasiones. La buena noticia es que llegar al nivel de género sí que es asequible con un poco de práctica, y una visita al Kirstenbosch y algunas guías de campo (las hay muy buenas), nos pueden dar algo de coraje para ir más allá. Además tengo que agradecerle a Periploca (que sí que tiene bastante fynbos trotado a sus espaldas) la ayuda con algunas de las especies.

Fynbos cerca de WorcesterDesde lejos el fynbos no parece llamar mucho la atención… ¿o sí?

Las plantas leñosas más grandes, las que llamarán primero nuestra atención, son las proteáceas. Esta familia, especialmente diversificada en el Cabo y en Australia, incluye aquí varios géneros que pueden crecer hasta convertirse en arbustos esclerófilos muy grandes (en el fynbos, salvo honrosas excepciones, no hay árboles) y le dan estructura al matorral.

Las más famosas son las próteas, y no sin razón. Sus capítulos son espectaculares e inconfundibles. Pocas veces podemos decir con tanta precisión en qué parte del mundo estamos de una forma tan inmediata.

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Protea gr. laurifolia Protea obtusifolia

Protea real (Protea cynaroides)

Arriba: Aspecto de una prótea, con algunos capítulos en flor y otros ya maduros. Centro: Protea gr. laurifolia y Protea obtusifolia. Abajo: la famosa prótea real (Protea cynaroides)

No menos espectaculares son las inflorescencias de los Leucospermum (o pincushions, alfileteros, que les llaman en inglés por motivos obvios). También son proteáceas y también son imposibles de olvidar. Estas inflorescencias carecen del involucro de las próteas y tienen unos estilos muy largos.

Pincushion (Leucospermum pluridens)

Leucospermum oleifolium

Leucospermum floridens y L. oleifolium

Para acabar con esta familia no podemos olvidar a los Leucadendron. Estas proteáceas no tienen unas flores tan llamativas pero su protagonismo en el paisaje es a menudo muy importante; el color amarillo de sus hojas terminales a menudo tiñe laderas enteras. Estas plantas son dioicas, y las inflorescencias rcuerdan a los conos de muchas gimnospermas.

P8270984Leucadendron floridum

Izquierda: el color amarillo de la ladera de la derecha se debe a la profusión del crecimiento de los Leucadendron. Derecha: Leucadendron floridum (con flores femeninas)

Una vez examinadas las proteáceas, el resto de las plantas que nos encontramos son de tallas más bien humildes, pero como os decía, la diversidad es abrumadora, pese a que a primera vista no pareca que haya muchas especies. El fynbos es también famoso por sus brezos. Más de 600 especies del género Erica, algunas de ellas de distribución muy local. La versatilidad de esta flor, para nosotros diminuta y rosa, es tremenda: impresiona lo que cuatro sépalos y cuatro pétalos pueden dar de sí.

P8190145Ediscolor

Erica perspicua Erica gr. cerinthoides

Erica nana

Erica sp. Erica sp.

Galería de brezos capenses. De arriba a abajo: Erica discolor, E. perspicua, E. cerinthoides, E. nana. Las dos de abajo no sé cuáles son

Ahora otro par de familias exóticas para nosotros, pero que nos encontraremos a menudo en el fynbos: las bruniáceas y las peneáceas. Ambas son prácticamente endémicas de la región capense, y a cual más curiosa.

Brunia sp.

Peneácea

Brunia sp. y Penaea sp.

Otras familias nos resultan familiares, pero están aquí mucho más diversificadas. Las iridáceas, que ya aparecían en el karoo suculento, son aquí muy frecuentes y variadas. También hay que hablar del género Pelargonium, una geraniácea que llena las terrazas de Andalucía, pero que es mucho más austral de lo que podríamos pensar, y varias poligaláceas, a cual más espectacular, aunque en nuestros ambientes suelen ser florecillas más bien discretas.

Babiana sp. Moraea sp.

Pelargonium sp.

Muraltia heisteria Polygala sp.

Arriba: Babiana sp. un bonito género de iridáceas y una Moraea azul. Centro: Pelargonium sp. Abajo. Muraltia heisteria y otra poligalácea

Bueno, y así podríamos seguir largo y tendido, de verdad, pero creo que os hacéis una idea. Una última palabra sobre la flora. Llegados al estrato de las herbáceas, en el fynbos os daríais cuenta de que no hay gramíneas. La familia que llena este nicho ecológico es la de las restionáceas. De hecho son unas plantas que en general recuerdan mucho a las gramíneas y están emparentadas con ellas, aunque podríamos distinguirlas, así, rápidamente, porque las restionáceas tienen las hojas muy reducidas o convertidas en escamas secas, y además son siempre dioicas. La versatilidad de las restionáceas es otro de los aspectos que más me han gustado del fynbos. A veces recuerdan a juncos, otras a gramíneas, a veces incluso a equisetos… puede que no sean tan llamativas como las que os he mostrado hasta ahora, pero tienen su encanto.

P8230681

Restionácea Restionácea

Algunas restionáceas. Ni se os ocurra preguntarme ni el género.

Pasemos a la fauna. Un ecosistema como este tiene muchísima fauna asociada y no pocos endemismos animales. Se pueden ver muchas aves en el fynbos, pero me voy a centrar en las dos familias que, sin duda, se convertirían también en vuestras favoritas. La primera es la de los nectarínidos (sunbirds). Estos pajarillos adoran el néctar de las proteáceas y es muy frecuente verlos encaramados a ellas tanto para emitir sus reclamos como para alimentarse de néctar. Los machos son muy llamativos. Superficialmente recuerdan a los colibríes, pero se trata de una convergencia de la forma del pico para alcanzar los nectarios de las proteáceas, no de un verdadero parentesco. He podido fotografiar tres especies distintas:

Southern double-collared sunbird (Nectarinia chalybea)Nectarinia chalybea (Southern double-collared sunbird), a este ya lo conocíais

Orange-breasted sunbird (Nectarinia violacea)

Orange-breasted sunbird (Nectarinia violacea)Nectarinia violacea (Orange-breasted sunbird), arriba, macho cantando, abajo, una hembra o quizá un macho joven

P8281183(Esta especie la tengo que mirar, que me he dejado el cuaderno de campo en Madrid)

Igualmente entrañable es el Sugarbird (Promerops cafer), perteneciente a una familia (la de los promerópidos) con sólo dos especies. Es totalmente endémico del fynbos.

Sugar bird (Promerops cafer)

Sugar bird (Promerops cafer), sobre protea realPromerops cafer, posando para mí

Esto por no hablar de las aves más grandes del mundo, las avestruces, que tanto en estado salvaje como en las granjas se podían ver por toda la provincia del Cabo.

Se me hace tarde y tengo que ir acabando. Un par de mamíferos para acabar. El antílope eland y las cebras del Cabo, pertenecientes a una subespecie que está en peligro de extinción. A ambos pude verlos en la reserva nacional de De Hoop.

Antílope eland (Taurotragus oryx)

Cebras del Cabo (Equus zebra zebra)

Antílopes eland (Taurotragus oryx) y cebras (Equus zebra zebra)

Y de momento, eso es todo. Como siempre se agradecen los comentarios y os emplazo a la última entrega de la serie dentro de unos días.

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Serie sobre la naturaleza capense en DDUC

Presentando el reino capense

Naturaleza capense contada para europeos 1: el karoo suculento

Naturaleza capense contada para europeos 2: el fynbos

Naturaleza capense contada para europeos 3: el bosque afromontano y la costa

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16 comentarios en “Naturaleza capense contada para europeos (2/3): el fynbos

  1. Gracias por este viaje virtual. Me ha encantado la frase «las cifras no es que sean seductoras, es que suponen un orgasmo para un botánico» y qué razón tienes.

  2. Tienes toda la razón cuando calificas la flora de sudáfrica como un tanto marciana, es muy ilustrativo, igual que esta nueva entrega divulgativa. Por cierto, una pasada la foto de el fynbos, no es que llame la atención es que has conseguido realzarlo con los elementos circundantes esas nubes. Muy buena. Pero ya sabes que a mi lo que verdaderamente me gusta de tupost son las cebritas y los antílopes, qué grandes animales.

  3. garriga del sur
    orgasmo botánico
    del fuego nace

    Perdón por el amago de haiku, pero ha salido sólo. Culpa del post, fijo.
    En otro orden de cosas, pregunta de lego,¿el nectarínido desconocido no será un orange-breasted sunbird con el pecho un poco más amarillento?

    He disfrutado mucho con la entrada. Gracias, Rafa.

    Un cordial saludo.

  4. Pre-cio-so…

    Como siempre, me ha encantado la entrada. La lástima es que no podrás disfrutar de que te rebatamos algo al más puro estilo científico. No, calla, que eso es una ventaja xD.

  5. Uadu… después del orgasmo, no me queda nada más que decir. Tú ya sabes lo que se siente, la pena es no haber estado allí disfrutando de esas plantejas, nectarínidos, cebras, elands y demás. ¿Por qué debería tenerte envidia? No sé, no se me ocurre nada…

    Te nombro divulgador nato del blogoplancton, ¡hala!

  6. Sergio, Campanilla, Alfie, Biónica: gracias por comentar en los rolletes botánicos, los hago con un 20% más de amorrrrrr cuando me comentáis.

    César: ¡me ha encantado el haiku! Veo que no soy el único al que le emociona el fynbos, jeje.
    El tercer nectarínido es una especie diferente, lo sé porque cuando lo vi tenía la guía de campo encima y se identificaba muy bien, pero como fue el último día (y se supone que era una visita urbana), me pilló con el cuaderno de campo en la maleta y no lo pude apuntar. Esa es la historia de la trastienda del post, jejeje, a la vuelta recordadme que tengo que hacer una entrada sobre cuadernos de campo y lo importantes que son. Gracias por comentar, y más cordiales saludos.

    Joselez: Hombre, lo de dar envidia era al principio, ¿no? Ahora estoy ya compartiendo entre amigos :-P

  7. Pingback: Naturaleza capense contada para europeos (1/3): el Karoo suculento « Diario de un copépodo

  8. Pingback: Naturaleza capense contada para europeos (3/3): el bosque afromontano y la costa « Diario de un copépodo

  9. He aprovechado esta tarde de sabado ventosa y poco apetecible, despues de una mañana visitando algunas de las laurisilvas que tengo por aquí -exsuberantes de briofitos por cierto en estos días-, para sumergirme en las entradas capenses. Como un buen libro reservaba la oportunidad de leerlas para el momento adecuado. Y la verdad es que después de leer el Karoo y ahora terminado el Fynbos, estoy maravillado. Que suerte tienes de poder visitar tan maravillosos lugares.

    Voy a por el bosque afromontano…

  10. Pingback: Mapa interactivo de diversidad de familias y géneros de plantas « Diario de un copépodo

  11. Pingback: Presentando el reino capense | Diario de un copépodo

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