El Museo Field de Historia Natural, en Chicago, es uno de los más grandes de su género y un excelente ejemplo de lo bien que se pueden hacer las cosas cuando se les dedica tiempo, dinero y talento. Su origen se remonta a la exposición universal que celebró la ciudad en 1893, aunque después cambió de ubicación y de nombre hasta convertirse en el que se puede visitar hoy en día en el bonito edificio neoclásico del «Campus de los museos». La verdad es que después de visitar el AMNH en Nueva York el año pasado pensé que el listón estaba ya bastante alto como para que se le hiciese sombra, y me llevé una muy grata sorpresa.
Como el descuido de los museos de ciencias naturales españoles en general, y el de Madrid en particular son un tema recurrente de esta santa casa, no puedo evitar hacer en este punto una breve y muy grosera comparación del espacio físico (aproximación por proyección en planta, misma escala) que se dedica en varios museos del gremio.
Bien, creo que la imagen habla por sí misma.
El Field es famoso por albergar en su galería central a «Sue», el mayor y más completo esqueleto de Tyrannosaurus rex conocido hasta la fecha, tótem y mascota oficial del centro.
Esta es Sue. Sue, aquí unos amigos
Un detalle curioso de este museo que está empezando a hacerse popular en otros similares es la interacción con los científicos. Hay laboratorios donde los trabajadores realizan sus labores de investigación a la vista de los visitantes y al parecer hasta se les puede hacer consultas en persona. Qué raro debe ser trabajar así.
Científico en pecera (no golpear el cristal por favor)
Es imposible visitar un museo de esta magnitud e forma exhaustiva, así que lo mejor es escoger la exposición que más nos interese y dedicarle el tiempo necesario. En el caso del Field yo recomiendo «Evolving Planet«.
Con esta recepción tan espectacular entramos en un largo recorrido por las galerías de la segunda planta donde se realiza una excelente labor divulgativa sobre la historia de nuestro planeta. Si en el AMNH se realiza una visita «longitudinal» por el árbol filogenético de los vertebrados (con especial hincapié en dinosaurios y mamíferos), en el Field avanzamos desde el mismísimo origen de la vida hasta el presente por las consecutivas eras geológicas haciendo en cada «estación» una disección transversal de cómo era la vida en el planeta en ese momento. Se trata, como digo, de una exposición cojonuda, posiblemente única en el mundo tanto por la cantidad como por la calidad de los fósiles.
Mapa de la exposición
.
Toda la exposición está llena de distintos paneles con videos sobre temas concretos desde las ventajas de la reproducción sexual (arriba) hasta la coevolución de plantas e insectos. Son bastante buenos y no quitan protagonismo a los verdaderos fondos de la exposición: los fósiles.
En la sala del Cámbrico, por ejemplo, hay un precioso expositor que recoge la inmensa diversidad y belleza de los trilobites que me encantó.
Todo ello en frente de una proyección continua en grandes pantallas de la vida en los fondos marinos del Burgess Shale. Era encantador quedarse un rato parado viendo pulular las opabinias, los cardúmenes de marrelas o al temible anomalocaris.
Debajo de la misma, una selección de fósiles cámbricos para disfrutar.
Conforme avanzamos por la exposición, hay siempre unos hitos que nos recuerdan en qué era geológica estamos, para ayudar al visitante a estar siempre orientado.
A diferencia de otras exposiciones parecidas que he visto en las que sólo se hace mención a los animales, en «Evolving Planet» está muy bien explicada la evolución de las plantas, y hay muchos fósiles de linajes vegetales extintos muy interesantes.
¡Las primeras plantas vasculares!
Además hay una reconstrucción hecha con muy buen salero de un impresionante bosque del Carbonífero, con licófitos y equisetos arborescentes, todo exquisitamente bien explicado.
Llegados al Devónico nos encontramos con uno de los platos fuertes de la exposición y de todo el museo: Tiktaalik roseae, el pez-anfibio descubierto hace tan sólo cinco años en Canadá y que se convirtió de inmediato en todo un ídolo de masas por ser un ejemplo de libro de fósil transicional. Recordad que aquí pusimos una vez su canción. Pues bien, su descubridor trabaja en la Universidad de Chicago, y por lo tanto es normal que en este museo se pueda disfrutar de este bicho tan singular.
Cada una de las seis grandes extinciones masivas aparece anunciada en un oscuro portal. En él se nos explica qué pudo causarla, qué organismos sobrevivieron, cuáles se extinguieron y cómo cambió el mundo tras ella.
¡La tremenda extinción permo-triásica!
No puede faltar, por supuesto, una gran sala con dinosaurios. El Field tiene muchos y en muy buen estado (y eso sin contar a «Sue», que está en la galería central), es una auténtica gozada pasearse por aquí.
Extinguidos los «lagartos terribles», continuamos por las salas del Cenozoico, dedicadas sobre todo a los mamíferos.
Hay una parte del espacio dedicado a la evolución humana, pero una vez más y con muy buen criterio no se sitúa al ser humano al final de la exposición, como si fuese el culmen de la evolución, sino en uno de los laterales de la sala correspondiente. Se puede disfrutar de una buena reconstrucción de Lucy.
La exposición termina con el portal de la Sexta Extinción, la que está causando el ser humano (azotando así un poco la conciencia del visitante). Además de un panel que recorre las amenazas actuales a la biodiversidad, hay un contador de especies que se han extinguido ese mismo día desde las 8 de la mañana en todo el mundo.
Inquietante…
En definitiva, una maravilla de exposición a la que sólo le pongo una pega: no se indica claramente cuándo los fósiles son auténticos y cuando son reconstrucciones. Se dice en un momento determinado que la mayoría son de verdad, pero las reconstrucciones son tan buenas que al menos yo no era capaz de identificarlas durante la visita. Eso dice mucho a favor de la calidad de las mismas, pero no me gusta que no se indique con claridad, así no sabes cuándo te están dando gato por liebre.
Pues eso, que a ver cuándo aprendemos a hacer las cosas bien.
Más fotos en el álbum de Flickr
Fantástico, dan ganas de ir… da la impresión de que en estos países tienen muy arraigada la cultura de la divulgación y que en España la ciencia y el conocimiento en general tienen que ser algo áspero, solemne, que cueste tiempo y esfuerzo. La única vez que estuve en EE.UU. visité el museo de historia natural de Nueva York, recuerdo que en la sección de prehistoria, en la sala en que se exponía una flauta de hueso de 50.000 años atrás (o más o menos, no sé) sonaba la música que un tío había extraído de esa misma flauta dejándose guiar por las posibilidades del instrumento (en la propia sala se aclaraba que la música era una mera hipótesis de improvisación y que no correspondía con ninguna obra concreta de la época porque, evidentemente, no había partituras…).
Jorsss. Que envidia. Me encanto eso de tener que trabajar cara al público. Eso es acercar la ciencia al gran publico y lo demás son pamplinas. Y los bichos de Burgess Shale. Quiero ver una allucigenia!! (tendré que buscarme la manera de ir)
Rafa, me ha encantado. Muchas gracias.
Yo sólo he estado en Chicago por trabajo, sin tiempo para nada, y saber que esto está allí me da una rabia tremenda. A ver si pasan unas cuantas décadas y me jubilo.
Un cordial saludo.
Dios que envidía >_<
Por cierto en qué se basarán para el reloj de extinciones :S
Buuu, vaya mierda de exposicion, ponen en el Cambrico trilobites que no son del Cambrico.
Gilipolleces a parte, vaya una pasada de exposicion con tanto fosil, en especial el Tiktaalik y los fosiles de Burguess Shale. Ademas ponen fosiles de plantas y su explicacion, que siempre son las grandes marginadas de las exposiciones de este tipo.
Joer que envidia, menuda pasada!!!
Me ha dado un escalofrío cuando he visto el esqueleto de Sue, vaya bicho T_T
Así es Chicago. Todo lo que hay por el mundo se encuentra en Chicago igual o mejor y más asequible (en dinero y facilidad de acceso).
En arte está el incomparable Art Institute. Tenía una amiga que trabajaba ahí y me colaba en las exposiciones.
El acuario-oceanario es de lo mejorcito, como el planetario. Además se encuentran metidos en el lago y ofrecen una de las mejores panorámicas de la ciudad.
Hablando de panorámicas. La mejor vista desde lo alto de un rascacielos está en el Lounge en lo alto del edificio John Hancock. No es el más alto, pero su vista es mucho mejor que la de la Sears Tower, las difuntas Torres Gemelas o el Empire State. Se trata de un bar muy bien puesto, con ventanales en todas las paredes y con unos precios muy razonables. La vista de noche es espectacular. De un lado todo el downtown a tus pies, de otro el lago, de otro el resto de la ciudad. Mi rincón favorito de Chicago.
@Ferreira ¡Y ponen unas hamburguesas de escándalo! Además puedes elegir una mesa con suelo de cristal. Hablamos de una piso 95.
Luego aqui vamos mirando a los americanos por encima del hombro, tachandolos de paletos e ignorantes, cuando aún queda mucho para que nos planteemos siquiera realizar este tipo de exposiciones con el mismo nivel de calidad
Gracias por comentar a todos.
Luis: pues como digo, es el resultado de tener dinero y talento y querer invertirlo en el público. Sí, esta gente es muy buena con estas cosas.
Dan: Si lo que te interesa son los fósiles de Burgess Shale, donde tienes que ir es al Smithsonian en Washington, DC, porque es allí donde se custodian. Yo esta vez no he podido ir, lo tengo pendiente para otra ocasión, pero qué duda cabe que es una de las mecas de los museos de Historia Natural.
Raven: Lo del reloj es una estimación, claro. Si se calcula que al año se extinguen «x», pues divides a ver cuál es la tasa diaria. Creo recordar que venía a ser de una especie cada 15 minutos, pero no deja de ser algo simbólico para llamar la atención sobre el problema.
Maqu: Muy bien visto lo de los trilobites, y no te falta razón (aunque lo hayas dicho en broma), pero claro, hay que hacer concesiones para que la exposición no quede demasiado deslabazada, yo creo que es una buena idea poner todos los trilobites juntos.
José Luis: qué buena recomendación, una pena que me pille ya muy lejos. Mi visita fue demasiado rápida y me quedaron muchas cosas pendientes, pero hay que aprovechar las oportunidades que se te cruzan.
Ghortaur: pues es lo que pasa, que estos lo mismo te montan un «Field» o un «Creation Museum», vaya, que no tienen término medio. Yo aprovecho estas ocasiones para sacarnos un poco los colores, porque la verdad es que muchos museos españoles, empezando por el MNCN son muy, muy mejorables.
Pingback: Darwin Centre: el legado del bicentenario « Diario de un copépodo