La estatua de Darwin, en la soledad nocturna del Natural History Museum, Londres. Imagen en exclusiva para DDUC
Hoy se cumplen 150 años de la publicación del origen de las especies, segunda y última celebración de este año darwiniano. Sobre el libro en sí ya dijimos algo hace unas semanas y seguro que a estas alturas ya todos sabéis que los mil y pico ejemplares de la primera edición se agotaron en la editorial el primer día y que una copia costaba quince chelines de 1859.
Darwin, al igual que otros colegas británicos contemporáneos fueron el fruto de un país que vivió durante el siglo XIX una edad de oro científica, y en la actualidad se le considera como uno de los hijos más ilustres de Reino Unido. Es normal que las celebraciones del bicentenario hayan tenido un eco especial en la capital británica, y si no, recordad la histórica exposición «Darwin’s Big Idea» que acogió a millones de visitantes hasta la pasada primavera. Los londinenses, sin embargo, no han querido quedarse en algo pasajero y han aprovechado este año 2009 para dejar un legado impresionante para la historia en el Natural History Museum, el Darwin Centre.
Rutilante nuevo edificio de las colecciones del NHM, conocido como «el capullo»
Las dependencias del llamado «Darwin Centre» -DC- corresponden ni más ni menos que a las colecciones de biodiversidad del museo. Se trata de un centro integrado donde se conservan y se estudian los especímenes de plantas y de animales del NHM. Con ocasión del bicentenario de Darwin se ha aprovechado para unificar toda la colección y dotarla de nuevas instalaciones, incluyendo el nuevo edificio, así como de espacios de exposición y de trabajo para los científicos. Todo un lujo.
En seguida os cuento por qué es un lugar excepcional, pero antes os llamo la atención sobre las imágenes que podéis ver en este post. Me las hizo llegar una amiga mía que tiene el privilegio de haber podido trabajar en el herbario del museo como parte de su tesis doctoral. Algunas de estas fotos corresponden a lugares que no son accesibles al público o de antes de la inauguración del centro, el pasado mes de septiembre, así que desde aquí le mando a Rut un agradecimiento especial por su ayuda.
En este post me gustaría recordar la importancia de este tipo de lugares destacando concretamente la excepcionalidad del nuevo DC. Las palabras se quedan cortas a la hora de describir lo que se encierra aquí dentro. Tres kilómetros de armarios albergan más de veinte millones de especímenes de plantas y animales. Se trata de la colección científica de biodiversidad más grande de todo el mundo. Hay mayor número de especies de organismos aquí que en ningún otro edificio del planeta. Gracias al trabajo de los conservadores del museo aún son accesibles especímenes recolectados durante las expediciones de Cook o del propio Darwin durante su viaje a bordo del Beagle entre otros muchísimas muestras procedentes de todas los rincones del mundo que de forma constante han nutrido este museo durante más de tres siglos. Algunos ejemplares corresponden a especies posiblemente extintas y son el único testimonio que existe sobre su existencia. Da vértigo pensar en la cantidad de horas de trabajo que hay en estas paredes: cientos de vidas profesionales dedicadas al conocimiento de la biodiversidad y a su conservación, un patrimonio valiosísimo que se hace más accesible que nunca al visitante. Da gusto ver cómo se ha invertido generosamente en renovar, mantener y exponer este conocimiento; sin duda alguna una decisión muy acertada para celebrar la efeméride darwiniana con un legado permanente para toda la comunidad científica. Bravo (¡y qué envidia!).
Imágenes del herbario de plantas vasculares del DC
.
Una breve representación de los más de 1o millones de especímenes de insectos que se custodian aquí
Y por supuesto, una de las mejores características del DC es lo vanguardista que resulta. No se trata sólo de un lugar donde hacer exposiciones ni donde trabajan los botánicos y zoólogos, sino que pretende ser un punto de interacción entre la sociedad y los científicos. Al igual que pasaba en el Field Museum, aquí hay «peceras», centros de trabajo donde el científico de turno trabaja a la vista del público, y donde cualquier visitante puede charlar con él si tiene interés para que le explique en qué consiste su trabajo.
Si el NHM ya resultaba mastodóntico para el visitante, gracias a esta nueva ampliación se asegura mantener su puesto entre uno de los mejores del mundo, sacando provecho al que posiblemente es su patrimonio más importante. Si ya tenía ganas antes, ahora ya me muero de las ganas de conocer este lugar. Os dejo con un breve video de presentación y con la recomendación de que no os lo perdáis si visitáis Londres en el futuro:
No se me ocurre una forma mejor de celebrar un bicentésimo cumpleaños.
Wa, que ganas tengo de ver Londres… En cuanto mi economía precaria mejore, ya tengo destino.
Vaya, esta sí que es una buena entrada-homenaje…
En ¡Jindetrés, sal! también le dedicamos hace tiempo una breve reseña al edificio éste, pero en plan más anecdótico…
Las fotos son impresionantes, una cosa más por la que volver a Londres con tiempo para verlo todo bien…
Saludos!
No sé si he utilizado bien el html…
Subasta
Ahora sí. Perdón. :)
Wow, quiero volver a Londres expresamente a esto. Jolín, qué bien pinta… como siempre genial, cope…
Muy buenas querido copepodo, te escribo desde Londres para añadir a tu bonita exposición algo que supe hace unos días sobre el Darwin Center que creo que es realmente interesante. Parece ser que hay algunas salas con horarios programados donde distintos científicos se dedican por un momento a la divulgación y exponen diversos temas de forma muy cercana a la gente. El público puede interrumpir en cualquier momento y participar de lo que allí se expone, por lo que el conjunto resulta interesante,interactivo, dinámico y divertido. Hablo por un paleontólogo que fue a escuchar uno de éstos actos sobre cocolitos: sus usos en la paleontología y sus usos en la actualidad y el mismo salió maravillado y pensando en todo lo que había aprendido.
Un abrazo,
Gaudinia
Mecacholo: alguien preguntó hace unos meses que cuánto valdría una primera edición del origen de las especies, bueno, pues ya sabemos que entre 44.000 y 66.000 euros, jejeje. Para todos los demás, ya os comenté que hay facsímiles muy asequibles si realmente os interesa esa edición.
Gaudinia: gracias por las fotos y por la información. La verdad es que todos nos quedamos con muchas ganas de visitar este lugar, me alegro mucho de que hayas podido conocerlo tan bien.
Pingback: Bicentenario de Darwin: epílogo « Diario de un copépodo