Estoy enamorado de mi despertador

Pues sí, ¿qué pasa? Me lo trajeron SS.MM. los Reyes Magos, del mismísimo oriente el pasado 6 de enero (bueno, de hecho hubo un retraso con el envío, pero eso es lo de menos). Al parecer estos magos se enteraron de mi larga búsqueda del despertador perfecto que haga de los despertares algo más agradable. La tarea no es fácil porque madrugar siempre fastidia un poco, pero en fin, quizá lo más adecuado y lo más natural no sea un pitido horrible procedente de las mismísimas puertas del infierno. Me consta que a Rufo le pasa lo mismo y de hecho hemos hablado del tema alguna vez. Por inspiración suya hubo una temporada en la que me despertaba usando el teléfono móvil con la pieza «hypersleep» de la BSO de Alien, unos sonidos tranquilos que van subiendo en intensidad para un despertar no traumático. La idea no está mal, pero se podía mejorar.

A esto hay que unir que yo soy de los que disfrutan al despertarse espontáneamente y comprobar que aún falta media hora más de sueño y mi obsesión llegó a ser tal que me programaba el despertador varias veces cuando iba a la universidad, a veces hasta una hora antes de despertarme para darme ese gustazo (un gallifante de premio para que reconozca alguna alusión a la literatura infantil. Pista: un detective llamado Felipe). Al final perdía la cuenta de cuántas veces había apagado la alarma y muchas veces acababa llegando tarde.

Finalmente, tengo el despertador perfecto, que viene a parecerse a esto:

Para empezar es una lámpara de noche, mucho mejor que la que tenía del IKEA, que ya ha sido desterrada, que da una estupenda luz blanca para leer. Además tiene el reloj con luz mate que no molesta por las noches y el despertador puede programarse con dos alarmas independientes.

Media hora antes de que te tengas que despertar, la luz se enciende gradualmente hasta un máximo que tú estableces. De esta forma se simula el amanecer y te vas desperezando poco a poco, y si te das cuenta de ello tienes la agradable sensación de que aún puedes dormir un poquito más. Llegada la hora empieza a sonar también gradualmente una grabación escogida por ti de entre ocho distintas que van desde el trinar de unos pájaros a las olas del mar pasando por ranas croando, o el crepitar de una hoguera. El sonido va subiendo de volumen hasta un máximo que también estableces tú, y tanto la luz como el sonido se pueden desconectar si no te gusta uno de los dos sistemas, y también puedes escoger que suene la radio, si lo prefieres. Por supuesto también tiene la opción «déjame dormir un ratito más» (snooze) a intervalos de diez minutos. Por si esto fuera poco tiene una opción rápida para programar siestas de duraciones determinadas (15 a 90 minutos).

Después de una semana de prueba despertándome con él sólo puedo decir que estoy encantado. Casi siempre me despierto sin darme cuenta a lo largo de uno o dos minutos hasta que caigo en la cuenta de que ese croar de ranas que se oye a lo lejos es el despertador. Como el sonido va aumentando al final no te quedas dormido, pero no es un ruido que moleste y no tienes que ir ahí, apagando la alarma a toda prisa y medio zombi para no oirla más, tirando al suelo todo. Aunque el sueño lo sigues teniendo, la sensación es totalmente distinta. Toda una nueva experiencia. Vamos, que estoy como loco por irme a la cama para poder despertarme.

Y no, no estoy cobrando nada por la promoción, simplemente he pensado que era una buena ocasión para confesar mi idilio amoroso con mi despertador, y me da igual lo que digáis de mí.