Hoy se cumplen 15 años de la muerte de Gerald Durrell, el famoso naturalista y escritor británico. Si digo que una parte de mi vocación biológica se debe a él no creo que os sorprenda mucho, ya que algunos de sus libros, y muy concretamente «Mi familia y otros animales» son de sobra conocidos y muchos de vosotros habréis leído las divertidas anécdotas de la familia Durrell en Corfú y os habréis sentido igualmente inspirados por este señor. Durrell escribió después muchos otros libros autobiográficos sobre sus experiencias en distintas partes del mundo, principalmente expediciones a lugares tropicales, desde Argentina a Madagascar. Acabó fundando un parque zoológico en la isla de Jersey, en el canal de la Mancha, dedicado a la reproducción de especies amenazadas para su reintroducción en la naturaleza y de hecho acabó siendo un gran defensor de los zoos como centros de estudio y recuperación de fauna. Sin duda se ganó a pulso un lugar privilegiado entre los grandes comunicadores y escritores sobre la vida salvaje y su conservación.
El primero de sus libros que leí no fue ninguno de los de su infancia en Corfú, sino una «manual técnico» que encontré en la biblioteca de mi barrio y que prácticamente acaparé en préstamos continuo durante meses cuando tenía 14 años. El libro se llama «La Guía del Naturalista«, y sólo muchos años después llegué a tener mi propio ejemplar. Posiblemente es uno de los libros que más ha influido en mi vida y le tengo muchísimo cariño. En él se describen técnicas para la observación y estudio de la flora y la fauna de distintos tipos de ecosistemas desde un punto de vista a la vez riguroso y asequible, con el toque personal que sólo podía dar el autor de la trilogía de Corfú. Pues bien, en la sección de referencias «técnicas» del libro, donde se enumeran y describen los instrumentos de los que nos podemos valer para hacer el cabra en el campo, Durrell no duda en destacar que lo más importante, por encima de las guías de campo o de los prismáticos, es el cuaderno de campo donde llevar un registro de nuestras actividades. En un momento dado dice así:
Ten siempre presente que, después de tus sentidos, la pieza más importante de tu equipo es un cuaderno meticulosamente al día. Las observaciones hay que hacerlas sobre la marcha, porque si lo dejas para más tarde comprobarás que tu memoria no es infalible. (…) El periodo que pasé en Corfú estaba recogido en una veintena de diarios, pero por desgracia se perdieron durante la guerra, cosa que lamento profundamente.
La lectura de este párrafo me hizo pensar en la utilidad de tener un cuaderno de campo. Hasta entonces no me planteaba que en el futuro me interesase recordar lo que había visto en tal o en cual lugar, sino que la naturaleza la disfrutaba in situ, pero tal era la importancia que Durrell parecía darle que a partir de ese momento me forcé a ir siempre al campo con un cuaderno. Hoy no me cabe duda de que fue una excelente decisión.
Mis cuadernos de campo, desde 1995 hasta la actualidad
Así que no se me ocurre mejor manera de homenajear a este señor que haciendo un recorrido por mis cuadernos de campo. Esta entrada es un poco personal y entiendo que no os parezca muy interesante, pero os animo a que toméis vosotros también notas cuando salgáis al campo. No sólo es útil para recordar cómo se llega a un lugar, o dónde encontrar tal especie de planta rara, sino que obviamente, con el paso del tiempo se empieza a apreciar vuestra evolución personal que os va a parecer muy interesante.
Tampoco os creáis que son muchos cuadernos, de hecho a lo largo de estos años he tenido rachas de mayor o menor actividad o parquedad, y tampoco he sido muy dado a hacer verdaderos «diarios» excepto en algunos viajes.
Mis cuadernos están numerados del uno al nueve, aunque hay algunos que los empecé para algunos viajes en particular y que no siguen el orden establecido. En mi caso son notas desordenadas con algunos bocetos (que nunca se hicieron con intención artística). Solía pasar a limpio las notas en un cuaderno más grande donde hacía dibujos a color, pero aquello no duró mucho puesto que cada vez tenía menos tiempo libre y cada vez iba más al campo, con lo cual me di cuenta de que no había futuro para el cuaderno en limpio y que las notas debían de tomarse en su formato definitivo.
Cuaderno 1 (Abril 1995-Agosto 1995). Mi primer cuaderno de campo era uno de anillas en formato bloc que reciclé de un uso anterior, por eso duró tan poco. La primera anotación corresponde al 1 de abril, con 14 añitos y se dedica a la disección de un calamar. Ese verano pasé un tiempo en un pueblo junto al río Tormes y allí estrené mis primeros prismáticos. En el cuaderno se registran momentos como la primera vez que vi un martín pescador o un grillotopo.
Verano de 1995. Mi primer grillotopo y un intento de contar las mariposas de un bosque mediante marcaje, suelta y recuperación
Cuaderno 2 (Agosto 1995-Agosto 1996) Esta fue una etapa muy creativa y fructífera. En los días sin clase solía ir en bici hasta los sotos del río Henares a buscar bichos y plantas y aprendí muchísimo. Ese verano también estuve en Asturias y disfruté como un enano. Ahora me hace mucha gracia leer algunas de las barbaridades que escribía, como cuando creí ver una alondra en el río Sella, sin embargo muchas especies las pude identificar tiempo después gracias a las anotaciones del momento.
Esto le hace mucha gracia a la gente: en las noches de insomnio observaba a los gatos callejeros de mi barrio e intentaba descubrir si tenían rutas habituales o territorios. Aprendí a distinguir a cada uno
Cuaderno 3 (Agosto 1996-Noviembre 2000) Aquí tuve una larga temporada de muy poca actividad, sobre todo porque no tuve ocasión de visitar lugares nuevos. Guardo también muy buenos recuerdos de estos años. En este cuaderno, por ejemplo, apuntaba mis observaciones sobre el cortejo de los grillos, que aunque no os lo creáis estuve criándolos en mi casa durante un tiempo.
Este es el mapita que usaba para llegar a las riberas del Henares, donde realizaba la mayor parte de mis observaciones en esta época, mucho antes de saber lo que era un GPS o de conocer los mapas de «La Tienda Verde». En la actualidad una autopista (la M-45) atraviesa todo este área
Mayo de 1997, la primera vez que vi una Empusa pennata
Cuaderno 4 (Febrero 2001-Noviembre 2002) Con los años de la carrera hubo muchos cambios en la forma que tenía de tomar las notas de campo, así como en la precisión que intentaba tener. Intento hacer algo más que listas de especies que veo y tomo notas sobre interpretación de paisaje y de cómo se llega a determinados sitios (uno de los detalles más útiles que puede haber para el futuro). La diferencia la marca la posibilidad de ir al campo con gente que sabe más que tú, ahí es donde realmente aprendes a pasos agigantados. Fue entonces cuando también incorporé un detalle importante para los cuadernos de campo: escribir siempre a lápiz (la tinta se corre con el agua).
Algunas páginas de estos años: mi primera visita a Doñana en febrero de 2001 y una excursión por el hayedo de Aztaparreta, en los Pirineos, en noviembre de 2002
Cuaderno 5 (Noviembre 2002-Mayo 2003) También fue una época muy intensa con las excursiones de la carrera, tanto programadas en las asignaturas como yendo por libre con buena compañía.
Pateando los Montes de Toledo, en Marzo de 2003
Cuaderno 6 (Mayo 2003-Junio 2005) A partir de este momento abandoné los incómodos cuadernos de anillas, muy poco manejables y me incliné por cuadernos más pequeños. Este en concreto es de tapa de hule, marca Miquelrius y la verdad es que me funcionó muy bien, aunque otros se acababan desencuadernando. Los cuadernos pequeños caben en un bolsillo y son de acceso más fácil.
Intento de dar algo de color a los cuadernos. No me duró mucho tiempo. Esta fue mi segunda visita a las Canarias, en febrero de 2005
Junio de 2005, en S. Julià de Cerdanyola
Cuaderno 7 (Junio 2005-Noviembre 2008). Este cuaderno es de la marca Brunnen, de tapas duras, con marcapáginas y gomas para cerrar y para enganchar el lápiz. Muy bueno y recomendable porque tiene además muchas páginas. Entre otras cosas visité el Parque Natural de Cabo de Gata, donde aprendí a bucear con botella. Por desgracia el cuaderno no te lo puedes llevar bajo el agua, así que hay que tirar de memoria.
Comunidades costeras del Cabo de Gata, verano de 2006
Notas sobre los árboles de Connecticut en otoño de 2008. Me sirvió para hacer esto
Cuaderno 8 (Noviembre 2008-Agosto 2009) Este cuaderno lo compré en un Staples. No hay mucho más que decir, es un poco malo y tenía pocas hojas, pero los lugares que visité fueron fantásticos.
Abril de 2009, perfil de vegetación de La Palma
Otro momento bonito, observando ballenas francas en Sudáfrica el pasado agosto
Cuaderno 9 (desde Septiembre de 2009). En la interminable búsqueda del cuaderno perfecto al final he optado por una libreta tipo reportero Moleskine de tapas duras negras, homenaje al cuaderno B de Darwin. Aún hay muchas páginas en blanco en este cuaderno, esperemos que no por mucho tiempo.
De excursión por Evans Notch, Maine, el pasado otoño
En los cuadernos «normales» suelo ser bastante parco, pero en algunos viajes me he esforzado por hacer algo más parecido a diarios y la verdad es que aemás de ser útiles luego es muy entretenido leerlos.
Cuaderno de Marruecos (junio de 2004), 20 días y 5500 km de muestreo por el Marruecos profundo que dieron para muchas peripecias.
Recorriendo Marruecos, cerca del desierto y atravesando la cordillera del Siroua
Cuaderno de Grecia Turquía (2005 y 2006), donde se incluyen viajes varios de placer y de trabajo al Mediterráneo oriental (incluyendo Corfú)
Verano de 2005, bosques del Lazistán
Cuaderno de Cuba (2007) y Siria-Jordania (2008). Dos viajes que no tienen nada que ver, pero no quería dejar el cuaderno a medias
Cuando te quieres dar cuenta han pasado quince años desde que empezaste a tomar notas en el campo, y como decía creo que este es un buen momento para desempolvar los cuadernos y descubrir cómo tú mismo vas cambiando en tu forma de observar y de aprender. Os sugeriría a todos los lectores camperos (que sé que sois muchos) que hiciéseis también una puesta en común de vuestros métodos y vuestros cuadernos favoritos a modo de homenaje comunitario a Gerald Durrell. A mí al menos me encantaría ver cómo lo hacéis, que seguro que muchos otros podemos coger ideas. Tomáoslo como un meme.
Para acabar con la entrada, una anécdota final. Precisamente en la primavera de 1995, cuando me animé a iniciar mis cuadernos de campo, le escribí una carta a Gerald Durrell a su zoo de Jersey. Él mismo te daba la dirección en «La Guía del Naturalista» y te animaba a hacerlo (qué encanto). Con el inglés macarrónico que tenía entonces le agradecí muy sentidamente todo lo que me había enseñado y le felicitaba por sus libros. Recibí la respuesta unos meses después: una carta con el membrete de un dodo (la especie insignia del zoo) donde una secretaria me comunicaba que Durrell había muerto en enero. Fue muy amable y prometió que le enseñaría mi carta a su mujer, Lee Durrell, de la que también había leído libros sobre conservación. Aún conservo esa carta de respuesta. Me frustraba bastante pensar que apenas unos meses antes quizá la hubiese leído, aunque acabé tomándomelo con filosofía: estaba claro que tenía el don de la oportunidad.
Yo también leí primero Guia del Naturalista (todavía debe andar por algún sitio) y después Mi familia y otros animales, que tenían partes realmente hilarantes, se decía que parte de su familia le había dejado de hablar y no me extrañaría que fuera cierto… recuerdo especialmente una parte en la que van a una iglesia y besan una virgen y pillan no se qué enfermedad (o algo así, hace millones de años que lo leí)… pero nunca he anotando un cuaderno, así que se me olvida todo lo que veo… la ventaja es que después lo vuelvo a redescubrir como si fuera la primera vez…
Te refieres a los patucos de San Espiridión. Creo que este post antiguo puede hacerte gracia.
Tengo que buscar por algún cajón un libro que tengo por ahí, de cuando quería ser biólogo de pequeño.
Por cierto: tributo en apañó nunca significa homenaje, sino algo que se paga en moneda o en especie, a no ser que creamos que la Agencia Tributaria se llama así por los homenajes que se dan los políticos a nuestra costa.
Ea, ya lo he corregido.
Es muy interesante ir al campo con mi estimado Copépodo y verle rellernar su cuaderno de campo, te hace ver todo de diferente manera y algo siempre se pega.
Muy muy interesante, la verdad es que las salidas al campo son mil veces más provechosas con el cuadernito de marras.
Yo también tenía unos cuantos cuadernos de campo, que los perdí hace poco en una mudanza (ya sabemos todas las cosas que desaparecen por el enigmático agujero negro que rodea a toda mudanza), como me jodió.
En cuanto a cuaderno de campo, llevo un tiempo elaborando una especie de guía de campo, como una guía definitiva, o como yo la llamo «mi libreta de frikar», es como una recopilación de claves y cosas varias para reconocer plantas, insectos, huellas y señales, setas,… y hasta anfibios atropellados!! creo que ya se me ha ido de las manos y he metido hasta filogenias. Algún día lo acabaré…
Gerald durrell lo descubrí no hace mucho, y sólo me he leído 3 libros de él, tengo ganas de leerme su trilogía por ejemplo.
Y bueno, yo en los cuadernos de campo, los usaba como tal y no, casi nunca dibujo porque no me gusta nada, la verdad es que los he usao siempre como complemento para aprender cosas, me explico, aparte de apuntar cosas de campo, a lo mejor que llegaba a casa y me ponía un documental, pues apuntaba cosas que me interesaban del documental, o en un museo, hasta algunas cosas de películas… claro todo me refiero relacionao con la ciencia y la biología.
Una temporada que me dio por las aves, sólo apuntaba listas interminables de aves, luego listas interminables de plantas… últimamente estoy más vago y apunto 4 cosas la verdad, y creo que se me están olvidando cosillas, así que habrá que hacer un mayor esfuerzo.
tio lo de los gatos, y la recaptura de mariposas con 14 años, …. eres un friki
Te digo dos cosas:
1.- Esa oda a la etología en forma de apuntes sobre el comportamiento de Felis silvestris catus no tienen desperdicio. Me dejaste anonadado (en serio, no es irónico).
2.- Hablando más en serio todavía… esta ha sido una de los cosas mas inspiradoras que he leído en Internet en mis muchos años de pérdida de tiempo en la red. Te explico. Habia leído y escuchado millones de veces lo bueno y bonito que es llevar siempre una libreta de campo, pero nunca me dió por probar, quizá por confiar demasiado en mi memoria, pereza y/o falta de visión de un futuro que parecía lejano donde podrían ser de utilidad apuntes sobre los grillotopos… El caso es que viendo tus cuadernos con sus dibujitos y notas, y el texto que has escrito he empezado a pensar en los cientos de datos perdidos en las innumerables horas que dedicado a fotografiar odonatos. Por no hablar de que no tengo ni una nota de lo que pude disfrutar en medio de la selva amazónica o los glaciares islandeses… todo se ha ido borrado con el tiempo y ahora me doy cuenta con tu artículo de lo fácil que hubiera sido tenerlo a mano como si hubiera estado allí ayer.
En fin, que mas que un comentario voy a escribir una entrada. Mañana me compro un cuaderno de campo y en la primera hoja escribiré: Dedicado a Copépodo.
Alfie: qué dura es la tarea de biologizarte…
Mario: personalmente, me gustaría ver cómo son esos cuadernos tuyos, aunque sean diferentes a los que hago yo (o quizá precisamente por eso). Anímate, creo que estaría bien que todos hiciésemos una puesta en común. La clave de anfibios atropellados se me antoja de lo más llamativa.
Lo de los gatos siempre llama mucho la atención cuando lo cuento. Mi razonamiento era sencillo: no puedo ir al Serengueti, pero para chulo yo, y para estudiar el comportamiento de los felinos me basta asomarme por la ventana. En esa época hacía bastantes cosas muy creativas, sólo pongo algunas que si no me da corte.
Javier: Me alegro muchísimo de haber podido transmitirte lo importante que es para mí el asunto de los cuadernos. Efectivamente las notas de la excursión del sábado pasado no tienen mucho valor por sí mismas, sino que empiezan a adquirirlo cuando acumulas experiencia. No sólo es útil para recuperar información (¿Dónde crecía exactamente tal endemismo? ¿En qué fechas se pueden ver abejarucos en este lugar? ¿Cómo se llegaba a ese sitio tan espectacular?), sino que a nivel personal es muy gratificante. ¡Nunca es tarde! Haces muy bien en empezar, te recomiendo los cuadernos Moleskine, ¡y no me lo dediques a mí hombre, sino a Durrell!
Ciertamente, la memoria es una mierda. Y mi cámara de fotos también: cuando empecé a aficionarme a tirarme al monte a mirar lo que había, creí que haciendo fotos y con el intenné lo tenía todo solucionado. Los Cojones (con perdón): en las fotos no salía lo que yo quería ni como quería, intenné no acaba de entender mis descripciones… Realmente, un cuaderno y a apuntar todo lo que se te pase por la cabeza… Si eso, como poco servirá para que tus nietos, cuando los encuentren, se rían con una mezcla de añoranza y alegría (o no, pero entonces no les quedará nada en herencia, desalmados).
Será un post todo lo personal que quieras, y te parecerá un coñazo para el resto de la humanidad (conozco la sensación), pero se agradece encontrar gente con la que compartes cosas, cuando a veces parece que seas la única persona en el mundo que lo hace/piensa/sufre (como esos curiosos pinchazos en el dedo gordo del pié).
Ays, me sorprendo mí misma con lo sensiblona que soy… pues nada, que has empezado a tocarme la fibra sensible con el recuerdo de los libros de mi infancia (yo todavía tengo pendiente la visita a Corfú), has seguido con el cuaderno de Marruecos, qué gran viaje, y al final he soltado la lagrimita con tu carta a Durrell…
si en algún momento tengo tiempo de lanzarme a la blogosfera (y me acuerdo, que hay que ser realista) haré una entrada sobre los cuardernos de campo
:)
Está claro que puedes añadir un cuaderno extra, no para salidas de campo, sino para anécdotas y sucedidos que vayan perfilando un libro para inspirar a otros futuros naturalistas. Quizá sería el homenaje definitivo a G. Durrell.
Saludos
PD Me encanta ver que vienes tanto por estas islitas.
Esto es vocación y lo demás tonterías xD. Me dan ganas de publicar una foto con mis cuadernos de laboratorio xD. Aisss… Claro que yo creo que no he tenido fase preempírica…o sí? buscaré en el baúl de mis recuerdos xD.
A mi me pasa como a Campanilla, no puedo evitar pensar en los buenos momentos que pasé en el campo, cómo me gustaría conservar alguna nota sobre aquellas primeras salidas, qué bonitos recuerdos. Mis cuadernos de campo empiezan en 2001 aproximadamente, pero están un poco desorganizados, tengo cierta tendencia a perderlos y a volverlos a encontrar.
Lo que sí conservo es mi primer herbario, lo hice antes de empezar la carrera, incluye más de 50 herbáceas, todas identificadas a nivel de especie. A lo mejor un día me animo y hago una entrada sobre él en mi bloj.
Por si no se ha notado, me ha encantado el post. Qué bonito tener una vocación desde tan temprano.
Bueno, me encantaría, pero últimamente mi vida es un desastre, estoy viviendo en 3 sitios a la vez , jajaja, y tengo todo desperdigado por ahí.
Así que a ver si voy zanjando cosas y recopilo mis cuadernos de campo, lamentablemente se me perdieron muchos, y me jodió más que morir virgen a los 90.
¿se puede decir mecaguendios en este blog?
Espero que el comentario que acabo de hacer no halla ofendido a nadie, pero es que perder los cuadernos de campo…
Anda que no hay aquí cuadernofilos….
Yo tengo los cuadernos de campo terrestres y los cuadernos de campo galacticos….
Fantastica tu obra…
Gracias a todos por comentar
TataOgg: efectivamente, al contrario de lo que se pueda pensar, el cuaderno de campo no sólo no es sustituido por la cámara de fotos, sino que ambos se complementan a la perfección: el cuaderno te permite anotar las condiciones y los sujetos, por orden, haciendo mucho más fácil el trabajo posterior. De hecho todo fotógrafo debería también llevar un cuaderno.
Campanilla: sí, qué grandísimo viaje el de Marruecos, cómo me acuerdo.
Panta: pues hombre, muchas gracias, pero no creo que mis anécdotas sean tan divertidas como las de Durrell. Y a Canarias voy siempre que puedo, ¡aún me quedan tres islas por conocer!
Biónica: ante la falta de éxito de la convocatoria, a mí me encantaría ver esos cuadernos de laboratorio, sobre todo si son preempíricos, ¡es más divertido que ver fotos de la infancia!
Kresala: ¡anímate y haz tú también una entrada sobre cuadernos de campo! (esto va por todos los camperos, cabrones, que sé que tenéis uaderno también)
Mario: sí, se pueden decir tacos en el bloj, ¡te tomo la palabra, quiero ver tus cuadernos!
Xema: lo mismo te digo, que además tú dibujas muy bien
Pues yo estoy deseando ver muchos más cuadernos por la red del resto de la comunidad bióloga de la globosfera . Se me está ocurriendo una actividad y para ello usaré en primer lugar este artículo.
Tienes un verdadero tesorito de primeras impresiones q son, sin lugar a dudas, las más auténticas.
saluditos
Supongo que conoceras esta web, pero por si acaso te la dejo
http://161.111.232.183/Cuadernosenlared/extranet/
Aqui puedes encontrar escaneados todos los cuadernos de campo de los investigadores que han pasado por doñana
¡Ey! Pues no la conocía, muchas gracias.
Pingback: La naturaleza de Madagascar contada para europeos (6/6): Información práctica « Diario de un copépodo
Hola, copépodo, no conocía tu blog, lo descubrí buceando en las profundidades de google, bueno, decirte que me ha gustado tu post, yo tengo la Guía del Naturalista en casa, y en verdad que es uno de los libros más especiales y personales sobre la naturaleza. Que maravillosa sensibilidad del gran Durrell, . Te dejo mi comentario también porque al hilo de tu post, yo hace poquitos años he empezado a ilustrar mis cuadernos de campo, ya que gracias a la admiración que tengo por Félix Rodriguez de la Fuente , mi vocación desde muy pequeño es la naturaleza,. Siempre me ha gustado dibujar, pero lo hacía muy pocas veces. Pero hace 5 años decidí recuperar el tiempo perdido y me puse a la tarea de anotar todo lo que veo en mis cuadernos de campo. Ahora me parece maravilloso poder leer de vez en cuando todo lo que descubro campeando por mi tierra y alrededores. Te doy mi dirección del blog para que veas mis dibujos a ver que te parecen: vivenciasnatur@blogspot.com.
Saludos desde el norte de España,
Xicosilvestre
Hola J., gracias por tu comentario. Me has dejado con ganas de visitar tu blog, pero creo que escribiste mal la dirección.
Viendo los dibujos de tus cuadernos de campo me has recordado a los que hice yo en su momento. La verdad es que en mi caso fue algo más prematuro, pues el libro cayó en mis manos antes de los 14 años, así que quizás mis cuadernos tengan un toque algo más «infantil». Precisamente hacia los 14-15, mi vocación «naturalista» se adormeció por esas cosas de la vida y dejé todo esto un poco apartado hasta que por esas cosas de la vida acabé estudiando Biología. A día de hoy no he recuperado la costumbre del cuaderno, quizás porque durante los estudios mis principales «cuadernos» eran los de las prácticas de diferentes asignaturas y ahora, poco después de acabar, aún no he entrado en una dinámica demasiado constante de salidas de campo, pero la verdad es que sería conveniente que me pusiera a ello.
Y sobre Gerald Durrell… qué decir, ya leíste tu mismo mi artículo en mi blog. Creo que la enseñanza más importante que se puede encontrar en su Guía del Naturalista es, más allá de técnicas concretas como el uso del cuaderno, la de la actitud y el modo en que se debe observar el entorno. Te muestra el naturalismo se puede practicar desde dentro de la propia casa, sólo con tener la capacidad y el entusiasmo necesarios para observar, y que no son necesarios equipos caros e inaccesibles para todo ello. Una vez sembradas esas ideas, lo demás llega solo.
Mmm… este párrafo me ha quedado muy bonito, creo que voy a editar mi post y a añadirlo :P
¡Saludos!
Acabo de ver el mapa que dibujaste y me parece que esa tambien es mi zona de campeo, seguro que no nos hemos visto nunca? Soy de Mejorada
Acabo de llegar este blog por casulidad y al ver el mapa del Henares me ha parecido que es donde se junta con el Jarama. Si es así es mi zona de bichear desde hace muchos años, seguro que nos hemos cruzado entre las zarzas. Por cierto, me has convencido, me voy a poner con el cuaderno.
Hola Guille, yo vivía en San Fernando, y bicheé mucho por allí hasta que me mudé a Madrid (en 2005). No sé si en ese intervalo de tiempo pudimos coincidir, porque ya ha llovido algo. Si alguna vez hubiese visto a alguien obviamente interesado en la observación de la fauna, le hubiese preguntado o algo, siempre me sentí un raro por ir con primáticos (y a veces manga entomológica) y nunca me crucé con nadie haciendo lo propio. Sé que volví cuando ya estaba construida la M-45 y me horrorizó el impacto visual en una zona que tenía para mí un gran valor sentimental por todo lo que había aprendido y a la que sigo teniendo mucho cariño. Recuerdo grupos nutridos de garcillas bueyeras irse a su dormidero al atardecer, o los primeros avistamientos que hice de especies como el martinete ¿Sigues yendo por ahí? ¿Cómo está todo?
Me ha encantado tu articulo. Un saludo.
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