Emprendedores del proselitismo

La Puerta del Sol es un lugar magnífico para aquellos que disfrutamos anonadándonos con lo que da de sí la realidad. En ella se dan cita, sí, marineros, soldados, solteros, casados, amantes, viajantes y «alguno que otro cu-rades-pistao», pero también expertas células militares de ONGs, hombres anuncio, chaperos rumanos, concentraciones carlistas, manteros, jugadores compulsivos de lotería, asambleas del 15M y rebaños de ovejas. Además puede que sea el único lugar del mundo donde Dora Exploradora y Minnie Mouse pueden enzarzarse en una pelea. Nunca se sabe lo que puede pasarte un día cualquiera. Por eso hoy, cuando una chavala se me ha acercado y me ha ofrecido una postal con la silueta de Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza, la he aceptado sin dudar. ¿De qué irá esto? ¿Un grupo de lectura? ¿Una reivindicación de la energía eólica? ¿Un recordatorio de la muerte de Bradbury?

No amigos, nada de eso. Al girar la postal nos encontramos con las hábiles intenciones, sutilmente enmascaradas con literatura.

El texto, evidentemente, rezuma por todos sus poros la inconfundible retórica de los evangelistas. Lo que me resultó intrigante fue el recurso quijotesco. Usan la figura de Don Quijote como cebo (decisión, por sí misma, bastante rocambolesca), para después centrarse en que se trataba de una persona que no percibía la realidad objetivamente. Todo aquello de desfacer entuertos y tal, debe ser algo poco cristiano. Lo importante es que somos mucho peores de lo que pensamos, y que vivimos (¡atención, que vienen curvas!) en un mundo imaginario. El mundo real es, por supuesto, el de los 10 mandamientos, en el que por usar «Dios» como palabrota arderemos para siempre en el infierno. ¿No es maravilloso? Hasta ponen su Tuiter y su Facebook al final.

¿Qué hice cuando leí la postal? Volví a por más, evidentemente. Resulta que esta muchacha no estaba sola y que la plaza estaba petada de chavalería repartiendo postales (hasta tres modelos diferentes de postal que me apresuré en coleccionar). Aquí va otra.

Ovejitas en un prado. Bien. Una imagen también muy neutra.

¿No es maravilloso y enternecedor? Las comparaciones son odiosas, y, en efecto, un oveja blanca parece muy sucia si se compara con la nieve, y una postal como esta palidece en contraste con los tratados de Chick, pero la intención es lo importante. Dándome cuenta de que este grupúsculo de iluminados no se identificaba más que por su dirección en las redes sociales (y nótese la sutileza emprendedora y «teaser»: se hacen llamar dame más info), me acerqué una vez más a la sonriente chavala. ¡Qué expresión en el rostro! ¡Qué mirada más limpia y beatífica! El mero contacto visual hiere las retinas por culpa de la envidia malsana que produce percibir tal estado de felicidad, inalcanzable para los casos perdidos (como el mío) ni siquiera bajo el más potente de los agentes psicotrópicos.

A lo que iba, me acerqué a la chavala, con la firme intención de conservar mi anonimato, de que no se notara que sólo me motivaba el morbo y el regocijo de presenciar cómo unos predicadores evangelistas liberan endorfinas en la Puerta del Sol. En espera del siempre deseado, pero nunca cumplido sueño de que unos misioneros mormones llamen a mi puerta un día soleado para poder tirarles los tejos, esta oportunidad no era del todo mala. No podía dejar transmitir ni mi herejía evolucionista, ni mis apetencias anarquistas, ni mi mente depravada, por lo que la necesidad de mantener la mente serena puso a prueba mis nervios. Con ojos vidriosos y expresión neutra y anodina, puse voz de absoluta indiferencia y pronuncié la pregunta estudiada.

– Vosotros, ¿de qué sois?

Me encanta esta expresión, perfectamente equilibrada y adecuada al momento y al lugar. En la Puerta del Sol te pueden ofrecer todo tipo de información de todos los grupos humanos imaginables, así que, si voy a pedir una identificación será siempre con esa pregunta. «vosotros, ¿de qué sois?» «sois de los del yoga, del grupo de política a corto plazo,… ¿de qué sois?».

La chica, amplió aún más su sonrisa, hasta los extremos de la elasticidad dérmica humana, y reconociendo lo oportuno de mi pregunta me sacó de dudas, seguramente sin saber que los había calado desde que giré la postal y que tan sólo se trataba de una comprobación rutinaria.

– Nosotros somos evangélicos – me respondió orgullosa.

Yo asentí, también sonriente, intentando sin éxito parecer un turista admirado por las tradiciones chamánicas del lugar. Después, poniendo en evidencia que me estoy haciendo viejo, me fui. Años atrás hubiese iniciado una charla sobre creacionismo o algo así, pero no tenía yo hoy el chichi para farolillos y, aunque me arrepentí, minutos después, allí les dejé cuando uno de ellos se subía a una caja y empezaba a soltar algún tipo de sermón. La próxima vez me quedo, prometido, y les doy algo de conversación, que hoy lo han tenido demasiado fácil.

Eso sí, no os perdáis su tuiter (@damemasinfo). Estos chicos son una mina, y sospecho que el encuentro de hoy es sólo el primero de una larga y bloguerísticamente productiva amistad.

Su página web http://damemasinfo.com os garantiza horas y horas de regocijo interminable.