¡Paren las rotativas! El día de ayer, 14 de diciembre de 2012, pasará a los anales de la los hallazgos egoblogoirrelevantes copepódicos. Ayer conocí un plato genuinamente estadounidense… ¡y que está bueno! Pese a mi templanza y escepticismo, por todos conocidos, nada me había preparado para tan mayúscula sorpresa.
Todo empezó con una desgracia: se me había olvidado prepararme el túper con la comida. (Aquí puedo decir «túper», e incluso «túpergüerr», en lugar de fiambrera). Normalmente yo soy de los bichos raros que no comen enfrente del ordenador, sino que estiro las piernas, me voy a una sala común donde por norma general no hay nadie (y si lo hay, tampoco se nota mucho), me lleno el buche y luego me pido una especie de infusión suave, aguada y restituyente con aromas variados que llaman «coffee», pero que pese a su semejanza fonética, no tiene nada que ver con el café. Sin embargo, ayer, yo iba sin mi túper y me veía obligado a comprar alguna guarrerida de las que tienen en la cafetería del edificio de Físicas. Un amplio surtido que incluye: sángüiches variados, ensaladas, bandejitas de un sucedáneo tristísimo de sushi, frutitas cortadas y yogures varios. Como ninguna de estas opciones me seducía, me acordé de que había un cartel por ahí que siempre recomendaba la sopa del día y al que nunca hacía caso y que hoy me recibía con un enigmático «New England Clam Chowder» (de ahora en adelante, clamchauder). A alguna neurona recóndita le dió un tembleque al leer esto, porque sí que me habían hablado de una sopa de almejas típica de Nueva Inglaterra. sopa de almejas. El propio concepto sonaba repugnante. Me imaginaba a los puñeteros puritanos neoingleses recorriendo la costa, cogiendo lapas y bivalvos sin ton ni son e hirviéndolos en un calducho paupérrimo. La imagen no era mucho más evocadora que el sucedáneo de sushi, pero me encontraba aventurero y me pedí una, «large», para más señas de mi atrevimiento.
La mía me la sirvieron en una tarrina de cartón, pero os hacéis una idea
Pues bien, amigüitos, la susodicha clamchauder está sorprendentemente rica. Más que una sopa es una especie de puré o crema, con base de harina y leche, llena de tropezonzuelos de cebolla, patata, bacon y, claro está, almejas, todo ello aderezado con umbelíferas (perejil y/o apio) y una especie de galletillas, que se llaman oyster crackers y que son básicamente colines hexagonales. No me podía creer que hubiese encontrado un atisbo gastronómico de interés, pero ahí estaba. En la soledad de la sala común, me zampé la sopa como un señor, y como es calórica y consistente, me quedé más que satisfecho.
Luego, por supuesto, llegó la hora de investigar. Al parecer se trata realmente de un plato estadounidense. Me espero que en cualquier momento alguno corrijáis este dato, y aunque su origen británico me parecería igualmente sorprendente, sigo temiéndome que alguien venga en cualquier momento a decirme que en realidad fueron los pescadores portugueses los que la introdujeron. Lo que más me ha gustado de lo que he leído son los fanatismos:
– Una genuina clamchauder de Nueva Inglaterra NUNCA debe llevar zanahoria (esto se lo he leído a un señor haciendo comentarios en una receta). La zanahoria en la clamchauder debe ser como los guisantes de las paellas: un síntoma inequívoco de que es una paella madrileña. Mis lectores valencianos apreciarán que nunca, nunca más en la vida, vaya a añadir guisantes en la paella. ¡Así que haced el favor de no poner zanahoria en las clamchauders!
– La apoteosis del fanatismo la trajeron los neoyorquinos, pues no se les ocurrió otra cosa que hacerla con una base de tomate, en lugar de leche o nata (esto, al parecer, sí que fue una innovación venida de Portugal). Tamaña osadía poco menos que provoca un cisma. La clamchauder neoyorquina (llamada también, estilo Manhattan,) es más clara, y roja, y hay quien ni la considera clamchauder ni ná, y la pone de simple sopa. El detalle despiporrante es que la defensa de la ortodoxia clamchauderil llegó hasta el punto de que en 1939, en Maine se declaró ilegal añadirle tomate a la susodicha crema. Ahí es nada.
Me ha encantado que más allá de las fronteras de la vieja Europa, todo el mundo tiene derecho a ser gastronómicamente provinciano. Aquí, los connecticutianos defienden la clamchauder a muerte, la ponen hasta en las cafeterías de la universidad, y además los viernes como es costumbre. Creo que no va a ser la última vez que la pruebe, y el día menos pensado, me la llevo preparada de casa en el túper.
Tío, tiene una pinta asquerosa. No puedo imaginar que ESO esté mínimamente potable. Estoy seguro que la rojita versión neoyorkina tiene mucho mejor aspecto…
No entiendo como ese mejunje se puede servir en una tarrina de cartón.
Seguro que al final la receta procede de alguna tribu (¿indios conneticut?), obtenida antes de ser exterminados o exiliados a occidente (go west, tío).
Lo de los guisantes en la paella valenciana es como el pimentón en el lacón a la gallega, indicio inequívoco de que es lacón a la madrileña.
Yo también imaginaba que las almejas estarían llenas de arena: ¡asqueroso! Y el origen, ni lo dudes, es de Menorca. Ver para creer.
Suscribo la mala pinta que tiene el sopicaldo ese. La verdad es que las cafeterías de Campus yanquís (o en mi caso canadienses) son para escribir un tratado. Yo encontré algunas cosas buenas, pero llegué a sospechar que fomentaban la bipolaridad: o bien eran ensaladas ultraligeras y trozos de frutas en un bowl, o bien eran bollos de pan con carne, salsas y patatas. Sin término medio.
En una de tus excursiones a Nueva York puedes hacer una visita al sopero nazi de Seinfeld (el de verdad, en el que se basó para el personaje , seguro que hace una clamchouder de primera!
A mí ambas me parecen asquerosas, pero la genuina especialmente. Es como comer una bechamel chunga con tropezones chiclosos. La neoyorquina es como una sopa de pescado española normal y corriente, pero con tropezones chiclosos (no soy muy fan las almejas en general, pero me repugna en particular la textura de las almejas gigantes que cortisquean y usan para los clamchauderes).
Si te gustó el clamchauder, prueba el lobster bisque. El del sopero nazi es potable, aunque de su menú yo personalmente me quedo con la humilde butternut squash soup.
Bah, eulez es un manías. Yo estoy segura de que la clamchouder está de puta madre. Lo de las almejas es cierto que no suena muy invitador, pero vamos, no dudo de tu buen gusto culinario. Y el origen… pues seguro que es de verdad connecticutiano, hombre, ¿por qué no? Algo original seguro que inventaron…
Por cierto que la clamchouder neoyorquina parece bullabesa… Otra que tiene que estar buena es la cornchouder, ¿no?
Claro que hay platos típicamente norteamericanos….
-Espaguettis con albóndigas
-Galletitas de la suerte
-Rocky Mountains Oysters
Si bien es cierto que tienen versiones previas en otros lugares, decir que estos platos no son yanquis sería como decir que la paella no es española porque la trajeron los moros :)
Por cierto, veo que te sirvieron la claumchauder con un bello y bien definido pan…aquí en la Universidad de Kansas State el pan parece una mezcla de serrín, me está poniendo de tan mala hostia que un día me voy a cocer mi propio pan.
pd: me encanta ver tu blog en activo, el mío lleva muerto sus añitos y eso que ahora vivo en EEUU también
wow, se ve francamente interesante, al leer el título de la entrada ni se me ocurrió que sería acerca del clam chowder, francamente ni lo he probado (solo leído, si acaso), pero se ve interesante. solo tengo una duda: ¿las galletas se comen aparte o se desmoronan y se echan sobre la sopa?
Yo la he probado en la costa oeste y tengo q decir que la clam chowder de la zona de Embarcadero en San Franscisco está muy muy buena y cada vez q voy, me pongo las botas. Sobre todo con bastante pimienta q es como la sirven y no tiene ni textura chiclosa ni nada. Es una crema bastante buena.
Pero claro, la de la foto tiene peor pinta y más si luego la ponen en un cacharro de cartón
Eureka!!! Funcionan los comentarios!! Y era lo del Gravatar
gracias, chicos
Ahora me tendré q poner a comentar todo lo q no he podido antes :p
A los que habéis criticado sin probar (esto excluye a Morti)… ¿Pero cómo podéis ser tan melindrosos? Es una crema, ¿Qué pinta debe tener una crema en una foto? ¡Os quería ver a todos comiendo enjera en Etiopía!
Juliacgs: creo que simplemente había asumido que la gastronomía de aquí no existía fuera de los postres. Hay que experimentar más, a mí me ha gustado, y eso que es la versión de cafetería universitaria.
Multivac: me apunto las recomendaciones, gracias
James: ¡Dichosos los ojos! Perdona por no responderte a tu comentario anterior, pero me pilló en pleno traslado. Me alegro de que des señales de vida. A ver si actualizas, o si no, al menos escribe :-P (aclaro, por cierto, que la foto de la clamchauder es de la wikipedia, no me pilló preparado en su momento)
Lalo: las galletillas se echan y se mezclan, o eso creo. Si la pruebas alguna vez ya me dirás qué opinas.
Víctor: ey, me alegro de que se haya arreglado el problema, bienvenido.
Yo sí he tomado enjera, aunque no en Etiopía sino en un restaurante etíope, aquí en Madrid.
Y… ¡nunca máis!
La próxima vez, o me ponen cubiertos, o que les den. Guarrerías las justas.
Siempre es interesante hacer descubrimientos de este tipo :P Igual ahora hasta te atreves a probar las tristes frutitas cortadas a rodajas ;)
No es que vayan a estar malas pero… qué penica dan
Me había perdido este post totalmente relevante para un comilón con alma de gordito como yo. Tomo nota para probar ese manjar (o mejunje, veremos) si viajo por la zona (cosa que espero hacer más pronto que tarde).
Me alegra mucho que hayas comprendido la aberración que supone los guisantes en la paella, sólo podemos soñar en mi tierra de «meninfots» que pasan de todo, una legislación adecuada para regular los despropósitos acaecidos en confección paellil. Estos yankis nos llevan siglos de ventaja.
La verdad es que encontrar yantar a la altura de nuestros exquisitos paladares en el mundo anglosajón es todo un reto, en Inglaterra desde luego no me llevé demasiadas alegrías las varias veces que he estado y durante la estancia tesil. Eso sí, degusté numerosos y variados «deliciosos sangüiches de mierda inglesa», como los llamaba un amigo mío.
Lo de la paella lo tengo más que aprendido. Por cierto, que uno de los ítems que me llevaré de vuelta en enero será una paell(er)a. He prometido hacer un workshop después de que en una cena me sirvieran una especie de arroz maltratado con marisco. La paella siempre me ha dado mucho respeto, pero me veo muy capaz de mejorar el estándar connecticutiano. Sin guisantes, claro.
Deliciosos sándwishes de mierda inglesa. Me encanta.