Apuntes sobre científicas heroicas

En el último número impreso de Principia nos propusimos que el tema de la revista fuese la contribución de mujeres extraordinarias al mundo científico. Esto en sí no era nada nuevo para nosotros, ya que en Principia (y en JOF, su predecesora) hemos tenido de forma constante redactoras (y redactores) que en cada número se han hecho eco de las protagonistas, a menudo olvidadas, de la historia de la ciencia y la cultura. El objetivo que nos propusimos fue el de publicar por primera vez para nosotros un número que estuviese protagonizado exclusivamente por mujeres, pero sin que ninguna de ellas fuera el típico comodín que todos ya conocemos (Marie Curie, Rosalind Franklin, etc). Se trataba de contar una serie de historias fascinantes sobre la interacción del ser humano con el conocimiento, y a nuestro equipo artístico se le pidió que se tratase a las protagonistas como los cómics tratan a los superhéroes.

El número por fin está disponible (¡compradlo!), pero si me dejo caer por aquí es para hacer algunos comentarios, quizá de perogrullo, sobre aspectos que me han llamado la atención al trabajar con estas 24 historias entre bambalinas.

Una de las ideas centrales del número era el de mostrar las historias desde un punto de vista heroico y positivo pero sin convertir el machismo en el tema en sí de las historias, sino que seguiríamos centrándonos en la dimensión científica de las historias como punto focal. Mi sorpresa, tanto con mi propia contribución como editando el resto, es que sencillamente fue imposible ignorar el papel del machismo. Tras empaparse de la biografía de muchas de nuestras superheroínas, no sólo resultaba injusto ignorar la multitud de zancadillas y obstáculos que tuvieron que superar. Nada nuevo hasta aquí en sí mismo, pero oye, fue lo que pasó. Lo que no me esperaba era hasta qué punto han sido frecuentes los descubrimientos o investigaciones de relevancia capital liderados por mujeres de los que no tenía ni idea (y debería, por ejemplo, por estar relacionados con la biología). Es inevitable preguntarse hasta qué punto los sesgos relacionados con el género (incluso involuntarios) están detrás de un recuerdo selectivo sobre quién y cuándo aportó algo a una disciplina.

La otra cosa que me ha llamado la atención es el papel de las parejas. Varias de las protagonistas de este número tuvieron como pareja sentimental a un hombre interesado y especialista en su misma disciplina. Esta circunstancia fue un arma de doble filo. Por un lado, tener a alguien que compartiese sus intereses y sus pasiones pudo hacer más fácil el desarrollo académico de la científica de turno, alguien que valorase y apreciase su valía. En muchos casos se dieron estupendos dúos investigadores que fueron fructíferos durante décadas. Sin embargo, estas parejas casi sistemáticamente se percibían desde fuera de una forma muy diferente, contando los éxitos de él como los genuinos y pasando ella a la historia a menudo como «la mujer de», pasando su labor intelectual a ser casi una curiosidad o un adorno de la de su marido.

Uno de los casos en los que se dio esta circunstancia fue justo en la biografía de la botánica sobre la que escribí: Elizabeth Britton (Elizabeth Knight en sus tiempos de soltera). Elizabeth se casó con Nathaniel Britton y ambos tuvieron una fructífera carrera botánica conjunta. Como tándem funcionaron estupendamente, pero a pesar de los casi 300 artículos científicos de Elizabeth y de su papel de liderazgo en la que seguramente fue la mayor contribución de este matrimonio (la creación del Jardín Botánico de Nueva York), la que acabó como segundona fue ella: pese a que los dos acabaron trabajando en el jardín botánico que ellos mismos habían hecho posible, ella nunca cobró un duro por su trabajo, detalle que aún no he terminado de asimilar.

En fin, que nada de esto son necesariamente noticias frescas, pero que aunque había acabado muy satisfecho con este número pero no había podido compartir estas conclusiones, pues las dejo caer por aquí a ver qué os parecen.

7 comentarios en “Apuntes sobre científicas heroicas

  1. Aunque en silencio y timidez, creo que como yo, mucha gente sin ninguna relacion con usted aun, celebra su nueva y muy esperada entrada.
    Su entrada me recuerda un caso que, como no, se me olvidò y no encuentro. Era una inglesa, creo, que luchó entre descredito y medio ostracismo porque se estudiara más y se reconociera la transferencia genética entre especies. O algo así… Murió hace pocos años, quizás menos de diez.
    En Mallorca el musgo no abunda. Pero por culpa de que no me perdia sus entradas :-D ahora cuando veo musgo lo remiro con màs interés. Como aquí es raro, suelo mirar bichitos de mar. Aunque no se nada de nudibranquios con clorofila por aqui, si hay plasticos de sapiens burros con bacterias de cerveza. De USA no, esos van mas a Ibiza.
    salut i força
    :-)

  2. Hola Copépodo,
    en nuestra última cena todavía no había ocasión de leer el artículo de Principia y te libraste de mis preguntas en vivo sobre nuestra querida Elizabeth. Pero lo primero es darte las gracias por sacar su historia de paseo por la revista.

    Mi pregunta es: ¿sabes si hay constancia de que E. Britton solicitara alguna vez un puesto remunerado y le fuese denegado?

    Porque el caso particular de la Britton me parece un poco, savando las distancias, como el de Darwin. Su situación económica y social desahogada les permitieron desarrollarse profesionalmente sin necesidad de preocuparse por sacarle partido económico a su trabajo. Ambos aprovecharon ese privilegio para dar lo mejor de sí mismos.

    El reconocimiento de Britton queda plasmado en la existencia de esos 300 artículos, en el hecho de que impartiera clases en Columbia (probablemente si haber tenido acceso a la titulación requerida) y en la materialización de su sueño, el Jardín Botánico de Nueva York. Es probable (y desde luego, deseable) que ella estuviera más que satisfecha con su desempeño profesional. Me parece que juzgar el éxito hace cien años de una persona por el puesto (remunerado) que ocupa es un error moderno que no cometemos con Darwin pero puede que sí con Britton, aplicando la «perspectiva de género».

    Lo mismo me equivoco y luchó por un puesto que nunca le dieron y aún así consiguió que le reconociesen su trabajo, pero me da en la nariz que se libró de toda esa lucha manteniéndose al margen del sistema económico.

    Chica lista.

  3. ¡Perdonad por el retraso en responder a los dos!

    Nudibranquio: muchísimas gracias por el comentario. Así a bote pronto no sé quién puede ser la científica de la que habla, las pocas opciones que se me vienen a la mente no coinciden lo suficiente con la descripción, pero vaya, eso tampoco quiere decir nada. Espero dar motivos para verle por aquí más a menudo.

    Ofelia: pues reconozco que no tengo respuesta para la pregunta y que muy probablemente tengas razón y haya podido más mi asombro (postmoderno) de que no consiguiese un puesto remunerado que sí tuvo su señor esposo. Lo del reconocimiento es más difícil de medir porque para nosotros quien es más famosa es ella por el sesgo briológico, pero aún sin poder cuantificarlo, sí que me ha dado la impresión de que su legado, en general, no se libra del todo de ser «la señora de».

  4. Podria ser Lynn margulis ?

    No se si viene entre las 24 mujeres, pero Margarita Salas, descubrio la PCR que permite identificar cantidades muy pequeñas de ADN y ha dado muchisimo dinero al CSI

    Tambien Margaret Hamilton, tambien programo el ordenador que guió la nave que aterrizo en la luna.

    Lo de que las mujeres hagan el trabajo poco visible tambien pasa o ha pasdo hasta hace poco.
    En la pesca las mujeres el imprescidible trabajo de rederas para que entre dinero en casa.
    No se si actualmente son remuneradas directamente.
    En agroganaderia, muchas veces trabajan los dos, pero la politica de impuestos y los pocos margenes impiden que coticen los dos.
    Es una de las reivindicacion de las explotaciones agroganaderas.

    Un Gusto leerte otra vez :)

  5. Uep! :-)
    Si que es la que dice Pipistrellum, Lynn Margulis. Yo iba desencaminado, quizás la recordaba como inglesa por ser anglofona norteamericana. Gracias tambièn por su enlace.
    Espero siga este arte y sabiduria para los itinerarios de errores de otros. Casi parece arreglar nudos en redes de peces, también.
    Felices eclipses de experiencias superadas compartidas, así todas buenas
    :-)

  6. Hola!
    Gracias por este post. Ya han pasado algunos meses desde su publicación pero me interesa leer al artículo en su totalidad y por esa razón quiero obtener una copia de la revista. ¿Dónde y cómo la puedo conseguir?

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