Dice el bueno de Xema que con lo de los acuarios hay que tener un poco de cuidado sobre las cosas que se leen en foros de internet, porque la gente es muy dada a contar sus éxitos pero no sus fracasos. Supongo que es algo extensible a muchos otros campos.
Para no caer en la misma dinámica, hoy os voy a contar qué pasó con mi proyecto de acuario amazónico del que os hablé en ocasiones anteriores. Era un montaje en el que había puesto mucha ilusión, pero que no salió como esperaba, en primer lugar porque coincidió con un periodo de muchísimo trabajo en el que no tenía el tiempo ni las ganas necesarias para dedicar a dar forma al acuario, pero también por algunos errores de planificación y complicaciones para las que no estaba preparado.
El acuario de Río Negro, en su esplendor
La culpa de todo, además de Yoko Ono, la tiene el sustrato elegido. Se llama «Amazonia aquasoil» y no me dio más que problemas desde el primer momento. Fue un tremendo error escogerlo y en mi descargo tengo que decir que estuve mal asesorado por el responsable de la tienda de confianza. El Amazonia aquasoil será en todo caso un buen sustrato para acuarios muy plantados con mucho CO2, tipo holandés, que son la antítesis de la idea que tenía para este montaje en particular. Para empezar, suelta mucho amonio durante el ciclado (hecho que no por ser conocido, resulta menos engorroso), que se alargó muchísimo, como conté aquí. Además, y por mucho que digan en los foros, da muchos problemas de turbidez. No estamos hablando del típico tinte que dan los taninos, no, turbidez, turbidez de la buena, que dura semanas, que ennegrece y obstruye las superficies porosas del filtro biológicos y que reaparece a la más mínima alteración del suelo. Nada adecuado para peces de fondo esencialmente amazónicos como los Corydoras.
A esto hubo que añadir que lo de añadir hojarasca queda precioso, pero sinceramente, creo que no lo supe controlar. Los fosfatos se dispararon, y unido al exceso de abono del sustrato, que no era aprovechado al ritmo suficiente, porque el acuario estaba pensado con muy pocas plantas, provocó una explosión de algas verdes de las que no me pude librar sin recurrir a la química alguicida más directa. Un completo desastre.
Bueno, quizá esté exagerando: el acuario siguió dándome satisfacciones (e incluso la pareja de cíclidos enanos de Agassiz crió y todo), pero estando totalmente poseído por la fase final de la tesis, nunca pude plantearme en serio un arreglo definitivo. Como por el horizonte ya asomaba la inminente emigración a EEUU, decidí no insistir más con el proyecto de Río Negro y dejar a los peces supervivientes con unas plantas y ya está. Hoy, a pocos días de mi partida, toca decir hasta pronto al tanque que me ha dado tantas satisfacciones en los últimos años.
Los últimos pececillos, listos para ser donados a una tienda del barrio
En el futuro habrá nuevos retos acuaristas, no sé aún dónde ni cuándo, pero quería aprovechar para despedirme de él con algunas de las mejores imágenes y con el vídeo que conseguí, allá en los orígenes, del apareamiento del gourami perla.