Aprovechando los beneficios que da tener contactos con casas «ocupables» y los vuelos baratos, he pasado unos días en Atenas. Oficialmente era una visita para volver a ver a mis amigos griegos después de algunos años (es mi cuarta visita a Grecia y la tercera a Atenas), pero tenía ganas de volver para saldar algunas cuentas pendientes y de forma muy específica con el nuevo Museo de la Acrópolis.
El Museo de la Acrópolis se inauguró, como quizá recordaréis, en junio de 2009 y su propósito es custodiar y exponer las esculturas de la colina sagrada de la ciudad antigua, de todos sus edificios y de todas las épocas desde el periodo arcaico hasta el romano. El museo está coronado por una galería dedicada a las metopas, el friso y los frontones del Partenón. Os hablé de ello aquí y aquí, y para no repetirme, os animo a que leáis aquello si necesitáis saber en qué consiste.
Pues bien, finalmente visité el museo (dos veces) y pese a que mis expectativas estaban por las nubes, no me ha decepcionado (excepto en la prohibición de hacer fotos en el interior incluso sin flash, algo que era posible hasta hace unos meses). El edificio es maravilloso, muy amplio, diáfano y estupendamente iluminado con luz natural gracias a las paredes transparentes que a la vez son un mirador a la acrópolis. En la zona de la entrada están expuestas junto al busto de Pericles unas maquetas que sirven de introducción y una gran rampa con cerámica y elementos de los santuarios de las laderas de la acrópolis nos lleva al primer piso. Allí se pueden disfrutar de muchas más piezas de las que se veían en el angosto museo anterior, incluyendo las kores arcaicas y los frontones de los templos antiguos. Además está el friso del templo de Atenea Niké y en una posición central, las cinco cariátides que permanecen en Atenas. Por primera vez desde hace décadas no hay que mirarlas desde un extremo de una urna de cristal, como si estuviesen en un acuario, sino que se puede apreciar, por ejemplo, el detalle con el que se esculpió su peinado por atrás.
En la siguiente planta hay una cafetería con una terraza con vistas a la acrópolis y subiendo un piso más se llega por fin a la galería dedicada al Partenón. En el centro, un vídeo te cuenta qué es lo que vas a ver, por si acaso no lo sabes, y los desafortunados avatares que ha sufrido a lo largo de la historia. Este vídeo fue muy polémico en su momento porque menciona que con la llegada del cristianismo se destrozaron a golpe de cincel muchas de las caras, además del bombardeo veneciano y el expolio de Elgin. La iglesia ortodoxa griega puso una denuncia para que se retirase el vídeo, cosa que finalmente no se ha hecho. Aunque el museo en sí es relativamente neutro sobre el asunto del expolio y no hay una «reivindicación» visible durante la visita, no sobran oportunidades para demostrar que Elgin además de un pirata fue un chapuzas y destrozó parte de las esculturas y de los elementos arquitectónicos del edificio para poder llevarse el botín. Vamos, que lo último que le importaba a Elgin era la conservación del legado cultural, algo que muy a menudo se puede leer como excusa típica en su favor.
Vídeo con la historia de las vicisitudes del Partenón. Una parte del mismo se proyecta en el video informativo del museo.
Pese a la sensación de rabia que da ver reproducciones en escayola de las partes que están en Londres, los fragmentos que han sobrevivido en Atenas contienen algunas de las mejores partes del monumento (hay gente que se piensa que no queda nada). Los frontones son las piezas más dañadas: están realmente hechos trizas y en Atenas sólo quedan algunos fragmentos muy deteriorados. Atenas alberga la mayoría de las metopas supervivientes, auque la mayoría en un estado lamentable por culpa, esta vez de los iconoclastas cristianos. Las mejores (como la metopa 1 de la fachada sur) siguen in situ sobre el Partenón y aún no las han trasladado al museo, aunque estarás allí muy pronto. Muchos trozos de metopas (cabezas, brazos, etc), estaban en museos diversos (Munich, Heidelberg, Vaticano, Louvre…) algunos de los cuales ya han devuelto las piezas y están recolocadas en su sitio. En cuanto al friso, el museo contiene algunos de los fragmentos más espectaculares, incluyendo uno de un jinete que se atribuye al propio Fidias y el único bloque de la fachada oriental en el que no se destrozaron las caras de los dioses. Es espectacular el volumen y la vida que pueden cobrar seis centímetros de mármol. Este friso es lo más cerca que se podía estar del cine en el siglo V a.A. La sensación de disfrutar de las secuencias de caballería y de la procesión con animales de sacrificio en este nuevo entorno es algo que no puedo explicaros con palabras pero que supongo que muchos de vosotros os imagináis.
Como debe ser, aproveché para volver a visitar los monumentos arqueológicos de la ciudad (Ágora clásica, Ágora romana, Olimpeion, Filopapo…) y cómo no, de la acrópolis. Otra buena noticia, los trabajos de restauración van muy avanzados y toda la colina está muy cambiada desde mi última visita en 2004: el templo de Atenea Niké (que había sido totalmente desmantelado para volverlo a construir como si fuese un lego) ya está terminado, al igual que la remodelación de los Propíleos que lucen unos bonitos nuevos capiteles en una parte de su interior sin andamios, donde una parte de la cubierta ha sido reconstruida. El proceso en sí es muy interesante, ya que muchos bloques de mármol dañados se han completado con nuevo material blanco (de forma que se puede identificar qué es original y qué no). Las obras del Partenón están también muy avanzadas y se han retirado muchos de los andamios. En el caso del Partenón, además hay que rectificar el trabajo de restauraciones anteriores que son incorrectas y sustituir las juntas de hierro (cuya corrosión estaba dañando al mármol) por Titanio. En la actualidad, gracias al detalladísimo conocimiento que tienen los arqueólogos, se sabe con exactitud dónde debe ir cada fragmento, y se están haciendo y completando algunos bloques con mármol nuevo.
Además de darle unas cuantas vueltas, esta ha sido la primera vez que soy capaz de detectar los refinamientos arquitectónicos que son imperceptibles si no se mira en determinados sitios. Por ejemplo, si uno se coloca en una de las esquinas y mira al ras el estilóbato que le queda a la altura de los ojos, se aprecia que el centro está elevado respecto a los extremos. Esta combadura de apenas cinco centímetros no se aprecia a simple vista si se mira el edificio de frente, y se hizo así para compensar efectos ópticos y hacer que el Partenón parezca a la vez estable y perfecto.
Visto al ras se aprecia que el estilóbato está un pelín elevado en su parte central. Esto es imperceptible si se mira de frente.
A esto añado que ha sido la primera vez que he ido al museo arqueológico y he podido pasar a la exposición de cerámica (que siempre estaba cerrada) y a la recientemente inaugurada colección de bronce, en la que están los restos del famoso mecanismo de Anticitera. Este aparato, encontrado entre los restos de un naufragio en 1901, últimamente ha dado mucho de qué hablar maravillando al mundo al descubrirse que en el siglo I a.C. ya había sistemas mecánicos con los que se podían predecir eclipses y entender los ciclos metónicos.
el famoso mecanismo de Anticitera
Además de todo eso, tengo que decir que a mí Atenas me gusta. Lo digo porque al parecer la gente que visita Atenas muchas veces lo hace de paso para hacer turismo en ruinas o islas, se pegan una visita a la acrópolis (a ser posible con todo el caloraco y las multitudes del verano) y salen pitando de allí con la impresión de que Atenas es una ciudad caótica, contaminada y con tráfico que hay que verla porque está el Partenón, pero donde no se te ha perdido nada más. Sin negar que Atenas no es un prodigio de limpieza y orden, hay ciertas ciudades que tienen un encanto especial y para mí esta es una de ellas. Una de las cosas que más me gusta de ella es, por ejemplo, el ambiente a la vez bohemio y reivindicativo del barrio de Exargia, con sus tabernas y sus murales, en el que se puede apreciar como en tantos otros sitios que los griegos están bastante puteados.
Mural en Exargia
Aprender griego leyendo por la calle: «Comed mierda, invita el gobierno» (o algo así) ¡muy educativo!
A raíz de hablar del tema con la gente de allí, puedo decir que las «medidas» que ha tomado o va a tomar el estado están siendo asfixiantes (el IVA a más del 20% en muchos productos, recortes en salarios del 10% y 30% de las pagas extras, congelación de pensiones, edad de jubilación a los 65 años etc), pero que pese a las broncas que han montado los griegos y del «Europe Rise Up«, parece que el espíritu que reina es el de la resignación. ¿Tenemos las barbas en remojo ya?
Un apunte curioso: me pilló una bicicrítica el domingo por la mañana, cuando me iban a llevar de excursión a Micenas y Nauplio. Al parecer allí la montan los domingos para no molestar al tráfico (¿?) y aún así los conductores la liaron pero bien, con más indignación y más mala leche que los madrileños. No hay mucho ciclista por las calles de Atenas, pero haberlo haylos, y por cómo es la conducción en esta ciudad está claro que tienen los testículos de mármol pentélico.
Y como buen ciudadano-consumidor, hice algunas comprillas. En las librerías de viejo de la ciudad se pueden encontrar clásicos griegos en versión original tirados de precio y con mucha variedad (en España son escasos y carísimos), y además aproveché para hacerme con la colección completa de Χαμηλές Πτήσεις (Vuelos Bajos), el cómic de un pájaro y el cabrón de su hijo del que ya hablé aquí hace tiempo.