Un hogar para Symbion

… o por qué hay que tener una lupa encima cuando se va de mariscada

ResearchBlogging.org Hace años que vengo siguiendo una historia apasionante. Una historia de descubrimientos increíbles, enigmas científicos, sexo sórdido y marisco. No se puede pedir más. Se trata de un relato en el que un puñado de científicos desenredan la misteriosa vida y milagros de algunos de los animales más jodidamente raros y desconocidos que habitan nuestro planeta: los ciclióforos. El último capítulo de esta historia acaba de salir a la luz [10], pero vayamos por partes.

Corría el año 1995 cuando Peter Funch y Reinhardt M. Kristensen, dos zoólogos daneses, publicaron en la revista Nature el descubrimiento de un nuevo filo de animales al que llamaron Cycliophora [1]. Así dicho, puede que no os impresione mucho, vamos a ver si lo arreglo. Digamos que hay unas 40 formas de «ser animal»; puedes ser un molusco, o un artrópodo, o un cordado o un xenoturbélido. A cada una de estas formas o «diseños» anatómicos es a lo que se le suele llamar «filo«, y es la categoría superior en la clasificación de los animales. Aunque el criterio sobre qué es un filo o qué deja de serlo varía conforme pasa el tiempo y se afinan los criterios, descubrir un filo, un «plan» general de animal totalmente desconocido a las puertas del siglo XXI fue algo absolutamente espectacular. Los detalles sobre por qué esto no era la primera vez que le pasaba al equipo de Kristensen (ni sería la última) fue un tema que se trató en esta santa casa hace mucho, mucho tiempo, y puede que no lo recuerden ni los más viejos del lugar, pero esa es otra historia.

Estos ciclióforos resultaron ser además unos bichos rarísimos, aunos auténticos marcianos, no sólo por su anatomía, sino también por su forma de vida: con apenas una fracción de milímetro de tamaño, estos animalillos habitaban en las piezas bucales de las cigalas (Nephrops norvegicus), donde se alimentaban de los restos de comida que el delicioso crustáceo dejaba escapar de su boca. Esta primera especie de ciclióforo fue bautizada con el eufónico nombre de Symbion pandora. Toda una caja de sorpresas, sin duda.

Imágenes de Symbion pandora, viviendo felizmente en las barbas de las cigalas. Las formas adultas tienen forma ovoide y viven sésiles, fijas a los apéndices del crustáceo mediante un disco adhesivo. En el extremo de su cuerpo presentan una corona de cilios rodeando la boca. (National Geographic; Obst et al. 2005; Biodidac)

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