Los PPersas

(Adaptación libre de la tragedia «Los Persas» de Esquilo)

Noche del 9 de marzo de 2008. Balcón de la sede del Partido Popular en la calle Génova (Madrid). Una gran multitud se congrega en el exterior con banderas de España y del PP. Los resultados de las elecciones empiezan a gotear en los medios.

DRAMATIS PERSONÆ

CORO (formado por simpatizantes del Partido Popular bajo el balcón que llenan la calle. El Corifeo es la NIÑA DE RAJOY, que está entre la multitud con una inmensa bandera de España)

ACEBES (en el papel de Reina Atosa)

GARCÍA ESCUDERO (como mensajero funesto)

SOMBRA DE AZNAR (as himself en el papel de Fantasma de Darío)

RAJOY (como Rey Jerjes)

 

NIÑA DE RAJOY: De los ppersas que hemos votado al Partido Popular somos nosotros los más fieles seguidores, guardianes de esta sede genovesa y admiradores del magnificente Rajoy, elegido por el Dedo Firmérrimo de Aznar como regidor de las Hispanias. Pero cuando pienso en la aparición del candidato en el balcón se me angustia en corazón en el pecho ante la ausencia de noticias del resultado electoral. Mostrando arrojo y patriotismo fueron al feroz combate contra los socialistas los aguerridos diputados ppersas. Así van Pizarro el numérico, príncipe energético, así van Acebes y Zaplana, inmaculados prohombres de bien, vasallos del gran candidato, celadores de un inmenso ejército por valerosa decisión de su espíritu.

Cuatro revoluciones planetarias venimos sufriendo el yugo socialista, mas los aguerridos ppersas han defendido con arrojo y granítico rostro sus posiciones sin que todas las fuerzas celestes hayan podido apearnos de animal de carga alguno. ¡Ay, ay! ¡Desgraciados ppersas que sufrimos en nuestras carnes el cordón sanitario! ¡Pobres de nosotros que fuimos asociados con la más extrema de las derechas sin motivo racional alguno cuando somos patriotas, amigos de la libertad y defensores de las cosas como Dios manda!

Innúmeros son los desmanes que los socialistas en aciagos momentos trajeron sobre nosotros. Atacada ha sido la entereza de nuestra Hispania que tanto amamos en múltiples ocasiones, al igual que sus raíces y sus costumbres. La sangre de nuestros hijos se mancilla mezclándose con naciones bárbaras y el gobierno socialista queda inactivo cual berberecho costero. Cuando el malvado Zapaterocles bendijo a los habitantes de Sodoma y Lesbos, las manos llevamos a nuestros cráneos para mesarnos los cabellos y taparnos los oídos. Acompañados de los hombres de fe y sus púrpuras llenamos las calles clamorosamente poniendo de manifiesto tal abominación. «¡La Familia!» -dijimos- «¡La Familia es importante!». Mas ninguna respuesta obtuvimos para nuestros llantos. No contentos con todo ello también osaron a intentar pacificar a las tribus abertxales sin nuestro permiso, ¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres! ¿Es que no saben que esa iniciativa corresponde en todo caso a los ppersas? ¡Aún se oye el rechinar de dientes por tamaña osadía!

Y así los valerosos ppersas han vuelto a enfrentarse al socialismo vil con la esperanza de que una nueva aurora de dedos rojigualdas traiga la felicidad y la rectitud. Por ello la angustia lacera mi corazón enlutado. ¡Oh! ¡Ah, el ejército ppersa! ¿Cuál será la nueva que oirá mi urbe, el gran bastión de Madrid, donde reina la lideresa? Vamos pues, ppersas, a apostarnos bajo este balcón a esperar las noticias del candidato Rajoy, del Dedo firmérrimo de Aznar nacido ¿Acaso venció por fin?

Pero ¡mirad! He aquí al gran Acebes, el del firmísimo cilicio, luz igual a la de los ojos de los dioses. Que todos le saluden con los homenajes debidos.

(el coro vitorea a Acebes, que sale al balcón de la calle Génova)

¡Oh Acebes de grácil talle, mano derecha del futuro presidente, si al menos la ancestral fortuna no ha desertado de nuestro ejército.

ACEBES: Por esta causa he venido aquí, dejando la sede brillante y el despacho; también a mí la inquietud desgarra mi corazón y a vosotros quiero decirlo, amigos. Yo mismo no estoy exento de temor, no sea que se derribe nuestra gran esperanza de un puntapié.

CORO: Sabes bien eso, grande de nuestro país: no tendrás que indicarnos dos veces ni de palabra ni de obra en lo que seamos capaz de servirte de guía. Llamas en nosotros unos incondicionales consejeros.

ACEBES: Vivo siempre acompañado de muchos sueños nocturnos desde que nuestro candidato, equipando un ejército, partió en gloriosa campaña electoral con el deseo de devastar las huestes socialistas, pero todavía no he visto uno tan claro como el de la noche pasada.

CORO: ¿Cuál fue semejante sueño, pecador de la pradera? ¡Dínoslo, por la gloria de tu madre!

ACEBES: Ooooooos lo diré: Me ha parecido que se presentaban ante mis ojos un ave voladora del orden de las charadriiformes y una rosácea flor de sanguíneo color. Ambas en tamaño y poder superaban al resto de la biota colindante y disputábanse la entrada a un palacio monclovita. Si bien la gaviota de recias plumas intentó arrancar de su compost a la flor, fueron los aguijones epidérmicos de ésta los que arañaron la carne del ave provocándole la huída. ¿Qué pensáis, sabios ppersas de semejante augurio?

CORO: No deseamos, Acebes, ni espantarte demasiado con nuestras palabras ni inspirarte demasiada confianza. Si has visto algo siniestro, pídele a los obispos que aparten de ti su cumplimiento, que realicen todo lo bueno para ti, para tu país y para el resto de tus amigos. Pero según creo, pronto sabrás toda la verdad. He aquí a un mensajero de pies alados que viene corriendo y que parece ser un ppersa. Trae claramente alguna noticia, buena o mala de oir.

(Aparece apresuradamente en el balcón un jadeante García Escudero, el mensajero)

GARCÍA ESCUDERO: ¡Oh ciudades de toda la tierra de Hispania, oh país ibérico, enorme puerto de riqueza, oíd cómo, de un sólo golpe, ha sido destruida una inmensa felicidad, ha desaparecido pisoteada la gaviota de los ppersas! ¡Ay de mí! Es una desgracia ser el primero en anunciar males. Sin embargo, es necesario que os revele todo el desastre, ppersas: ¡los socialistas han ganado las elecciones!

CORO: Horribles, horribles desgracias, inauditas y desgarradoras. ¡Ay, ay, ay! Llorad, ppersas, al oír este dolor.

GARCÍA ESCUDERO: Sí, el recuento llega a su fin y yo mismo, a pesar de un gran aumento de escaños, no puedo sino aceptar el aciago resultado.

CORO: Demasiado pesada se nos hace hoy la existencia al oír esa calamidad. ¿No auguraban las encuestas un empate técnico? ¡Oh, desgracia!

GARCÍA ESCUDERO: En realidad un 43.7% de los votos ha sido colectado por el socialismo carnicero y un 40.8% para PPersia.

ACEBES: ¿Y no es descartable, mensajero de broncínea epidermis, otra pooooosibilidad? Quizás, alomojó, el infausto recuento aún no ha sido completado significativamente.

GARCÍA ESCUDERO: Nítido es el resultado: 16 asientos en la asamblea nos separan

ACEBES: Me he quedado sin habla, infeliz, abrumado por las desgracias. Sin embargo, es necesario que los mortales soporten las penas que envían los dioses. Desarrolla, pues, toda la catástrofe, sosiégate y dinos, aunque gimas por los males, qué escaños hemos de llorar, y quién prestando servicio ha dejado al fracasar su lugar vacío.

GARCÍA ESCUDERO: La noche comenzó maldita y funesta para los ppersas. Los sondeos a pie de urna y los primeros resultados amenazaban con una mayoría absoluta para Zapaterocles el demoníaco, pero nuestras huestes lucharon heroicamente hasta en la última provincia remontando el resultado. No fue suficiente.

ACEBES:¡Nnnnnno!

GARCÍA ESCUDERO: 169 diputados serán para los socialistas de rojísimo color y 153 para los ppersas de pies firmes.

ACEBES: ¡Ay, ay! Oigo los más supremos males, vergüenza para los ppersas y causas de lamentos agudos. Es suficiente, mensajero, ¡retírate antes de que un arrebato me nuble la razón!

(García Escudero, el mensajero, se va)

NIÑA DE RAJOY: ¡Oh infausto destino! ¡Cuán pesadamente has hollado toda la raza ppersa! ¡Ya no viajaré al extranjero con conocimiento de idiomas y por siempre sufriré el complejo de ser española! ¡Ay!

ACEBES: ¡Ay, deeeesgraciado de mí! ¡Ah, diáfana visión de mis sueños nocturnos, demasiado claramente me habíais mostrado estos males!

CORO: No es nuestra desgracia menor, oh líder de incólume y recia desvergüenza, ¿Qué cara pondremos mañana en el trabajo cuando los simpatizantes izquierdosos con semicircular sonrisa y prístino brillo en los ojos nos den los buenos días con impune retintín? ¿Dónde han ido a parar nuestras fiestas aposemáticas de rojo y gualda? ¿Dónde las glorias pasadas de grandeza atlántica retratadas en Macaronesia?

ACEBES: Sí amigos, ¡Ay! Yo también recuerdo las glorias pretéritas. ¿Por qué nos abandonó el Líder Magnífico de glorioso pelamen labial?

CORO: ¡Oh Aznar, escucha nuestra llamada!

(La sombra de Aznar se manifiesta en el balcón)

SOMBRA DE AZNAR: Oh fieles entre los fieles, compañeros de Nuevas Generaciones, ppersas ancianos, ¿qué aflicción sufre la patria? Gime, se golpea el pecho y el suelo se resquebraja. Al ver a mis fieles llamándome, me turbo y he aceptado de todo corazón sullamada. ¿Qué terrible desgracia se ha abatido sobre los ppersas?

CORO y ACEBES: No nos atrevemos a mirarte a la cara y contarte lo ocurrido en las elecciones, cósmico ex-presidente de grácil y varonil melenita.

SOMBRA DE AZNAR: Hacedlo, amigos míos, no os turbe mi grandeza, pues soy gente sencilla y no me incomoda hablar con los mortales. Decidme, ciudadanos de Ppersia, el motivo de vuestra turbación. ¿Quizá sólo hemos conseguido 170 escaños? ¿Quizá nos veremos obligados una vez más a aprender idiomas en la intimidad de nuestro dormitorio?

ACEBES: No, divino líder. Más dramática aún es nuestra situación: hemos sido derrotados en las urnas por los socialistas.

SOMBRA DE AZNAR: ¿Cómorrrr? ¡Imposible!

ACEBES: Me temo que así es.

SOMBRA DE AZNAR: (Iracundo) ¡Pandilla de mentecatos comeflores! ¡La ruina definitiva habéis traído sobre mi herencia! ¿Qué me dirán en Georgetown?

CORO: No pagues contra nosotros tu ira, pues ha sido el pueblo soberano el que ha decidido.

SOMBRA DE AZNAR: (Tranquilizándose y rindiéndose a la evidencia) ¡Malditos sean todos los socialistas! ¡Grande es mi desgracia!

CORO: No más pequeña es la nuestra. ¡Oh dioses! ¡Qué grande y hermosa existencia tuvimos en el gobierno de nuestras ciudades, cuando el venerable Aznar, el magnánimo, el bienhechor, el invencible, igual a los dioses, reinaba en este país!

SOMBRA DE AZNAR: ¿Y Mariano? ¿Dónde está mi apreciado candidato, el de los hilillosh de plashtilina?

NIÑA DE RAJOY: ¡Ahí llega!

(Aparece Mariano Rajoy, cariacontecido, es recibido con una gran ovación y vítores entre lágrimas)

RAJOY: ¡Ah desgraciado de mí! ¡Qué odiosa y tan imprevisible suerte he encontrado! ¡Con qué crueldad el destino se ha cebado en la raza de los ppersas! ¡Qué será de mí, infeliz! Se abate la fuerza de mis miembros cuando contemplo la muchedumbre decepcionada.

NIÑA DE RAJOY: ¡Oh Mariano! ¡Ay por tu magnífico ejército, y el gran prestigio del imperio ppersa, y los espléndidos candidatos que hoy ha segado el destino!

RAJOY: Soy yo, ¡ay, ay!, lamentable y miserable, que he sido la ruina para mi raza y mi patria.

CORO: Para saludar tu regreso pronunciaremos el grito de siniestro augurio, el lamento de infortunio del lloroso Mariano, el alarido bañado en lágrimas.

(Comienza a sonar por los altavoces el himno del Partido Popular, versión ‘house’)

RAJOY: Lanzad dolorosos, quejosos, lúgubres acentos; el destino ahora se ha vuelto contra mí.

CORO: Sí, vamos a lanzar gemidos lamentables para deplorar la nueva calamidad y los dolores del desastre; lloraremos por la patria, por la raza; haré resonar un lamento lacrimoso.

RAJOY: Empapad vuestros ojos de lágrimas.

CORO: Estamos empapados de ellas.

RAJOY: Responded a mis gritos con los vuestros.

CORO: ¡Ay, ay, ay! Sí, te acompañaremos con nuestros funestos lamentos. ¡Ah, tierra de Ppersia, difícil de pisar!

(Acebes y Aznar levantan los brazos de Rajoy entre lágrimas. El Coro aplaude. Rajoy, Aznar y Acebes abandonan el balcón mientras la multitud se diluye. De fondo suena «I’m going home» de «The Rocky Horror Picture Show«)

TELÓN