No deja de ser curioso cómo, de repente, el fenómeno del cambio climático ha pasado a estar irremediablemente unido a la figura de Al Gore. Sin duda esto tiene su origen en el documental que tuvimos ocasión de ver en los cines y que ha catapultado su relevancia más aún que cuando fue candidato a presidir los EEUU. «Una verdad incómoda», como ya dije en su momento, es un documental que está muy bien, que tiene un valor didáctico muy notable y que personalmente sí que me aportó alguna que otra reflexión interesante, pero que no ofrece ninguna novedad para cualquiera que esté más o menos informado sobre el asunto. Desde luego Al Gore no es un científico y lo que tiene que ofrecer por la causa es su influencia y su oratoria (que no está mal). El político estadounidense se reafirmaba una y otra vez en que el cambio climático es un asunto moral. En esta afirmación lo que veo es el espíritu de vendedor de motos de quien la realiza, y concretamente motos que se van a vender en Estados Unidos; le añades a algo la etiqueta de «moral» y, oye, se vende como rosquillas. Bueno, pues yo creo que principalmente el cambio climático, al ser un fenómeno cuyas consecuencias aún están en estudio debe ser principalmente un asunto científico. Dejo un par de referencias de interés sacadas del blogoplancton: el megapost de cambio climático de Tecnología Obsoleta y una interesantísima reflexión-investigación desde GOLEM blog sobre los supuestos científicos que niegan de plano un calentamiento global antrópico. El problema llega cuando intentas que el pueblo llano se implique en un asunto que es científico (afirmando, por ejemplo, que en realidad es moral), y acaba convirtiéndose en un asunto político, y aquí ya sí que la hemos liado. Por ejemplo, en España la «izquierda» (quiero decir, el PSOE) ha asumido que deben estar «a favor» de que haya un peligroso cambio climático que nos amenaza, mientras que la derecha, si bien no ha podido ubicarse descaradamente en contra (porque le resultó políticamente incorrecto -el asunto del primo-), sí que tiene una tendencia mucho más… escéptica. Nótese por ejemplo que ciertas editoriales de corte «liberal» (del tipo de las que publican sobre las mentiras del 11-M y de cómo la Guerra Civil la empezaron los rojos en el 34), hacen su agosto con supuestas joyas del pensamiento escéptico que desbaratan las giliprogres ideas sobre la conservación medioambiental. Esto en el fondo da un poco igual, porque como en este país todo lo político se acaba viviendo como si fuese un partido de fútbol, el contenido científico de las ideas acaba siendo lo de menos y cada uno se apunta al equipo que le representa y defiende hasta la muerte a Al Gore o difunde el documental de Telemadrid según le corresponda. Es lo que tiene convertir los asuntos científicos en políticos, como decía.
Evidentemente la adscripción a uno u otro bando (en un contexto en el que no debería existir bando alguno, por la cuenta que nos trae) es tan hipócrita como cuando toca defender la inmortalidad de las amebas o las reformas educativas: se miran los colores y no el contenido, y ahí tenemos al eco-PSOE que en cuanto nos descuidamos usa la mano que han estrechado a Al Gore para bendecir el proyecto Gran Scala del que ya he hablado largo y tendido.
Todo esto viene a colación de que estoy harto de que cada vez que se diga algo del cambio climático se nombre a Al Gore. Que este señor se haya unido a la causa me parece muy bien, pero resulta ridículo que la investigación de décadas sobre este asunto se condense en una sola persona. Por si fuera poco ahora parece que este tío le cae gordo a todo el mundo. Le conceden el Nobel de la paz e inmediatamente todos dicen que es un premio que está devaluado, y además no paran de salir artículos sobre lo poco que recicla, lo mucho que gasta y lo caro que sale invitarle a tomar unas cañas. Lo grave del asunto es que estas flaquezas se acaban contagiando a todo lo que tenga que ver con el cambio climático: Al Gore dice X, Al Gore es un impresentable, ergo X es falso ¿Os suena? El médico te dice que no fumes porque es malo, al días siguiente le ves fumando en el bar e inmediatamente deduces que fumar no es perjudicial.
Bien, pues este tipo de razonamientos son intrínsecamente falaces y hay que aprender a detectarlos. En concreto estaríamos ante lo que se llama un argumentum ad hominem (que mola soltar algún latinajo de vez en cuando) y viene a decir que las ideas deben valorarse por ellas mismas y no por quién las formula. Es cierto que sería mucho mejor si Al Gore predicara con el ejemplo, pero en ningún caso lo que él haga puede poner en tela de juicio un fenómeno que, recordemos, debe ser evaluado mediante pruebas científicas, que siguen su propio método y se ratifican o refutan mediante un proceso de observación, reflexión, experimentación y deducción que se publica en medios científicos previa revisión por varios jueces imparciales, independientes y capacitados.
Así que un poquito de por favor.
Ya que estamos con el asunto de las falacias lógicas quiero recomendar un ejercicio insospechadamente productivo. Os animo a repasar una lista de algunas de las más conocidas (aquí o aquí, por ejemplo) y seguidamente leed la sección nacional de un periódico cualquiera o prestad más atención de la habitual al telediario de la noche. ¡Tachaaaaaaaan!