Agenda naturalista de primavera en Connecticut


Parecía que no iba a ocurrir nunca, pero como quien no quiere la cosa han empezado a llegar pájaros que no había visto antes, las ardillas andan persiguiéndose, de calentón en calentón, y aquí y allá empiezan a salir floreciglias campestres. Por las mañanas sigue haciendo un frío que no es sano ni propio de un mes de abril como God manda, pero supongo que podemos dar por finalizado el largo, largo invierno de Nueva Inglaterra.

Toca desempolvar las guías de campo para empezar a conocer más a fondo lo que «el rincón tranquilo» tiene que ofrecer, pero además de las esperables salidas al campo, hay un par de hitos naturalistas que espero con muchas ganas y de los que espero rendir cuentas a su debido tiempo en esta santa casa.

El primero tiene que ver con cigarras.

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Hablando mal y pronto: en el este de EE.UU. existen varias especies de cigarras, parecidas en su aspecto externo a las europeas, pero muy particulares, no sólo por sus ojos sanguíneos, sino por su ciclo vital. Las cigarras en general tienen vidas muy largas pero aburridas. Las ninfas viven generalmente enterradas en el subsuelo alimentándose de la savia que succionan de las raíces de los árboles. Después de varios años, las ninfas de último estadio suben a la superficie, realizan su última muda y emerge de cada una el adulto alado cuyos insistentes ruidos son la banda sonora de las tórridas tardes de verano (que no es otra cosa que la llamada de apareamiento del macho).

Lo particular de las cigarras americanas a las que me estoy refiriendo es, como quizá sabréis, una sorprendente sincronización de este ciclo vital que no puede verse en ninguna otra parte del mundo. En cuestión de unas horas, cuando la temperatura ha alcanzado cierto nivel, una estirpe completa de cigarras que llevan más de una década viviendo silenciosamente en el subsuelo, salen de forma simultánea a la superficie en cantidades ingentes, como un siniestro y silencioso antiejército con el único y amoroso objetivo de copular desenfrenadamente bajo la protección de su superlativa abundancia. Al parecer el ruido que una de estas poblaciones llega a generar durante su corta vida adulta es ensordecedor, y la experiencia de ese verano es recordada por los lugareños por mucho tiempo, especialmente cuando, después de la igualmente multitudinaria puesta, una tremenda acumulación de  insectos muertos llena las calles, los parques y los jardines.

Para muchos debe ser un alivio saber que cada una de estas estirpes sólo repite su ciclo vital exactamente cada 13 o cada 17 años. Ahí está la magia de estas cigarras, que ha llevado incluso a bautizar su género como Magicicada, espectaculares como una plaga bíblica, predecibles como un eclipse. Mucho se ha investigado sobre por qué justamente sus ciclos son de 13 y 17 años, y no de 20 o de 15, especialmente llamativo resulta que ambos números sean primos; parece difícil pensar que se trate de una coincidencia. (¿Saben las cigarras matemáticas?). Una hipótesis extendida es que, si la presión selectiva que ha llevado a estos insectos a sincronizar tan perfectamente su ciclo ha sido la  protección que ofrece la multitud, acoplarse a un número primo de años reducirá bastante las probabilidades de coincidir con un depredador que también cierre su ciclo en un número constante de años. De hecho, la única forma de ser depredador especializado en estas cigarras y poder aprovecharte periódicamente de su explosión demográfica sería tener un ciclo de 13 ó 17 años.

La biología de estas cigarras es realmente apasionante. Se reconocen en este momento cuatro especies con ciclo de 13 años y tres con ciclo de 17, y si hacemos las cuentas, en cada una de esas especies, hay 13 ó 17 progenies que se numeran con números romanos. Muchas de las 30 progenies teóricas no se dan en la naturaleza (se cree que se han extinguido), y algunas están muy localizadas. Con cierta frecuencia se producen emergencias fuera de «programa», y por lo tanto cruces entre distintas progenies, pero la sincronización tan asombrosa habitual hace que surjan muchas preguntas sobre el curso evolutivo de esta curiosidad y, cómo no, sobre el papel del aislamiento reproductivo, especiación, y esos temas que aquí nos gustan tanto.

Pero vayamos al grano.

Resulta que en mi departamento hay un laboratorio dedicado al estudio de las cigarras (muy conocido en el mundillo cigarril) y este año andan revolucionados. Connecticut pilla en los extremos de la distribución de las cigarras de ciclos de 17 años; tan sólo una progenie (la II) está presente en el occidente del estado. O sea, que sólo una vez cada 17 años tiene lugar una emergencia masiva de cigarras en nuestro entorno, y la última vez que esto tuvo lugar fue en 1996.

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Tabla con las estirpes conocidas de cigarras periódicas

Así que, sí: tal ha sido mi puntería que la primera primavera que paso aquí coincidirá con este acontecimiento entomológico sin igual, y por supuesto, no es algo que puedas permitirte el lujo de perderte.

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Distribución de la progenie II basada en citas de años anteriores

Seguiremos informando. Mientras tanto aquí pongo unos enlaces por si os interesa el tema:

http://www.cicadamania.com/

http://www.magicicada.org/

¡Pero hay más! Resulta que al final me han liado para participar como «especialista» en un BioBlitz. ¿Qué narices es un BioBlitz? (Eso me preguntaba yo hace unos días), pues es una suerte de desafío científico cooperativo (aunque también tiene algo de competición) en el que un grupo de personas (voluntarios, aficionados, zoólogos y botánicos) rastrean un área durante 24 horas de forma intensiva con el objetivo de identificar cuantas más especies mejor, en plan maratón, picándose los unos con otros. En este caso se hace para celebrar el centenario de la donación de un terreno de 1600 hectáreas que en la actualidad está destinado a la educación ambiental y la conservación de la biodiversidad.

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Mapita del terreno donde tendrá lugar el sarao

Desde luego va a ser un desafío porque la flora local todavía me resulta muy desconocida, pero ¿Qué mejor forma de zambullirse en ella?

¡No está nada mal el plan!

7 comentarios en “Agenda naturalista de primavera en Connecticut

  1. Me gusta la idea así que me apunto como quintacolumnista floral. Simplemente pon fotos de plantas y veremos qué se puede hacer.

  2. Casi dejo de leer al ver la foto de la cigarra gigante, pero la historia era tan curiosa que no he podido hacerlo… ¡qué pasada! Argumento típico de una historieta de ciencia ficción. Qué de posibilidades, lo de los números primos, si pilla esta anécdota Ridley Scott nos casca un Prometheus 2 con aliens diseñados para reproducirse con fecha y hora concreta.

  3. Pingback: Cigarreando | Diario de un copépodo

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