Cómo ver colibríes mientras desayunas


Este verano estoy disfrutando especialmente de las aves estivales de Connecticut. A estas alturas uno ya las va tratando con bastante familiaridad, y por las mañanas, especialmente si vas pedaleando hasta el campus, te puedes entretener contando cuántas especies distintas ves durante el trayecto. Habitualmente esta improvisada «checklist» supera la docena de integrantes. Muchas de ellas son ya viejas conocidas de los bosques (ver por ejemplo este post), y otras, típicas de ambientes más antropizados, las he ido descubriendo en estos meses que llevo viviendo en Willimantic. A quien esté familiarizado con las aves europeas, las especies norteamericanas en gran parte les parecerán (y con razón) parientes algo exóticos, pero claramente reconocibles (eso cuando no son exactamente la misma especie, como ocurre con las golondrinas, Hirundo rustica, sin or más lejos). Por ejemplo, el llamado petirrojo americano (American robin, Turdus migratorius), pese a su nombre es más bien un zorzal, o unos pequeños vencejos, chiquitillos y simpáticos, que anidan en las chimeneas de los molinos textiles del siglo XIX (Chimney swift, Chaetura pelagica) y que nos visitan cada verano, como hace Apus apus en Europa.

Para el naturalista europeo, sin embargo, lo más interesante por su novedad, está en las aves que no tienen ningún representante en el viejo continente, como por ejemplo, el urubú cabecirrojo (Turkey vulture: Cathartes aura), del que tenemos también una colonia en la zona. Los urubúes, también llamados auras o zopilotes, recuerdan mucho a los buitres (especialmente a los alimoches, en mi opinión), y sin embargo no están directamente emparentados con ellos, sino que  se trata de un ejemplo típico de convergencia evolutiva. En efecto, estos buitres del Nuevo Mundo o catártidos incluyen también a los cóndores, pero en ningún caso a buitres, alimoches o quebrantahuesos, que por algo son accipítridos, como otras rapaces diurnas.

DSC06115Cathartes aura, vigilándome de cerca

Pero sin lugar a dudas, las aves más espectaculares que puedo ver aquí de forma cotidiana y de las que no tenemos ningún representante en el Viejo Mundo son los colibríes. Estas aves no necesitan presentación, así que iré directamente a los datos curiosos: los colibríes son fundamentalmente neotropicales, así que en principio no son típicos de estas latitudes: la mayoría de sus 300 especies viven mucho más al sur, pero en verano, en este lado de Norteamérica disfrutamos de la visita de uno de los miembros más aventureros de esta familia: el colibrí de garganta rubí, Archilochus colubris.

Ruby-throated_Hummingbird-rangemap

Distribución del colibrí de garganta rubí. En azul, área de invernada, en verde, área estival, en amarillo, zonas de paso. La presencia de esta especie hasta latitudes tan altas es excepcional en el conjunto de los colibríes. Me recuerda a nuestro abejaruco: la mayoría de las especies de abejaruco son africanas, pero nosotros consideramos «típica» la única que se aventura a reproducirse en Europa.

No es difícil ver colibríes por aquí en verano, pero es más fácil aún si les pones un comedero. Coincidiendo con que nos hemos mudado a una casa más grande y que tenemos ahora un espacio para poner unas macetillas y tal, le llegó la hora a pillar un comedero especialmente pensado para colibríes. Básicamente consiste en un recipiente donde se pone el «néctar» y que se enrosca en una base con unos surtidores que están decorados con una rudimentaria flor de plástico. Una vez relleno el depósito, se cuelga, y a esperar.

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Más sencillo que el mecanismo de un chupete

La mezcla usada como «néctar» la venden por ahí, pero es tan sencilla como diluir azúcar en agua. Asesorado por un compañero de departamento que estudia precisamente colibríes, empecé con una mezcla 1:1 de agua y azúcar. Esta es una forma efectiva de que los colibríes aventureros recuerden tu comedero al principio: el néctar que les das es muy energético y es difícil resistirse a él. Una vez te lo tienen localizado, puedes rebajar la mezcla a los niveles habituales del néctar real (1:5 y menos), lo que además te asegura más visitas. Si, yo también he pensado en la diabetes aviar y en que la drogaína primero se regala y luego se cobra.

Colibrí (Archilochus colubris) alimentándose en un comedero from Copépodo on Vimeo.

Lo cierto es que apenas unos días después de instalarlo estoy muy sorprendido de lo eficaz que ha sido el comedero. Durante todo el día (especialmente por la mañana y al atardecer), los colibríes de la zona, sobre todo juveniles que han debido nacer hace sólo unos meses, se pasan constantemente a comer dando todo un espectáculo del que no me canso de disfrutar. (Pido disculpas a los lectores americanos, a los que esta fascinación de los gallegos por los colibríes debe parecerles un tanto extraña). En ciertos momentos del día, las visitas se suceden en apenas unos minutos. Es muy llamativo lo poco tímidos que son y lo bien que se dejan fotografiar. No me he puesto «en serio» a intentar tomar imágenes de buena calidad (intentando bajar el tiempo de exposición al máximo), pero he pensado que a pesar de todo, os pueden gustar.

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¡Bonus track! Ya que fue en mi actual departamento donde se llevó a cabo un estudio que ha cambiado el paradigma de la alimentación de los colibríes, no puedo evitar soltar algo de información aquí. Hasta hace poco se pensaba que la lengua de los colibríes (bífida y enrollada) actuaba somo una pajita, y que tras captar el néctar por capilaridad, lo sorbían. Hoy sabemos que en realidad la lengua de estas aves se expande al contacto con el líquido, quedando éste adherido a unas lamelas diminutas sin gasto de energía por parte del colibrí y de forma muy eficiente.

 

13 comentarios en “Cómo ver colibríes mientras desayunas

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  2. Yo también me quedaría fascinado con los colibríes… recuerdo una «sala de colibríes» en el aquarium de Génova (no me preguntes por qué en un aquarium…). Tú entrabas en la sala y los colibríes revoloteaban a tu alrededor. Impresionantes.

  3. Qué descubrimiento, este blog.

    A los marcadores que va, de cabeza.

    Un saludo desde el Sur de España, de una microalga sudando en el CSIC.

  4. Los vi por primera vez cuando estuve en Costa Rica y no me daba tiempo a hacerles fotos y videos: a la que volvía de buscar la cámara (2 pasos de distancia), ya no estaban. Incluso sin foto, recuerdo perfectamente lo bonitos que eran y cómo me fascinaban.

  5. Yo hace tiempo vi formulas de nectar par colibri y lei que tenian el digestivo delicado y no se le podia dar azucar moreno, mejor blanco y cuanto mas refinado mejor.

    Luego me entero que comen bichos al vuelco como los vencejos que son familia.

    Un exceso de azucar no les genera algun problema. Como poco deberán beber agua para diluirlo es hiperosmotico.

    No van insectos al comedero? Creo que una vez vi una esfinge colibri por aqui y creo que hay colibris mas pequeños que la esfinge (una polilla gorda)

    A mi me gustan mucho los vuelos de algunos insectos. El de los sirfidos, sin hacer ruido y superestaticos, el del moscas soldado negro, bastante ruidoso,lentas de reflejos que se pueden cojer con relativa facilidad y es facil que se queden mansas en la mano. Tambien si las apartas, no molestan otra vez, como la mosca domestica que debe dar mala fama a todo el genero. Si molestan parecen que vienen mas y el vuelo le pone bastante nervioso a uno. Es el prototipo de mosca pero hay otras mucho mas majas.

    La libelulas tambien me gusta mucho como vuelan.

    No tienes otros nidos para atraer el tipico herrerillo o las casas nido para murcielados?

  6. Pingback: La naturaleza de Cuba contada para europeos (2/3): Viñales y Península de Zapata | Diario de un copépodo

  7. Qué bueno, Cope. Es algo que realmente regocija el espíritu. Frente a mi antigua casa crecían tres hermosos calistemos con sus rojas flores desbordadas de néctar. En los veranos venían 4 parejas de picaflores, celosos de sus flores, que se perseguían de árbol a árbol evolucionando en el aire en lo que eran verdaderas batallas aéreas. A media tarde, si te sentabas muy quieto debajo de las copas, a la fresca sombra podías verlos observarte, estáticos en el aire, a no más de 30 centímetros de distancia.

    Gracias por compartir.

  8. Eulez: ¡Eso ha sonado como una maldición!

    Divulgador: Es lo que tienen estos bichos, no esperan. Tienes que esperarles.

    Pipistrellum: Sí, son parientes de los vencejos, yo tampoco lo sabía hasta hace poco. El único visitante no colibrí que he visto en el comedero de momento fue una avispa. El colibrí más pequeño es el zunzunzito, que es endémico de Cuba (puedes ver el siguiente post), y efectivamente, es como un insecto muy gordo, más pequeño que muchas esfinges, pero no que la esfinge colibrí, que ya es bastante pequeña dentro de los esfíngidos. Seguramente pondré otros comederos más generalistas (mira la entrada de la fauna de Nueva Inglaterra, en la que hice muchas fotos de aves en comederos), pero lo que de verdad me llamaba la atención por la novedad eran los de colibríes.

    Pancho: Gracias a ti por comentar, me han gustado mucho esos recuerdos. Fíjate que pensando en vosotros los lectores de las américas me parecía que ste post os podía parecer aburrido, que a los picaflores los tenéis muy vistos, pero veo que tampoco te cansas de verlos.

    Microalgo, Willy, jmongil: gracias por comentar

  9. No sé al resto de los americanos, pero a mí me resultan no solo hermosísimos, sino también fascinantes, desde la mecánica de su aleteo, hasta el reciente y asombroso (para mí, dado su tamaño y aparente fragilidad) descubrimiento de que son aves migratorias, pasando por lo puramente estético, ya que aquí se ven algunos de tonalidades rojas y tornasoladas profundas y a la vez relucientes, como veloces explosiones vivas de color.
    Aburrirse de ellos, sería como aburrirse de la belleza.
    Incluso he plantado calistemos en mi nueva casa, para ellos, y ya este año ha llegado un par de ellos brevemente, así que tengo fe. :)

  10. que va, ¿los americanos cansarnos de los colibríes? son una maravilla
    tengo un amigo que hizo su trabajo de maestría sobre la ecología y anidación de un colibrí (Doricha eliza), una vez lo acompañé a revisar lo nidos: es maravilloso lo pequeños que son (como dato, ésta especie en particular anida cerca de la playa).

    cuando era chico una vez calló uno exhausto en el patio de mi casa, lo pusimos en una caja de zapatos a oscuras un rato y le dimos agua con azucar, más tarde lo liberamos, causó una honda impresión en mi.

    algunas especies como Amazilia rutila (una de las más comunes, al menos en México) es territorial y bastante agresiva con otras aves e incluso con los insectos que se acercan a sus flores

  11. Pancho, Lalo, muchas gracias por compartir vuestras historias de colibríes, es verdad que es imposible cansarse de ellos, e imagino que por vuestras latitudes el espectáculo debe ser aún mayor.

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