La naturaleza de Madagascar contada para europeos (4/6): las tierras altas

Camino a Ifasina

Retomamos el recorrido por la naturaleza de Madagascar ascendiendo desde el oeste, dejando atrás el bosque caducifolio, hasta la parte central de la isla por una pendiente bastante suave que acaba por alcanzar la cordillera principal, próxima a la costa este. Estas montañas recorren prácticamente todo Madagascar a lo largo y su descenso hacia el Índico es mucho más acusado. Es importante entender esta «asimetría topográfica», ya que si viésemos un perfil de relieve de la isla apreciaríamos que las montañas orientales suponen una barrera para las perturbaciones atmosféricas y es la principal causante de que la máxima precipitación se produzca precisamente en esa franja de tierra escarpada, propiciando de esta forma la aparición de pluvisilva. Por el contrario, el resto del terreno queda a la sombra de las lluvias y comparativamente resultan mucho más secos.

En el área central que nos ocupa (izquierda), las temperaturas son mucho más frescas que en la costa (incluso frías entre junio y septiembre) y aunque también se sigue dando una estación húmeda y una seca, los niveles de precipitación son intermedios entre el oriente hiperhúmedo y el oeste, con sequía una vez al año. Por esta relativa benignidad del clima y porque son las condiciones óptimas para el cultivo del arroz, la región central de Madagascar tiene un pasado dilatado e intenso de explotación por el ser humano que hace que sea quizá el bioma más alterado de todos. Es prácticamente imposible encontrar áreas bien conservadas y los puntos de flora y fauna más interesantes se agregan en reductos montañosos, muchos de ellos sagrados, donde sobrevive la biota autóctona.

Extensiones muy vastas del centro de la isla están deforestadas y roturadas para el cultivo del arroz en terrazas muy características. En la mayoría de los campos se consiguen dos cosechas al año. Los betsileo, expertos en el tema, consiguen tres. Entre cosecha y cosecha muchas de estas etnias aprovechas para hacer ladrillos y cocerlos con el sedimento de las terrazas, construyendo después unas casas características que unidas a los arrozales y a las repoblaciones de pinos, putos-eucaliptos y acacias configuran gran parte del paisaje malgache. (click en todas las fotos para ampliar).

Arrozales

Arrozales Arrozales betsileo

Madagascar es, en gran parte, tal que asín.

Una mención especial la merece la meseta de los bara (cerca de Ihosi) donde no es el arroz, sino la tremenda presión ganadera de los cebúes y los fuegos provocados para obtener pasto los que han configurado el paisaje. Allí hace mucho tiempo que desapareció el bosque original y no queda más que una llanura pelada, o si acaso Bismarckia nobilis, una llamativa palmera pirófila endémica de Madagascar.

Meseta de los Bara

Palmeras pirófilas (posiblemente Bismarckia nobilis) RN7

La consecuencia última de la deforestación que ha sufrido esta región central de la isla es el empobrecimiento del suelo y en última instancia un tipo de erosión propagante muy destructiva conocida como lavaka.

Efectos de la erosión

Lavaka al oeste de Antsirabe

Uno de los ecosistemas que en su momento debió ocupar gran parte de este territorio es el bosque de tapia. La tapia (Uapaca bojeri) es una euforbiácea endémica de Madagascar que me resultó muy interesante y hasta extrañamente familiar por su parecido con los árboles esclerófilos mediterráneos tanto en su porte como en su corteza, que de hecho es una protección contra los incendios. La tapia sólo crece por encima de los 600 metros de altitud y su área de distribución actual está bastante reducida.

Tapia (Uapaca bojeri) Tapia (Uapaca bojeri), corteza resistente al fuego

Tapia (Uapaca bojeri)

Tapia (Uapaca bojeri)

La tapia tiene bastante importancia económica para los malgaches. Sus frutos son comestibles, pero sólo después de las lluvias, es entonces cuando caen al suelo y maduran. Además, la tapia es el único alimento de un gusano de seda endémico de Madagascar (Borocera madagascariensis) que tiene asociada una artesanía textil que los visitantes conocen muy bien por encontrar productos de esta seda en todos los mercados. Además, las crisálidas de este gusano son comestibles.

Seda malgache Crisálidas

Capullos y deliciosas crisálidas de Borocera madagascariensis que se vendían en el mercado. Estuve tentado de probarlas para poder contarlo, pero no hubo huevos

No por casualidad las zonas más interesantes para el naturalista están en los relieves rocosos, poco apropiados para los cultivos y la ganadería. Será allí donde podremos encontrar una flora única y diversa, con una tremenda diversificación de plantas suculentas. Tomemos por ejemplo la región donde vive la etnia zafimaniry, unos reductos en las montañas en la transición con las pluvisilvas montanas. En las laderas se anticipan ya los helechos arborescentes, pero si nos aventuramos a patear en las rocas podemos ser encontrarnos auténticos jardines de suculentas espectaculares.

Comunidades rupícolas

Jardines de suculentas, ericáceas y compuestas en un césped de politricáceas (musgos) y cladonias (líquenes). Como de otro mundo

Kalanchoe sp. Aloe sp. A identificar

A identificar A identificar

Ahora es donde os demuestro mi ignorancia sobre suculentas: Kalanchoe tubiflora, Aloe sp. y las otras no sé lo que son. Había muchísimas suculentas distintas, una pasada.

Pero no hace falta irse a las montañas para ver flora interesante. Irrumpiendo la monotonía del paisaje a veces sobresalen batolitos graníticos, como en la Reserva Anja (zona sagrada para los betsileo).

Reserva Anja

Batolitos graníticos en Anja

Las especies de suculentas (además de otras plantas típicas de los trópicos como moráceas y meliáceas) de los granitos son diferentes  a las que se veían en las montañas, aunque a menudo los géneros resultan ya satisfactoriamente familiares.

Pachypodium cf. densiflorum

Euphorbia milli Euphorbia oncoclada

Aloe sp. Xerophyta sp.

Más suculentas: el maravilloso Pachypodium densiflorum, Euphorbia millii, Euphorbia oncoclada, Aloe sp. y Xerophyta sp.

Sin embargo, la meca botánica de Madagascar para mí fue el Parque Nacional de Isalo, donde además tuve la suerte de dar con un guía que me supo contar con mucho detalle la vida y milagros de lo que veíamos. El parque cuenta con varios endemismos propios y es visita obligada para cualquier viajero interesado en la botánica. Al contrario que en el caso de Anja, Isalo es un macizo ruiniforme de areniscas, que le otorga una gran singularidad no sólo por su flora, sino también por su paisaje.

Pachypodium rosulanum

Vistas del valle

Parque nacional de Isalo

Diría que hay dos plantas estrella en el parque. Una es un Pachypodium, género que a estas alturas seguro que conocéis bien, pero que en este caso  le viene que ni al pelo el sentido etimológico de su nombre «pie de elefante».

Pachypodium rosulanum

Pachypodium rosulatum en flor

La otra es el isalo, la planta que da nombre al parque. Se trata de una asclepiadácea endémica del parque que es muy importante para la vida de los bara, ya que de ella se obtiene un ungüento empleado para favorecer el cierre de las fontanelas en los bebés.

Ischnolepis tuberosa

El isalo (Ischnolepis tuberosa)

Abusando de vuestra paciencia, me gustaría incluir algunas plantas más. Es sólo una muestra muy pequeña de la riqueza botánica tremenda de este parque.

Aloe isaloensis Pandanus pulcher

Ribera con Pandanus

Arriba: Aloe isaloensis (¡un aloe endémico del parque!) y Pandanus pulcher, una de las especies dominantes de las riberas (abajo) de Isalo, un auténtico paraíso.

Aunque las plantas son lo más destacable de esta parte del viaje, toca hablar un poco de bichos. En el centro de Madagascar es común un inseco muy interesante: Phromnia rosea, unos hemípteros que viven en colonias muy numerosas. Sus ninfas son grises y presentan unas excrecencias características, al parecer para repeler a los depredadores. Los adultos alados son rosas y muy llamativos (ver el enlace).

Ninfas de Phromnia rosea

Ninfas de Phromnia rosea, posiblemente el insecto más idiosincrásico de Madagascar

Para los herpetoadictos: los camaleones, incluyendo a nuestro viejo amigo el camaleón de Oustalet, siguen siendo comunes por aquí, y además en Isalo pude ver un iguánido, concretamente un «lagarto» de cola espinosa (creo que Oplurus cuvieri). Como ya dije en otra ocasión, es más que notable, y una de las singularidades biogeográficas más impresionantes de la isla, encontrar iguánidos tan lejos de Sudamérica.

Camaleón de Oustalet (Furcifer oustaleti)

Oplurus cf. cuvieri

Juvenil de camaleón de Oustalet (Furcifer oustaleti) y «lagarto» de cola espinosa (Oplurus cuvieri)

Y ahora, un pequeño elenco de aves que me llamaron la atención, desde algunas muy comunes en África, como el cuervo blanco, hasta un roquero endémico del parque de Isalo.

Cuervo blanco (Corvus albus) Copsychus albospecularis

Bulbul (Hypsipetes madagascariensis) Roquero de Isalo; Pseudocossyphus bensonii (=Monticola bensonii)

El cuervo «blanco» (Corvus albus), el petirrojo-urraca (Copsichus albospecularis), el bulbul de Madagascar (Hypsipetes madagascariensis) son todas ellas aves muy comunes en el centro de la isla. El roquero de Isalo (Pseudocossyphus bensonii), sin embargo, es un microendemismo restringido al parque nacional.

Y quería reservar algo especial para poner fin a esta entrega.

Retrato

El lémur de cola anillada (Lemur catta) es, y con razón, uno de los emblemas de Madagascar y posiblemente la especie de su fauna más universalmente conocida. Se trata de un lémur diurno de la familia de los lemúridos, lo que implica (al contrario que ocurre con los índridos) que trepa caminando horizontalmente sobre las ramas a cuatro patas. De hecho, el lémur de cola anillada es muy singular dentro de los de su estirpe por ser el lémur que hace vida más terrestre y al que más fácil es ver caminando o saltando entre las rocas.

Lémur de cola anillada (Lemur catta), detalle de la mano Pulgares oponibles

Detalles de las extremidades. ¡Pulgares oponibles, qué gran invento!

Pese a ser tan conocido, no es una especie ampliamente distribuida por la isla y sólo se le puede ver hacia el suroeste, por lo que podríamos decir que su hábitat más propicio es el bosque espinoso semiárido, aunque precisamente su costumbre terrícola le permite vivir cómodamente en algunas zonas del sur de las tierras altas y de hecho es quizá el lémur más versátil en cuanto a exigencias ambientales.

Cola anillada

Lemur catta Cola anillada

Típica pose de los cola-anilladas, con la susodicha en alto para demostrar su presencia.

Los cola-anillada son también muy atípicos dentro de los primates malgaches porque forman grupos sociales muy grandes de hasta 25 y 30 individuos en los que las hembras son dominantes. La interacción entre los miembros de un grupo son muy fáciles de observar, desde peleas hasta arrumacos.

Arrumacos

Conste que yo no soy amigo de las empatías sentimentaloides con la fauna, pero es que son unos putos peluches adorables y si no se te cae la baba al verlos es que tienes el alma podrida.

Y por hoy ya está bien, esta ha sido una entrada un poco flojilla, de transición, pero os animo a que estéis pendientes de la guinda del pastel: el próximo capítulo estará dedicado a las pluvisilvas montanas.

Lemur catta

Miradas

Retrato de un lémur de cola anillada

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«La naturaleza de Madagascar contada para europeos»

1. Introducción
2. El bosque espinoso semiárido. Las megafaunas extintas
3. El bosque tropical caducifolio
4. El interior y las tierras altas
5. La pluvisilva montana
6. Información práctica

8 comentarios en “La naturaleza de Madagascar contada para europeos (4/6): las tierras altas

  1. Que bien, tenía ganas de leer otra nueva entrega malgache!
    Como que no probaste las larvas esas, co co co cooooo!!!!
    vaya adultos machos tienen las hormigas esas, que cosa más rar. Me ha encantado el Pachypodium

  2. Mi más sincera enhorabuena.
    Desde que conocí tu blog no me pierdo los capítulos dedicados a Madagascar. Máxime cuando salgo para allá a finales de noviembre.
    Tenemos previsto un recorrido muy similar al que has ido desgranando en tus capítulos. Así que espero que te de tiempo a terminarlos antes de partir.
    Estaría muy agradecido de poder hacerte algunas preguntas de caracter práctico para el viaje.
    Ya me dirás si puedo contactar contigo por correo.
    Felicidades por tu blog y muchas gracias.

  3. Cantin: sí que es verdad que tenía que haberlas probado. Alguna vez he comido saltamontes y tal pero en ese momento no me apetecía nada y además había tres tíos en el mercado que se estaban despollando por ver que le hacía fotos a las crisálidas y estoy seguro de que se morían de ganas de ver mi cara mientras las masticaba. Otra vez será.

    Javier: gracias, me alegra mucho que esto vaya a ser útil a alguien. Me gustaría no demorar demasiado los posts que quedan. El próximo es, creo, el más interesante, y en el de información práctica pondré el tipo de datos que creo puede ser de utilidad para gente como tú que vaya a visitar Madagascar. De todas formas mi dirección está en la columna de la derecha y estaré encantado de ayudarte si puedo.

  4. Flojilla dice el tío….es una auténtica pasada al igual que las entregas anteriores. Al menos yo la he disfrutado leyendo y deleitándome con esas fotografías.
    Me ha hecho gracia también lo de los putos-eucaliptos, parece ser que por ahí también se escapó una facción del antiguo ICONA ibérico.
    a la espera estamos de la pluvisilva,
    un saludo,

  5. Si esto es una entrada flojilla, ¿qué narices son las mías? Tienes que calibrarte el autoevaluómetro, Cope.

    He disfrutado como siempre y he descubierto que tengo el alma podrida, ¿qué mas se puede pedir? A mi me parece más poético el Pachypodium rosulanum en flor que los bichos esos comiéndose parásitos.

    Un cordial saludo.

  6. A ver, digo que flojilla en comparación con entradas de la misma serie (concretamente la 3 y la 5), más que nada porque esta zona de la isla no da para tanto como las otras, es la que más alterada está. Además, como tiene pocos «bichos», supongo que una parte del público no conecta demasiado con las plantas. Aunque, evidentemente no es así con todos (aquí lo habéis demostrado algunos), me remito al número de comentarios cosechados por otras entradas malgaches con más pelo y pluma.

    De nuevo, esperad al capítulo de las pluvisilvas, voy a echar el resto. En esos bosques viví algunos de los instantes más memorables de mi vida y están bien documentados.

    Ah, César. Una persona que sabe apreciar la poesía de un Pachipodium ¡no puede tener el alma podrida de ninguna manera! Te perdono que no te hayan enternecido los lemurcitos.

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