Living in America: nacionalismo universitario


Me gustan las sudaderas estas con capucha y con las siglas o el nombre de una universidad bien gordas en el centro. ¿Por qué no? Puestos a hacer alarde de algo suena mejor una institución dedicada al conocimiento que una de esas marcas de ropa destinadas al ensalzamiento de la raza aria o al pocholoborjamarismo. Como recuerdo me compré una de estas sudaderas de la UConn en la visita de 2008, y la he llevado puesta muchas veces, sin embargo no me la traje de vuelta a este lado del Atlántico. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que aquí todo el mundo, como clones, llevan ropa con las siglas de la universidad y francamente, no lo entiendo. Mejor dicho, debo decir que no lo comparto, entenderlo lo entiendo, y está todo bastante claro.

Para empezar, las universidades aquí son prácticamente empresas, y muy lucrativas. Una pequeña introducción que escribí sobre las diferencias generales que se perciben entre la universidad en la que trabajo ahora y la Autónoma de Madrid (como dos ejemplos similares en cuanto a volumen de estudiantes) la podéis leer aquí. Ese post puede, por desgracia, quedarse obsoleto muy pronto, pues me da la sensación de que en breve la universidad española puede convertirse en una versión cutre de la estadounidense, aunque ese es tema para otro día. En resumen: una universidad en el yanqui es un lugar magnífico donde trabajar y donde investigar (buen salario, abundancia de recursos, ambiente de trabajo estimulante…) , pero como centro de estudios es un atraco a mano armada y un timo desde la perspectiva europea: la formación que se recibe en lo que sería la equivalencia de un grado boloñés es muy pobre en contenidos (se pasan dos años estudiando contenidos básicos generales, algunos de los cuales yo aprendí no ya en el instituto sino en la EGB -!!!!-) y caro de narices. Este modelo universitario es el sueño húmedo del neoliberalismo: una escuela de capacitación/cadena de montaje donde obtener un titulito acreditativo sin importar mucho lo que ello signifique y por supuesto, muy profitable para quien lo explote. Me da la sensación de que aquí se te juzga mucho en función del trabajo que tienes, y para conseguir un trabajo «decente» tienes que pasar por un centro de educación «superior» que te acredite, y como además han conseguido que sea un proceso elitista, hay una auténtica obsesión con conseguir un título. ¡Me río yo de todos los tertulianos y todólogos que critican la abundancia de universidades y facultades en España! ¡Aquí hay muchísimas más! Sólo en Connecticut (un estado pijo, pero de población modesta, equiparable a la del municipio de Madrid) hay literalmente decenas de universidades, «colleges» e instituciones equivalentes. En el metro de Nueva York o Boston, triunfan los anuncios de títulos y diplomas para convertirse en un proletario acreditado y poder fardar en Facebook. El negocio es redondo, y egoístamente sólo puedo dar las gracias por la suerte que tuve de estudiar en una universidad pública y compadecerme de los que ya están sufriendo el desmantelamiento de la misma, porque desde aquí se ve nítido el porqué y el propósito de la boloñez. Pero mejor paro, que dije que no iba a hablar de la universidad española. Mejor hablo de lo que aquí es una realidad y que cada cual juzgue.

La gestión universitaria como empresa queda especialmente patente en el tremendo esfuerzo destinado al marketing: como todo está mercantilizado, la universidad se vende como un producto en sí mismo. Por eso las instalaciones y los jardines deben ser deslumbrantes, por eso se idealiza el paso por la universidad y se mima al estudiante/cliente. Es como los anuncios de los que hablábamos hace un tiempo: te venden humo, te venden una idea, un concepto («¿Te gusta conducir?»), te venden el equivalente educativo a un café Nespresso: encapsulado, aséptico, brillante por fuera, insulso por dentro y muy, muy caro. Una parte de ese marketing se materializa en una imagen de marca y una especie de «orgullo» universitario que es el que provoca que los estudiantes lleven a todas horas camisetas y sudaderas de la universidad, también bastante caras (y fabricadas en Pakistán). ¡Hasta los autobuses del campus llevan consignas para estimular ese orgullo patrio! Y a la vista está que lo consiguen. He conocido a curritos de un puesto de compañía de telefonía móvil que cuando se han enterado de que trabajo aquí han sacado pecho orgullosos de ser ex-alumnos de esta universidad. El pobre quizá todavía está pagando el crédito que tuvo que pedir para conseguir su título. El caso más exagerado, sin embargo, lo ilustra un tío recién doctorado que ya hace donaciones voluntarias a su universidad, la de Duke en este caso. ¡Qué cosas! Entiendo el funcionamiento y la importancia de las donaciones en Estados Unidos, pero me resulta inconcebible que después de que te han sacado los cuartos, de que has pasado por el aro, dones voluntariamente dinero a una compañía que ya de por sí hace un negocio monumental. Me parece tan absurdo como donar dinero a Mc Donalds después de haber pagado por tu «comida». De verdad que no me entra en la cabeza el proceso que puede llevar a un estudiante, ya en primer año, a sentir esa empatía aparentemente tan grande. Quizá sea tan simple como pensar que porque es caro, es bueno. Quizá somos así de tontos.

Pero, ¡amigos! Si hablamos del asunto del orgullo/nacionalismo universitario, donde la cosa ya se despiporra es con el deporte. ¡Qué furor! ¡Qué locura! ¡Qué inenarrancia! Los empleados de la universidad que más cobran no son catedráticos ni gestores ni decanos. Los que se lo llevan crudo son los entrenadores deportivos. Como lo oís. el entrenador del equipo femenino de baloncesto (que recientemente ha vuelto a ganar la liga universitaria y es el deporte insignia de la UConn) cobra la salvajada de 1.8 millones de dólares al año. La señal que indica la salida de la autopista hacia el campus no muestra orgullosa el número de natures y sciences que se publican en la universidad, sino los campeonatos universitarios que se han ganado últimamente. Una parte enorme de la vida universitaria gira alrededor de los deportes, y cada vez que se gana algo el número de donativos se dispara. queriendo buscar el lado bueno le dije a mi jefe que al menos una parte de ese dinero podía revertir en la investigación, a lo que me respondió que cómo se notaba que no entendía aún cómo funcionaba este país.
Y voy terminando. Recientemente tuvo lugar una especie de «discurso sobre el estado de la universidad» donde se anunció oficialmente el resultado de un concienzudo (e imagino que caro) proceso de rebranding, de mejora y actualización de la imagen corporativa (nunca mejor dicho) de la universidad. La justificación, como no podía ser de otra manera, tenía que ver con la necesidad de ser más competitivos en un mercado saturado de oferta universitaria.logo1Este era el antiguo logo, que la verdad es que me gustaba mucho (obviando el hecho de que teníamos el único roble de hoja opuesta de toda la biosfera, pero bueno). Después del proceso rebrandizador, a partir de ahora vemos esto:logo2Que queda como mucho más brutalista y categórico. Cuando lo leo me imagino a los de Muchachada Nui gritando ¡¡¡UCOOOOOOOOOONN!!!. Sin embargo, lo verdaderamente dramático ha sido el cambio de imagen de la mascota deportiva. Desde el siglo XIX, la mascota de la universidad es un perro husky. Se llama Johnatan, y además de una estatua de bronce en algún lugar del campus, hay también un perro real que cuida una de las hermandades de la universidad. Cuando se muere lo reponen. El perro actual es el Johnatan XIV, que lo sepáis. A los atletas y fans de la UConn se les conoce como huskies y hay todo un merchandasing adjunto. Desde hace como 30 años, la imagen «oficial» de la mascota era alguna variación de esto:logo3Pero aprovechando el rebranding ese lo han cambiado porque (¡atención!) era demasiado amigable para lo que se supone que debe ser una competición deportiva. Al parecer todas las mascotas deportivas se estaban volviendo cada vez más y más agresivas ¡y no iba a ser la nuestra menos! ¿Hasta cuándo habría que aguantar ver imágenes humillantes como esta?Nótese que a pesar de que los cardenales son unos pajarillos inofensivos, también en la universidad de Louisville se esforzaron por que parecieran agresivos y competitivos. Así que dicho y hecho, en lugar de este afable perrito al que al parecer es muy fácil ganar al baloncesto, a partir de ahora la imagen oficial de la mascota es la siguiente:logo4…que efectivamente tiene pinta de tener muy mala hostia y de pegarte un bocado a la que te descuidas. Como os podéis imaginar, ha habido una polémica tremenda por este cambio en la, aparentemente relevante imagen institucional. Lo que de verdad me flipa es que he tardado dos días en empezar a ver estudiantes con la camiseta del nuevo logo. Es como cuando se elige un nuevo papa: nadie cuestiona la elección, desde el minuto uno es tan nuestro como el perro anterior.

En fin, que como he dicho antes, yo no me quejo como empleado, que por suerte no me ha tocado ser estudiante aquí ni pedir un crédito, pero hay cosas que me dejan ojiplático.

Y desde el país del asombro perpetuo, devolvemos la conexión.

12 comentarios en “Living in America: nacionalismo universitario

  1. Tom Wolfe despelleja bastante el mundo universitario, sobre todo en Yo soy Charlotte Simmons: el postureo continuo en los campus, explica con todo detalle lo que dices del deporte universitario y también arrea algunos golpes bien duros a la «calidad» de algunas de esas instituciones, que efectivamente sólo son trampolines en algunos casos para empezar con un salario alto en una gran empresa sin saber nada ni haber hecho absolutamente nada en realidad para conseguirlo.

  2. Juas. Me quedo loco. Pero la verdad es que no me sorprende. Lo de los EEUU es mercantilizarlo todo, darle una imagen guay con la que cada uno se pueda sentir identificado; y por detrás todo es la misma mierda y el mismo ansia por sacarle pasta al personal.

    La de España no sé cómo acabará, pero la de Chile, que sí que la conozco, es muy parecida a lo que comentas. Mucho más cutre, eso sí. Solo en Santiago de Chile creo que debe haber como una veintena de universidades distintas: un amigo mío me decía cuando estaba por allá que si nuestra burbuja era inmobiliaria, la suya era universitaria (aunque no solo, me temo yo). Lo que escribí en su día.

    En fin, que nos queda una larga lucha para que no pase lo que allí. En ello estamos.

    PD: espero que todo vaya bien por allá

  3. Perfecto análisis. Solamente te ha faltado añadir el momentazo costumbrista simpsoniano cuando en el partido de voleybol de los Huskies contra los Loros los fans empiezan a gritar ¡U-ESE-A! ¡U-ESE-A!

    Una cosa que me deja muerta, moría y matá del tema de las pseudouniversidades con sus pseudotítulos es que luego, a la hora de buscar trabajo, no te sirve absolutamente ningún título que no sea de una universidad reconocida en el caso de puestos de enjundia. En laboratorios ACME, por ejemplo, tienen la política no escrita (pero del dominio público en la empresa, y comentada abiertamente por empleados y supervisores sin ningún tapujo) de que hoy por hoy no se ofrecen puestos fijos de trabajo a nadie que no venga de posgrados de Yale y Harvard. Otras empresas en otros ámbitos tienen políticas similares (Columbia, Brown, Harvard, según a lo que se dediquen). Y un título de grado no es más que el trámite previo de desangramiento de pasta para el siguiente nivel, el posgrado, absolutamente obligatorio para que te consideren como candidato en cualquier empresa – no hace falta que sea una de alto nivel ni que te exijan un título de una universidad de prestigio, pero todas las empresas te exigen un posgrado. Mi organización no contrataba a personal de oficina sin un máster en desarrollo y gestión de empresas sin ánimo de lucro – a $20.000 el máster en pseudouniversidades de chichinabo. En mi campo en Columbia te clavan la friolera de 52.000 dólares por el máster de un año. Es un timo multinivel, desde que empiezan en la escuela pública y gratuita (pero pagando $20.000 al año de impuesto de propiedad para financiar la escuela) hasta que terminan la educación terciaria universitaria.

  4. Hace nada estaba leyendo otro post de una europea que acaba de llegar a Boulder, y lo narraba de forma que te dabas cuenta de que aquello parecía el plató de cualquier película yanki. También hablaba de la amabilidad extrema en Yankilandia: éste es un tema que me llama siempre mucho la atención. De algún modo, cada vez más me parecen el país del be optimism or die, o por lo menos que lo aparentes. Cada vez que leo posts vuestros sobre aquello, me reafirmo en la idea de que el estatus social se mide por la imagen (no sólo física, sino como bien dices los curritos que dicen haber estudiado en tal universidad mientras todavía están pagando el crédito).
    Parece incluso un poco distópico, no?
    A mí por lo menos, me genera un poco de miedo.

    Respecto a la mercantilización de la Universidad: el otro día un pope de esta, nuestra universidad (ya sin mayúscula), que se sienta en la mesa con Wert (muy reputado él) declaraba que la universidad (la mía) era un nido de vagos y que no estábamos ni por el forro a la altura de prestigiosas universidades en el mundo. Esa entrevista, y el hecho de que no nos han concedido una subvención que tenía una parte para mi contratación (que al reputado pope sí le han dado, anyway…), me deprimí bastante.

    ¿Somos de verdad lo suficientemente competitivos? Yo prefiero no pensarlo más hasta que se me termine el contrato en julio.

  5. Y pensaba que en España habia titulitis.

    El sistema habitual en el que evalua la la misma persona que enseña (profesor), no estoy seguro si es justo.
    Con la misma nota puede haber diferencias de criterio y nivel.

    Creo que seria más justo tener un examen normalizado y los profesores tendrian que colaborar en conseguir el titulo/examen.

    Además, se comprobaria si los profesores hueso: enseñan bien pero tiene un nivel de exigencia alto, o simplemente no consiguen que los alumnos aprendan.

    Hace poco en Madrid se hizo una escuela para listos. Los que iban conseguian mas exigencia para obtener la misma nota. Yo no veo el beneficio.

    En Japon tambien parece que hay titulitis y el sistema educativo ha perdido mucha calidad.
    Cuando lo lei fue bastante impactante y me resulto dificil de creer, no sé si alguien puede contrastarlo.

    http://e.meneame.net/story/asi-arruinaron-japoneses-educacion-modelo-olvidar

    http://no-brain-zone.blogspot.com.es/2006/08/la-generacin-perdida-parte-1-los.html
    http://no-brain-zone.blogspot.com.es/2006/09/la-generacin-perdida-parte-2-las.html

    Los dos ultimos enlaces, son demoledores.

  6. De nuevo con estos posts es como si todas las películas americanas que nos han metido estas imágenes por activa y pasiva, se condensaran y se explicasen con pelos y señales. Estos posts son complemento ideal para un foro cinéfilo especializado en jolibú, oiga.

    Estoy leyendo ahora La senda del perdedor de Bukowski, y el relato de la sociedad americana (por mucho que sea la de hace 70 años) es desolador, pero más desolador es ver cómo los pormenores de esta sociedad que detallas tú beben directamente de ese pasado que ya era clasista, elitista, mercantilista y homogeneizador en todos los aspectos, no sólo la universidad (los populares y marginados de la clase, el biale de graduación, la elección de universidad con todo lo que implica…).

    No deja de sorprenderme que en ese país se consiga llegar a todos los extremos, lo mejor y lo peor… en todo, además.

    Como diría Obélix de haberlos conocido, «están locos estos norteamericanos!»

  7. Al final siempre hay que volver a lo que es el capitalismo, y EEUU es el ejemplo del Estado capitalista. Usando los conceptos marxistas: la burguesía desprende de su «halo de santidad» a todo aquello con lo que puede hacer negocio. En EEUU no hay límite al capitalismo, se hace negocio con todo. Pero eso sí, si ese negocio permite controlar quien entra en la élite del poder y quién no, pues mejor. El sistema universitario no es más que un filtro para ver quien puede ser élite y quién no, quién puede ser director de una gran multinacional, quién puede ser Congresista (mantener la diferencia de clases). El que no se lo pueda pagar, porque no tiene una familia (de élite) que se lo pueda permitir, pues que se dedique a trabajillos intermedios o bajos, que hacen falta para mantener los privilegios de los de arriba. Y no hay más, en realidad es muy sencillo.

    La pequeña esperanza ahora mismo para ellos es Occupy Wall Street, que parece que está cambiando la forma de pensar de los yanquis sobre este tema:

    http://www.educationsector.org/publications/why-obama-should-pay-attention-occupy-wall-street%E2%80%99s-critique-higher-education

    Pero aún así, les cuesta mucho. Por supuesto, perdonar las deudas de los estudiantes o hablar de universidades gratuitas es como hablar de conceptos socialistas/marxistas: poco menos que pecado.

  8. Te reporto la Marca España: una madre me dijo que su hija era buena estudiante y estaba interesada en ir a la universidad porque se compraba siempre las sudaderas de las universidades a las que iba (Oxford, Salamanca, Harvard…)

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