¿Quién lo iba a decir? Parece que fue ayer cuando tuve aquella tarde tonta de 2005 y decidí abrirme un bloj de esos, y ya han pasado ocho años, nada menos. Tradicionalmente en esta efeméride suelo hacer una pequeña entrada introspectiva para repasar lo que han supuesto los últimos 365 días, y ya puestos, lo voy a hacer hoy también, hala.
Por primera vez en varios años, lo cierto es que estoy bastante satisfecho con mi experiencia bloguera reciente, y veo más y más lejana la idea de cerrar el chiringuito, por el simple motivo de que sigo pasándomelo muy bien escribiendo. En aniversarios anteriores estaba demasiado preocupado porque ya no escribía con tanta frecuencia como antaño y cosas por el estilo, pero en esta ocasión me ha dado por hacer una lectura crítica de los posts de la supuesta edad dorada de esta santa casa y, la verdad es que me he sorprendido y me he dado cuenta de que tenía aquella época de (de 3-4 posts semanales) bastante idealizada. Las entradas con cierta enjundia no eran mayoría, y por el contrario abundaban anotaciones breves y un poco tontas compartiendo un chascarrillo, vídeo de youtube o viñeta de actualidad (vamos, lo que todo hijo de vecino hace hoy en día en otras redes sociales que en aquel entonces no existían o no eran tan populares como ahora. Si pusiese en el bloj toda las tonterías que digo o comparto en Tuiter, desde luego que saldrían 3 y 4 posts semanales). Eso por no hablar de entradas antiguas que me producen auténtico sonrojo, ora por su candidez, ora por cualquier otro defecto. Sin embargo esa era una de las dimensiones que desde el principio me parecían también interesantes del asunto bloguero: dejar un rastro de ti mismo y de tu evolución personal, y ocho años ya empieza a ser un intervalo suficiente para darme cuenta de que he cambiado bastante en distintos aspectos, y supongo que eso está bien.
Puede que no escriba tanto como antes, pero estoy razonablemente satisfecho con la experiencia y el esfuerzo de 2013, y aunque escasas, este año han visto la luz muchas entradas que me han dejado buen sabor de boca, empezando por la serie de Naturaleza de Etiopía contada para europeos ::1:: ::2:: ::3:: ::4:: ::5:: (¡Con un año y pico de retraso, pero lo conseguí!), y recordando otros rollos taxonómicos como Desmintiendo mitos y leyendas de la taxonomía o Los osos polares que se volvieron pardos a base de polvos. Hubo tiempo además para hablar sobre alimentación y uso de recursos en Soy científico y prefiero los «alimentos naturales», con comentarios muy interesantes de algunos lectores. Entre las mejores experiencias naturalistas que he tenido este año se incluye el Bioblitz del 31 de mayo, del que tenéis una crónica aquí y también la observación de la explosión de cigarras periódicas del noreste de EEUU que acudieron a su cita después de 17 años (Cigarreando). En verano hice un viaje a California que, espero, se vea reflejado en algún momento en su propia serie de entradas (posiblemente centradas en flora y vegetación), aunque antes de ello también me pasé por Luisiana, donde conocí por fin un ecosistema mítico: los bosques inundados de Taxodium (ver Degustación de la flora del delta del Misisipi). Por supuesto, hubo muchas entradas relacionadas con la vida yanqui, y estuvo muy bien compartirlas con los lectores. Por ejemplo, el post sobre la nevada más extraordinaria, quizá, de mi vida: 70 cm en una noche (La nevada, sin más), el nacionalismo universitario o el regreso a la autoescuela. Añadiremos además alguna de las empanadas mentales que más he disfrutado escribiendo en este bloj: El amante de Jesús y las dramáticas consecuencias del homoerotismo bíblico
Y la actualización de los datos generales: 1.906.198 visitas (700 promedio en 2013), 856 entradas, 11.332 comentarios.
Gracias a todos por hacer esto posible (no tiene mucho sentido escribir si no te lee nadie), ¡comentad malditos! (y todo eso), y seguiremos por aquí como hasta ahora, y por tiempo indefinido.